Estevia y sacarina, por qué no debería usarlos

Estevia y sacarina, por qué no debería usarlos

Estevia y sacarina, por qué no debería usarlos – Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página. También puedes participar en el WhatsApp. Si usas Telegram ingresa al siguiente enlace.

Estevia y sacarina: qué contienen y por qué no debería usarlos

La OMS se retractó sobre los edulcorantes no azucarados, como la estevia y la sacarina. Dijo que no sirven para los fines que se promocionan y pueden ser peligrosos.

Por décadas, la estevia ha sido promocionada como el edulcorante ‘milagroso’, el ‘santo grial’ de las comidas dulces o uno de aquellos productos ‘saludables’.

Debido a sus orígenes naturales, porque proviene de una planta del mismo nombre, se creía no tenía calorías y era segura para endulzar el café, el postre y cualquier otro tipo de alimentos.

Pero eso fue hasta el 15 de mayo de 2023, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) revisó más evidencia científica sobre los edulcorantes artificiales, entre ellos la estevia y la sacarina.

Según la OMS, ninguno ofrece beneficios para la salud a largo plazo y, es más, su consumo excesivo podría ocasionar diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y hasta la muerte en adultos.

“Los edulcorantes no azucarados no son factores dietéticos esenciales y no tienen valor nutricional”, agregó el director de Nutrición e Inocuidad de los Alimentos de la OMS, Francesco Branca.

Por ello, la entidad recomienda no usarlos. Pero, ¿qué componentes tienen la estevia y la sacarina? Y ¿cuáles son sus orígenes?

Edulcorantes artificiales

Tanto la sacarina y como la estevia integran el grupo de los llamados edulcorantes artificiales, es decir, no provienen del procesamiento de la caña de azúcar.

Los productos sustitutos del azúcar se dividen en dos categorías: los derivados del alcohol y los intensamente dulces.

En la primera categoría están sustancias químicas, como el acesulfamo potásico, aspartamo, advantamo, o ciclamatos, que se utilizan en gaseosas, alimentos procesados y hasta en pastas dentales.

Estas sustancias son entre 25 y 100% más dulces que el propio azúcar, y contienen hasta dos calorías por gramo.

Mientras que la estevia y la sacarina están en el segundo grupo y hasta hace poco se creía que no ‘engordaban’ y que eran aptos para diabéticos o personas con enfermedades del corazón. Pero no.

Estevia, planta ‘natural’

El pueblo guaraní de Paraguay usa este edulcorante desde hace 1.500 años.

Los guaraníes y otras comunidades de Brasil usan la estevia, que es un extracto vegetal que se obtiene de las hojas de una planta pequeña y de hojas verdes.

El nombre científico de la planta es Stevia Rebaudiana, y se encuentra en la frontera amazónica entre Paraguay y Brasil.

En 2011 fue aprobada como edulcorante artificial por la agencia de alimentos y medicamentos de Estados Unidos (FDA), dando paso a la popularización de su consumo.

La ‘dulzura’ de la estevia proviene de los glicósidos de esteviol, que se extraen de las hojas a través de un proceso similar al de la caña de azúcar.

Concretamente, los químicos extraen el glicósido denominado rebaudósido A, que se comercializa como edulcorante bajo el término E-960.

Según el primer análisis químico realizado de la estevia, hecho en 1900, este glucósido es capaz de endulzar 200 veces más que el azúcar blanco.

Actualmente, la estevia se emplea en más 14.000 productos, y es consumida por más de 5.000 millones de personas de 65 países. Incluso tiene un instituto que habla de sus bondades para la salud.

La sacarina tiene hasta metales

La sacarina está hecha de distintas fuentes, que por lo general son hasta 20.000 veces más dulces que el azúcar.

Algunos productos con sacarina, como la famosa marca ‘Sweet&Low’, dejan un sabor amargo o metálico al final y eso es por la variedad de componentes.

Se obtiene a partir la síntesis química del tolueno, un hidrocarburo líquido derivado del benceno, y de otras sustancias, como el anhídrido ftálico o ácido ftálico.

La sacarina fue descubierta por accidente por el químico ruso Constantin Fahlberg, en 1879, según detalla un artículo la revista académica The Conversation.

Luego se usó ampliamente en la Primera Guerra Mundial, cuando la logística y la producción del azúcar natural eran complicadas.

Fue hasta 1960 que los científicos descubrieron su utilidad comercial y la empacaron para que llegara a las mesas del hogar.

Además, no es la primera vez que se desaconseja la ingesta de sacarina. Estudios científicos que datan desde 1978 ya relacionaban al edulcorante con casos de cáncer y diabetes.