¡Un dueto venezolano se toma los buses de Guayaquil!

Pero en estos vehículos no todo ha sido comedia. En una ocasión, por ejemplo, Jesús recibió insulto: se muestra enfático al mencionar que ocurrió “solamente una vez”. Y al ser cuestionado sobre el motivo, responde: “a lo mejor en ese momento, esa semana fue de algo, que algún venezolano haya metido la pata”. Ese día el resto de los usuarios “abogó” por él.

“Siempre cuidamos y analizamos cada palabra que decimos. Al principio pedimos permiso y disculpas; al final también. Yo creo que la gente ve la educación y todo. Incluso, nosotros al final decimos que entendemos que a veces hay dinero y a veces no”.

Hay episodios desagradables que, no obstante, han decidido tomar con humor. “A veces, hay una señora en los buses que lo pellizca a uno”, relata Carlos. Y continúa: “te subes y dice cantidad de groserías, te pellizca y te da; entonces, tienes que lidiar con eso”.

“Son cosas que uno más bien dice: ‘bueno, esto forma parte de la sociedad; si de repente la señora no llega a estar, uno como que la va a extrañar’ porque ya es algo que usted ve todo el tiempo”, señala como “abogando” por ella de la misma forma en que los pasajeros lo hicieron con su amigo.

La intervención en la unidad de la línea 63 llega a su fin. Jesús agradece a sus espectadores y Carlos se mueve entre los asientos, en una especie de zigzagueo, y estira su mano libre para recibir monedas, con la otra agarra su parlante; de su bolsillo asoma el micrófono.

El dueto, aún sin nombre, aterriza en la Juan Tanca Marengo. Quieren salir de los buses —recientemente, han cantado en restaurantes, un hospital y en la inauguración de una peluquería— pero por ahora el show debe continuar su ruta.