Pájara Pinta recuerda la lectura familiar de antaño
Los alumnos del séptimo de básica del plantel Bolívar se acomodan para escuchar atentos la narración de El libro del miedo, a cargo de Tannya Benítez, coordinadora de la campaña provincial de lectura La Pájara Pinta, que lleva adelante la Casa de la Cultura de Tungurahua.
Ella cuenta que en menos de quince días de haberse abierto este nuevo espacio tuvieron 500 visitas. En el área infantojuvenil existen libros ilustrados, libros álbumes, cuentos y poesías, dedicados exclusivamente a la formación de un público lector. Está abierto de lunes a viernes, de 09:30 a 13:30 y de 14:30 a 18:30, y los sábados, de 10:30 a 13:00.
Benítez dice que a través de los libros ilustrados y los libros álbumes se trata de motivar a la lectura, porque tienen pocas palabras y muchas imágenes. Resalta que esta metodología busca que se use la lectura en voz alta.
“Cuando llegan los grupos, lo que primero hacemos es contarles, cantarles, con lo que vamos entrenando el oído de los lectores y ellos se van emocionando escuchando las historias. Jamás les pedimos resúmenes, porque no es una lectura para aprender, sino es por placer, para que disfruten de los libros”, asegura.
Esta forma de lectura hacían los abuelos con sus hijos y nietos cuando los reunían para narrarles cuentos y leyendas, afirma. Así se recupera el poder de la palabra y se reúne en su entorno a la gente, porque también se quiere crear lazos afectivos. Por ello, la campaña tomó el nombre del tradicional juego de La Pájara Pinta.
El espacio para la campaña de esta propuesta está desde abril del año pasado, en el tercer piso de la Casa de la Cultura de Tungurahua, en Ambato.
En este tiempo se recibieron más de 12 000 visitas, se indica. Por ello se decidió abrir un área más amplia en la planta baja, porque se incorporaron sitios para adultos, además de áreas infantojuvenil y para jóvenes.
Para los visitantes es un espacio adecuado y atractivo.
Rocío Acuña, docente de la unidad educativa Bolívar, destaca que el lugar sea adecuado para que los niños y jóvenes adopten destrezas que los motive a amar la lectura. Esto se complementa con la narración de un libro, con el fin de atraer la atención de los estudiantes.
En este sentido resalta la formación de grupos para que los estudiantes narren los cuentos, mientras los demás ponen atención para escuchar.
Así, para ella, es una manera didáctica y muy práctica para desarrollar la lectura. Y, sobre todo, para recordar la tradición familiar de antaño, donde los miembros de los hogares se reunían para narrar los cuentos, que además servían para integrar a todos los miembros de la casa, característica que se podría recuperar con esta oferta.
Acuña lamenta que la era digital aleje a niños y jóvenes de la lectura, pero cree que con espacios como los creados en la Casa de la Cultura se retomará el amor por los textos. (F)