Testimonio de Franklin Calderón revela la ruta que siguió el dinero producto de la coima en el proyecto de construcción del hospital de Pedernales

Quito –

En una hora de testimonio anticipado Franklin Calderón contó los entretelones de coimas, rutas de dinero en efectivo y cheques, falsificación de firmas, abusos de confianza, creación de contratos de pantalla… de los que él participó y presenció en seis meses entre la adjudicación de la obra de construcción del hospital de Pedernales, en diciembre de 2019, y la operación policial Fortuner, de mayo de 2020, en la que se produjeron las primeras detenciones por temas de corrupción en este caso.

El ingeniero contó lo que sabía a días de que se cierre la instrucción fiscal por delincuencia organizada en la que también son procesados el exasambleísta Daniel Mendoza; el exasesor de este último, Jean Carlos Benavides; el exlegislador prófugo Eliseo Azuero; el exdirector del Servicio de Contratación de Obras (Secob) René Tamayo; el subdirector técnico del Secob, Jorge Jalil, y trece más.

A Calderón, el martes último, le antecedieron los testimonios de Mendoza y Benavides. Ambos coincidieron en decir que fue Calderón quien se les acercó, a través de Benavides, para proponer que si ayudaban a que se mantenga el proceso de fiscalización del hospital de Bahía de Caráquez para la empresa Joalnapi, él podía dar $ 350.000 en efectivo: $ 150.000 para Azuero, pues era quien manejaba desde septiembre de 2019 el Secob, y $ 200.000 para «aportar» el proyecto político de Mendoza en Manabí, el movimiento Mejor.

Mendoza aseguró que fue Azuero quien recibía dineros de coimas de contratos en hospitales como el de Bahía de Caráquez o de Pedernales, y que esos montos eran repartidos con asambleístas que conformaban la Bancada de Acción Democrática Independiente (BADI). Que él solo ayudó a cambiar cheques en oficinas de BanEcuador en Manabí, a través de una persona que él recomendó su perfil, pues a partir de la pandemia se complicó la efectivización del dinero que debía ser entregado a Azuero o a su «ahijado», Jorge Jalil, como le decía, el entonces legislador por Sucumbíos

Calderón demostró en su testimonio por qué en este caso le conocen con el alias Banquero. Explicó que Jalil y José Véliz, del Consorcio Pedernales-Manabí, con el que tenía que ver Calderón, «fraguaron la adjudicación» del contrato para la construcción del hospital de Pedernales a partir de una coima del 12 % del monto total de la obra de aproximadamente $ 16 millones: 3 % iría para Mendoza, 3 % para Jalil, $ 180.000 para Azuero…

En esta trama, alias Banquero reconoció que recogió y cambió catorce cheques que sumaban $ 1’240.000 y que este monto venido de la obra en Pedernales lo entregó en cinco partes. En medio de ello recordaba que incluso depositó dos cheques de $ 80.000 y $ 20.000 en la cuenta de su suegra, también procesada por este hecho, y que para cobrarlos falsificó la firma de la mujer de 80 años.

Según él, $ 360.000 los entregó en Quito a cuatro asambleístas el 12 de marzo pasado; el 13 de marzo último entregó en Guayaquil $ 320.000; el 16 de abril siguiente entregó $ 185.000, vía transferencia, a la empresa Mercaparc, que iban para Azuero; el 17 o 18 de abril pasado le entregó en su casa a Jorge Jalil $ 280.000 en efectivo; y el 22 o 23 de abril pasado dejó en la casa del padre de Mendoza $ 80.000 en efectivo.

Sobre la entrega de $ 360.000, Calderón refirió que fue Jalil quien le pidió que trajera de Portoviejo a Quito esa cantidad y que la dividiera en cuatro paquetes de $ 90.000 cada uno. Al preguntar por qué tanto, la respuesta que de Jalil recibió fue que ese dinero lo debía entregar a los asambleístas Raúl Tello, Washington Paredes, María Mercedes Cuesta y Franco Romero, todos del BADI.

Obediente, Banquero puso cada uno de los paquetes dentro de cuatro fundas negras para basura y hasta las identificó. Ya en Quito, en horas de la noche en plena avenida Simón Bolívar, dos carros le esperaban y Caderón bajó dos fundas del jeep en el que llegó desde Manabí, pues Jalil le dijo que lo hiciera porque ahí estaba «el padrino (Eliseo Azuero), con Tello y Wacho Paredes».

Las dos fundas con dinero las dejó en la cajuela del carro blanco en el que estaban los asambleístas del BADI e inmediatamente, junto con Jalil, fueron a entregar los dos restantes paquetes, según él, en una vivienda a Franco Romero y a un emisario que envió la legisladora Cuesta. Marco Rodríguez dirigió la audiencia para el testimonio de Calderón que terminó solo con preguntas de su abogado.

La entrega en Guayaquil de los $ 320.000 siguientes se dio con sigilo. En la noche, en el parqueadero de un hotel de la ciudad, un carro con las luces de parqueo atrae a otro vehículo que se le estaciona en frente, baja un hombre grande de tez morena, se arrima al auto de Calderón, dice que viene a retirar una encomienda de parte del ingeniero Jalil y el asambleísta Azuero y Banquero le entrega dos fundas con el dinero.

«La quinta entrega fue el 22 o 23 de abril de 2020, que ya me empieza a presionar el asambleísta Daniel Mendoza y me dice ‘qué fue hermano, necesito que me traigas eso’. Le digo, sabe qué, jefe, está difícil cambiar por el COVID. Lo que yo voy a hacer es conseguirle cheques pequeños para que usted los cambie. Yo tengo solo $ 80.000. Ya entonces tráeme los $ 80.000 me respondió, porque lo de él eran $ 480.000, el 3 %. Eso era de él, participación de él, coima de él», concluyó Calderón. (I)