Con canastas agroecológicas buscan abastecer demanda de productos en la Sierra

Los pequeños productores agrícolas de la Sierra han acelerado la cosecha para mantener el abastecimiento de productos en las urbes debido a la cuarentena obligatoria para tratar de reducir la pandemia del COVID-19 en Ecuador.

“El ritmo de trabajo ha cambiado, por un lado no podemos circular, pero al mismo tiempo tenemos la obligación de mejorar el sistema de producción para abastecer a las familias en las ciudades, donde existe la preocupación de quedarse sin alimentos”, señala Rosa Mena.

Ella pertenece a la agrupación Pamba Mikuna que siembra y cosecha en las zonas de Calderón, Llano Grande, Guayllabamba y Ascázubi, en Pichincha. “Esta crisis ha dado paso a que ahora valoren más al pequeño productor y los productos orgánicos”, dice Margarita Haro de la Cooperativa Agropecuaria de la comunidad

El Marco, de la parroquia de Píntag, desde donde se distribuyen canastas con productos agrícolas para las zonas de Conocoto y Sangolquí.

En las entregas nos han dicho que somos tan importantes como los médicos, ellos en los hospitales y nosotros llevando los alimentos”, asegura.

Mena y Haro concuerdan en que el objetivo de los pequeños productores es garantizar la provisión de productos para las familias urbanas a través de un tejido solidario de redes alimentarias integradas por colectivos de producción agroecológica y campesina, acompañados por la organización sin fines de lucro Heifer.

Con el objetivo de abrir mercado a la agroecología, fortalecer e impulsar la comercialización en pequeños circuitos directos, Heifer inició, hace un año y medio, el proyecto Futuro de la Alimentación (FoF).

Este trabajo permitió que haya una respuesta desde los productores agroecológicos en la cuarentena, afirma Heifer.

En Azuay, la organización de los pequeños productores ha tomado las dimensiones de una pequeña empresa debido a la creciente demanda de productos. “El trabajo es bien arduo. Así como ayudamos a los agricultores a que vendan sus productos, ayudamos en la ciudad donde no pueden comprar sus productos”, destaca el presidente de la organización Pamar Chacri, Nelson Pamar.

A Pamar Chacrin pertenecen 20 familias y la venta de productos agroecológicos directamente en la ciudad ha supuesto un ingreso promedio de 200 dólares semanales para cada una, permitiéndoles estabilidad en medio de la crisis. Pero hace 18 días estas familias todavía vendían sus productos en ferias y mercados. “Ante la emergencia sanitaria nos quedamos sin lugares donde colocar los alimentos, pero no nos cruzamos de brazos y nos organizamos para dejar las canastas a domicilio”, afirma Pamar.

En esta zona, sur del país, en los primeros 15 días, se entregaron 200 canastas por semana. Para la tercera semana de cuarentena se incrementó la capacidad a 300 canastas y aun así no logran cubrir la demanda, según explica Esteban Ucho, especialista del proyecto FoF para Azuay, Pichincha y Galápagos. (I)