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Mild Hybrid, ¿son coches híbridos de verdad o un engaño?

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Desde que la rama ecológica diera sus primeros pasos con los coches híbridos, la variante Mild Hybrid ha cogido un papel secundario que no ha ganado tanta entereza como se esperaba. Conocida como tecnología de hibridación ligera, acompañaba de manera sustancial a sus homólogos convencionales, pero por el momento no son tantos los adeptos que se han sumado a ella. ¿Podemos decir que es un engaño?

Más allá de que tengamos en el mercado los vehículos 100% eléctricos, a batería, los híbridos convencionales (HEV) y enchufables (PHEV), a gas, y los recién incorporados de hidrógeno, existe una variación que entonces había nacido para completar a los mencionados HEV, los coches Mild Hybrid. De todas formas, su funcionamiento alternativo ha hecho que no podamos decir que haya sido con el mismo éxito que sus hermanos.

 

Las dudas de los coches Mild Hybrid

Es verdad que desde hace años ya no hay solo dos alternativas de combustible como estábamos acostumbrados. La escalada por contar con nuevos vehículos y formas de movilidad ha propiciado que tengamos hoy una variabilidad más que interesante, lo que ha hecho porque a su vez se sumen tecnologías, a priori, más interesantes. Un caso concreto es la que tiene que ver con los coches Mild Hybrid, también conocidos como de hibridación ligera.

En este sentido, se señala que siguen siendo automóviles de carácter híbrido, como dice su nombre. De todas formas, su particular manera de ejecutar la puesta en marcha deja con algunas dudas a los fabricantes (y a los mismos conductores), que no ven del todo necesario la embarcación en este tributario.

En este sentido, las marcas más avanzadas de sistemas híbridos como Toyota las tenían en consideración, puesto que servían como suma a los de tecnología híbrida convencional y eran una opción más como alternativa intencionalmente ecológica a los diésel y gasolina. Pero, ¿qué hay de verdad en todo esto?

 

Más contaminantes, pero con etiqueta Eco

Pero vayamos al principio. ¿De qué tratan y qué rasgos tienen? En primer lugar, tenemos que diferenciarlos de los HEV. Su fundamento se basa en que siguen siendo vehículos híbridos, con los cual, además del motor de combustión, tienen un motor eléctrico de 48 V que contribuye en ocasiones puntuales a impulsar el coche.

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La diferencia con un híbrido normal o un híbrido enchufable es que aquí el motor eléctrico no se encarga de mover el coche por sí solo, sino que lo hace apoyando al motor principal alimentado con combustible. Entonces, ese motor eléctrico también hace las veces de generador y de motor de arranque, aunque en este caso no sustituye al motor de arranque convencional, que se mantiene para los arranques en frío.

Esto, por su parte, hace que esta clase de coches Mild Hybrid puedan reducir el consumo hasta un 15%. Ello hace que los fabricantes consigan homologar motores con bajo consumo y facilitar a los compradores la obtención de la etiqueta ECO, con lo que, a la vez, rentabilizan la inversión realizada anteriormente en los motores diésel. Sin embargo, la amplia mayoría de estos tienen el verdadero problema de que siguen contaminado por encima de sus posibilidades. Ello evidencia un agravio comparativo para los de menor cilindrada tipificados como C y B, ya que contaminan más y, pese a ello, no sufren restricciones de circulación en zonas de bajas emisiones.

 

Pueden parecer híbridos, pero no lo son

Es por eso que coches como los Mild Hybrid, aunque puedan parecer híbridos, no lo son. Como tal, su existencia se basa en arañar algún gramo en las emisiones de CO2, de manera que el importe de añadir esos sistemas sea para el fabricante más económico que la diferencia en el importe de la multa que merecería un modelo sin esos sistemas a un modelo con ellos.

Entonces, ¿se les puede considerar un engaño? Sí, porque continúan beneficiándose de rasgos que no le conciernen, a pesar de que fueron creados para bajar esos niveles contaminantes. Tanto es así que a estos se les está permitido circular por zonas de bajas emisiones, cuando a los diésel o gasolina puros no, y a menudo suelen ser más contaminantes que ellos. Por tanto, asiduamente se les suele considerar coches convencionales con una ligera asistencia, y donde conseguir este tipo de distintivo ambiental es mucho más fácil.