Protestas en Hong Kong

Las calles del centro de Hong Kong son escenario de multitudinarias protestas impulsadas por la juventud, en reclamo de mayor y mejor democracia. Para el régimen del Partido Comunista ellas suponen el mayor desafío desde los dramáticos episodios que se vivieron en la plaza Tiananmen, en 1989, que terminaron con una represión sangrienta.

Hong Kong ha mantenido por 16 años algunas libertades esenciales de las que ese territorio gozaba cuando era una colonia británica. Entre ellas, dos de una enorme importancia: la libertad de prensa y una justicia independiente e imparcial.

Hong Kong gozará asimismo, aunque solo desde 2017, del beneficio del sufragio universal para elegir a sus máximas autoridades. Pero los 5 millones de votantes de Hong Kong no podrán elegir a sus candidatos, siempre y en todos los casos seleccionados por un comité de 1.200 personas, hoy controlado por el Partido Comunista, que elimina a quienes se tengan por “indeseables”. Esto es lo que los habitantes de Hong Kong rechazan.

Para el gobierno local la situación es compleja. Una alternativa es la de ir progresivamente haciendo cada vez más representativo al comité de selección de candidatos, pero podría ser insuficiente para descomprimir las actuales tensiones. Lo que está en juego es el monopolio de la autoridad que reclama para sí el partido único: el Partido Comunista de China, y la posibilidad de que la intensa fiebre democrática de Hong Kong de pronto contagie a otros rincones de China y los desestabilice.

Por el momento, el gobierno central está filtrando las noticias y manipulando lo que puede circular por Internet. Para sofocar la protesta de Hong Kong, recurrió a la policía local, que no pudo controlar. Por ello, dejó de utilizarla, por lo menos por ahora. Sin embargo, teniendo en cuenta la personalidad del presidente Xi Jinping, considerado un duro, la violencia represora no puede descartarse.