Cómo ingresó el carro bomba cargado de pentolita a la escuela policial en Bogotá

Cerca de las nueve y media de la mañana los vecinos de la Escuela de Oficiales General Francisco de Paula Santander sintieron una explosión estruendosa que recordó las épocas del narcoterrorismo de Pablo Escobar hace más de dos décadas o cuando la disuelta guerrilla FARC seguía en su alzamiento armado.

El atentado, denominado como ‘demencial acto terrorista’ por el presidente colombiano Iván Duque, deja hasta el momento nueve fallecidos, entre ellos una cadete ecuatoriana, y 54 lesionados.

Un vehículo Nissan Patrol modelo 1993 cargada con 80 kilos de pentolita explotó en la entrada del centro formativo, según la fiscalía. Este explosivo sólido es utilizado con diferentes fines militares y civiles. Es muy sensible al calor y los golpes por lo que su principal peligro es la explosión instantánea.

«Yo veía que todos los cadetes corrían (…) hacía la escuela», afirmó Berta Tucen, de 62 años, a quien la explosión le rompió las ventanas y le levantó las tejas de su almacén cercano a la escuela policial, situada al sur de Bogotá. «Era un caos completo».

Atacante suicida

Los agentes mencionaron que un perro antiexplosivo detectó la carga cuando el vehículo intentaba ingresar por la portería de la escuela. Al verse descubierto, el conductor aceleró y atropelló a un policía. Tres uniformados siguieron detrás del vehículo, que a los segundos explotó y habría acabado con la vida de José Aldemar Rojas Rodríguez, identificado por la fiscalía como autor material, y de los perseguidores.

El carro cargado con explosivos se estrelló contra el edificio donde se alojaban las mujeres estudiantes.

Ni las autoridades ni los ciudadanos se aventuraban aún a señalar a algún grupo responsable. Con las FARC transformadas en partido, en Colombia solo operan los rebeldes del Ejército de Liberación Nacional (ELN), disidentes de la otrora guerrilla comunista y bandas narco de origen paramilitar.

Familiares de los estudiantes esperaban a las afueras del centro formativo noticias de sus allegados, mientras en redes sociales ciudadanos y sectores políticos mostraban su repudio al acto criminal.

«Hay que decirle a la gente que no haga esto. Nosotros somos un país que quiere la paz, y esto no se puede así», dijo entre lágrimas Carlos Andrés Mancilla, familiar de dos policías, a las afueras de la escuela. «Los terroristas (…) se ríen mientras nosotros lloramos». (I)