Cruyff-Neeskens, una pareja de oro

Cuatro décadas se cumplieron el 3 de agosto pasado del estreno de Johan Neeskens con el FC Barcelona, en el partido inaugural del estadio José Rico Pérez del Hércules, de Alicante. Procedente del Ajax, Neeskens había sido una de las figuras de la selección holandesa que maravilló en el Mundial de Alemania 1974. El Barça lo adquirió para hacer dupla de extranjeros con su compatriota Johan Cruyff, el mejor jugador del planeta en aquel momento.

Neeskens (nacido en 1951) solía ser considerado un lugarteniente de Cruyff (1947). En la década del 70, donde sea que llegara el gran astro de Holanda, ya fuera al Ajax, al Barcelona, la selección nacional o la liga estadounidense, su compañero en el medio campo aterrizaba muy poco después.

En el Ajax, los dos Johan fueron los máximos exponentes de un fútbol asombroso que le dio al club de Ámsterdam tres títulos seguidos de la Copa de Europa y una Intercontinental. Los secundaban Wim Suurbier, Arie Haan, Ruud Krol, Johnny Rep, pero los astros eran ellos dos.

Según la web de la FIFA, “mientras Cruyff encandilaba lo suficiente como para eclipsar con su brillo a montones de futbolistas, Neeskens merecía la consideración de estrella por derecho propio”. El inglés Trevor Francis, uno de los muchos rivales a los que la pareja holandesa dejó boquiabiertos, afirmó que “si no hubiera estado a la sombra de Cruyff, Neeskens habría recibido mucho más reconocimiento. Él era el eje en torno al cual giraba aquella gran selección holandesa”.

Si Cruyff representaba la magia y el arte de los equipos legendarios del técnico Rinus Michels, Neeskens simbolizaba su energía. Se decía de él que reunía dos futbolistas en uno, y un repaso a sus atributos demuestra que no exageraban.

Con sus incansables carreras y su habilidad en el quite desmontaba los ataques del adversario, pero cuando se internaba en el otro extremo del campo, desconcertaba al contrario con sus inteligentes pases y su acierto en el remate.

En el Mundial 1974 se vio la mejor versión de la dupla, que lamentablemente no obtuvo lo que ambos, como muchos espectadores neutrales, deseaban: el título ante la escuadra de Franz Beckenbauer. Cruyff se fue del Barça en 1978 y Neeskens en 1979, llorando desconsoladamente tras ganar la Recopa de Europa. La sociedad futbolera se diluyó para siempre.