Pautas y límites evitan rabietas

Para evitar o controlar las llamadas rabietas de los niños es básico el control de la conducta, explica Silvia Cedeño, psiquiatra del Hospital de Niños Francisco de Ycaza Bustamante.

“Cuando se es muy permisivo, por ejemplo en los primeros años de vida, porque el niño es el más chiquito, es el último de la casa o el último de los dos o tres hijos, o porque tiene algo diferente, cierta dificultad, una discapacidad, les dan preferencia, van adquiriendo una conducta que para ellos ‘está bien’ y se van a volver demandantes y van a perder el control de lo que son las pautas conductuales y no van a tener tolerancia a la frustración”, indica.

Cuando no desarrollan esta tolerancia, agrega, es cuando aparecen las rabietas; si no se les da lo que piden y como lo piden, “los chicos se frustran y la manera de manifestarlo es a través de las rabietas, tirarse al piso, halarse el pelo, darse contra la pared, contra el piso. Y muchas veces los padres se asustan y tratan de complacer al niño, para que deje de tener esta conducta”. Y después entrarán en una fase de manipulación.

La experta sostiene que a partir de los dos años se puede trabajar en las pautas y los límites en los niños, porque es cuando empieza su capacidad de razonamiento. Entonces “vas perfilando esa conducta en el niño, por ejemplo: está jugando y tiene su juguete y su biberón, le dices ‘deja el biberón en la mesa, recoge el juguete y guárdalo, la ropa va en el cesto’, y así el niño va adquiriendo costumbres y habilidades que los adultos les estamos dando. Si no les damos eso, los niños no van a tener esa capacidad de aprendizaje, no es lo mismo trabajar con un niño a temprana edad que con uno de 10 años, es más difícil”, aconseja.

Incluso desde los 12 meses se puede trabajar con sus emociones, caso contrario solo actuará para obtener algo y lo hará a través de las rabietas.

Por último, la especialista desaconseja el castigo físico. (F)

En caso de rabietas

El castigo físico no es bueno, conduce a conductas desafiantes y oposicionistas de parte del niño. Para corregirlo en medio de una rabieta, el adulto debe verlo a la cara, sostenerlo y decirle: ‘no está bien lo que estás haciendo y no vas a obtener lo que me estás pidiendo’, para que el niño empiece a tolerar la frustración del momento. Al llegar a casa se debe mantener la comunicación y el contacto visual al explicarle lo que hizo mal.