Conozca a las lideresas de bandas criminales en Ecuador

Ana María Pico es la última mujer conocida dentro de las estructuras delincuenciales. Fue detenida el 22 de abril de 2024. Las mujeres, en el crimen organizado, son vistas como parejas sentimentales de los líderes de bandas, es por eso, que su jerarquía en el crimen pasa desapercibida, pero eso no quiere decir que no sean cabecillas delincuenciales. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página para poder ayudarte. También puedes participar en el WhatsApp Ecuador.

Una mujer puede pasar desapercibida como cabecilla de una banda criminal, porque la sociedad las ha encasillado como parejas o familiares de un líder delincuencial.

La segregación social ha hecho que las mujeres avancen silenciosamente en negocios ligados al narcotráfico, la trata de personas o el tráfico de armas. Así lo explica la periodista Deborah Bonello, quien ha dedicado dos décadas de su vida a investigar el crimen organizado en América Latina.

En su reportaje  ‘Las patronas: la historia secreta de las jefas de cárteles en América Latina’ relata la historia de seis mujeres que se volvieron temidas y respetadas lideresas de cárteles de narcotráfico.

Aunque en la lista de los objetivos terroristas de alto valor en Ecuador no aparecen mujeres, hay nombres que han pasado a la historia o que se han ido revelando por hechos de violencia.

Al igual que muchos narcotraficantes de alta jerarquía en carteles de América Latina, hay patronas de la mafia que pasan desapercibidas para el mundo, incluso para las propias autoridades que investigan al crimen organizado. (AVV)

 

Luz María Endara Altamirano ‘Mama Lucha’

Es considerada la primera ‘vacunadora’ (extorsionadora) del país. Luz María Endara Altamirano fue conocida como ‘Mama Lucha’, aunque sus familiares y amigos también la llamaban Doña Luchita.

En Quito es un nombre conocido, pues manejó una red de extorsionadores, pues cobraba 10.000 sucres a los trabajadores de los mercados de la ciudad por los puestos y por “seguridad”. Cuando no le pagaban usaba a su banda llamada los Chicos Malos, para amedrentarlos.

También fue procesada por evasión de impuestos y traición a la patria.

Gracias a que en su juventud trabajó en la cantina de su madre, la Mama Lucha hizo contactos con policías, jueces y secretarios. Eso le sirvió para influir en otras personas a cambio de favores. Era tanta su cercanía con los juzgados que se dice que sabía mucho de leyes.

Cuentan sus allegados que a Luz María Endara le temían todos. Y aunque más de una vez fue detenida, lograba salir en libertad. En 2006 falleció.

 

Nelly ‘La Pastora’ del Comité del Pueblo

Basta con colocar su nombre en la Función Judicial, para saber que Nelly Pastora M. A. se ha librado más de una vez de recibir sentencia. Ha enfrentado procesos que van desde ingreso de objetos prohibidos a la cárcel, hasta delincuencia organizada.

Ella es conocida como ‘La Pastora’, nombre que también lleva el grupo delictivo que – según la Policía Nacional– es liderado por la mujer, que en diciembre de 2024 cumplirá 48 años.

La banda de la ‘La Pastora’ se dedica al microtráfico de estupefacientes y sería una organización aliada a los Tiguerones, una de las tres bandas que se disputa el control del tráfico de drogas en Quito.

En , cuando el domicilio de La Pastora fue atacado y quemado, la Policía señaló que la casa de Nelly Pastora M. A., ubicada en el barrio La Invasión, en el Comité del Pueblo, en el norte de Quito, se consideraba el “nicho que origina el microtráfico y delitos conexos”, actividades ilícitas que mantienen en zozobra a los moradores del sector, quienes dicen son constantemente amenazados.

 

Ana María Pico

Aunque su historial delictivo inició en 2011 – según los registros judiciales– su nombre se conoció cuando detuvieron a su hermano Fabricio Colón Pico, uno de los más buscados del país.

Pero Ana María Pico se despega del ser “hermana de” y tiene un amplio historial delictivo. Se dice que lidera operaciones vinculadas al microtráfico y que pertenece a la banda los Lobos.

En 2016, la procesaron por tráfico ilícito de drogas, pero la declararon inocente. En 2017, fue investigada por asociación ilícita, por ser la supuesta encargada de abastecer drogas, en Quito. El caso no avanzó, pero en 2018 encontraron en su casa objetos cuya tenencia no era justificada, por lo que se la acusó de receptación (robo).

Entre 2019 y , Ana María Pico fue vinculada al delito de delincuencia organizada.

 

 El cuartel de las feas

Su nombre fue conocido a escala nacional cuando el presidente, Daniel Noboa, lo colocó en la lista de los 22 grupos terroristas que amenazan al país.

Fue curioso que una banda criminal adoptara el nombre conocido en la famosa novela colombiana ‘Yo soy Betty, la Fea’, cuya protagonista y sus amigas conforman el ‘Cuartel de las feas’.

Aunque no hay una cabecilla identificada, la Policía menciona que esta banda que impone terror en el barrio Pueblo Nuevo del Guasmo Sur, en Guayaquil, está conformado por mujeres, quienes son un brazo armado de la banda los Lagartos, pero tienen independencia territorial para planear robos, asaltos y dedicarse al microtráfico de drogas.

 

Lissa María Caiza, la primera asesina serial del país

Aunque no es la cabecilla de una organización criminal, su nombre está en la historia como la primera asesina serial de Ecuador.

Las víctimas fueron sus hijos, dos niños de 5 y 9 años, a los que envenenó el 27 de octubre de 2020. Pero pronto se descubrió que no eran las únicas muertes que ocasionó.

En el departamento donde ocurrió el doble crimen, la Policía encontró un tercer cadáver; se trataba de un hombre de 28 años, a quien su familia reportó como desaparecido el 25 de octubre de 2020.

Tiempo después, se encontraron similitudes de las huellas de Caiza, conocida como ‘Doña Veneno’, en la escena de un crimen pasado.

En agosto de 2021, un Tribunal de Garantías Penales de Pichincha encontró culpable a Caiza –en calidad de autora– del delito de asesinato, tipificado en el artículo 140, numeral 1, del Código Orgánico Integral Penal (COIP). Y la sentenció a permanecer en la cárcel por 34 años y ocho meses.