Cómo se vive con el chikungunya en Venezuela

Tengo alergia. Estornudo cada diez minutos. Mato 20 zancudos al día. Tengo tres ronchas. Llueve. La humedad llega a 80%. Creo que tengo chikungunya.

Puedo estar paranoico o tener una simple gripe, pero sé que no soy el único.

Venezuela lleva dos semanas hablando, especulando y -algunos- sufriendo por la infección vectorial que impacta al Caribe y partes del continente suramericano.

Todo empezó cuando el Colegio de Médicos de Aragua informó que ocho personas habían muerto en Maracay por una «misteriosa enfermedad».

Dos semanas después, y esto no es una sorpresa en Venezuela, la información sigue dividida: mientras la Sociedad Médica dice que fue chikungunya, el gobierno insiste en que se trató de una campaña mediática para generar pánico.

Pero más allá de la polémica, muchos venezolanos no hablan de otra cosa desde entonces. Y acá hay muchos temas de que hablar.

El domingo el gobierno lanzó un Plan Nacional contra el Dengue y la fiebre del chikungunya que busca «fortalecer las estrategias de prevención de estas enfermedades».

Mientras tanto, algunos fabrican repelentes caseros, piden que le traigan acetaminofén del exterior o se visten con pantalón y camisa larga, cuando la temperatura es de 30° centígrados.

Yo me echo repelente para dormir, compré un matamoscas y prendo velas de citronela por toda la casa para evitar los mosquitos.

¿Cuáles son los síntomas?

Las autoridades recomiendan la fumigación como medida preventiva.

Suzanne García, una profesora de yoga en Caracas, tuvo chikungunya la semana pasada.

«Empezó como una gripe normal, después me salieron brotes por todo el cuerpo y al cabo de dos días no podía caminar del dolor en las articulaciones», le dice a BBC Mundo.

Esos son, efectivamente, los síntomas de la infección.

También puede dar fiebre, dolores musculares y de cabeza, náuseas y fatiga.

El mal se puede parecer al dengue, lo que puede dificultar el diagnóstico en las zonas donde esta última enfermedad es común.

El chikunguya no tiene cura, sólo se pueden tratar los síntomas, y puede causar la muerte.

Originaria de África y Asia, en las últimas décadas ha llegado a Europa y América.

Seis doctores, sin diagnóstico

Suzanne García cuenta que tuvo la fortuna de poseer una «caleta» de medicinas -la más recomendada de las cuales es el acetaminofén- porque tiene mellizas de 4 años de edad.

«De lo contrario, chamo, no sé qué habría hecho», dice la caraqueña sobre la escasez de medicamentos que impacta al país en medio de la crisis económica.

Aunque los seis doctores que visitó en busca de un dictamen le dijeron que «probablemente» era chikunguya, García nunca recibió un diagnóstico tajante.

«Una forma de tener ese diagnóstico al menos en Caracas es yendo a la unidad sanitaria de La Urbina, que es una entidad del gobierno, donde te toman la muestra, la mandan al exterior y un mes después te dicen si es o no», explica.

«Pero para eso tienes que hacer burda de cola (mucha fila)», agregó.

Algo similar ocurre en el Instituto Nacional de Higiene en la Universidad Central de Venezuela, en Caracas, donde se pueden diagnosticar los casos de chikungunya de manera oficial, pero la cantidad de gente y la demora para obtener los resultados tiene al establecimiento colapsado, según un amplio reportaje publicado en el periódico El Nacional el domingo.

«Parte del problema del chikungunya es que, al ser una enfermedad nueva, es difícil de diagnosticar», le explica a BBC Mundo el infectólogo Julio Castro.

Por otro lado, varias organizaciones de médicos han informado que hay escasez del reactivo que permite diagnosticar la enfermedad a través de un examen de sangre.

María Cabrera, presidenta del Colegio de Bioanalistas del Distrito Capital y Miranda, dijo que «al poco inventario de reactivos se suma la falta de kits para detectar el virus chikungunya».

«Y eso sumado a la falta de información oficial genera esta paranoia que tiene ahora la gente», opina Julio Castro.

¿Epidemia o campañas de zozobra?

El infectólogo apunta a una queja de muchos venezolanos: no hay claridad sobre lo que ocurre.

Por ejemplo, está el tema de las cifras: mientras el Ministerio de Salud dice que hay 432 casos confirmados y sospecha de más de 45.000, la Sociedad Médica calcula entre 65.000 y 120.000 casos de chikungunya.

Según la Organización Panamericana de la Salud, el chikungunya se ha extendido a por lo menos dos docenas de países y territorios en todo el hemisferio.

«Yo ando preocupada, no me cuadran las cifras, siento que todo el mundo tiene chikungunya», dice Laura Solórzano, una tuitera que se ha hecho famosa por verificar y reportar eventos.

A lo que la profesora de yoga Suzanne García añade: «En mi edificio hay cuatro, de mis estudiantes hay cinco y conozco una familia en que están todos infectados en el Los Valles del Tuy”.

Y casos similares han llegado a los medios: cinco jugadores del Aragua Fútbol Club o dos mujeres que participarán en el Miss Venezuela fueron infectados.

Entretanto, diferentes funcionarios del gobierno han dicho que «no hay una emergencia» y «la enfermedad está controlada».

De hecho, el presidente, Nicolás Maduro, aseguró que «solo las autoridades del Estado pueden informar sobre el chikungunya», puesto que considera hay una campaña de «zozobra» para alarmar a la población.

El gobierno está haciendo jornadas de prevención en las que recomienda dormir con mosquiteros y no dejar tanques de agua destapados, una práctica común por el racionamiento de agua que dejó la sequía.

Asimismo, está fumigando: según cifras oficiales, más de 200.000 hogares han sido desinfectados.

«Cuídate»

Durante las últimas dos semanas he hablado con diferentes expertos sobre el tema, que si bien no me pueden explicar con certeza lo que pasa, me recomiendan cuidarme y califican la situación como una «epidemia».

Uno de ellos es José Félix Oletta, presidente de la Red de Epidemiología.

Aquí no hay cultura de higiene, hay mucha basura en los patios de las viviendas y así es muy difícil combatir el mosquito

«Estoy de viaje, no te puedo atender, pero por favor échate repelente y usa mosquitero», fueron sus únicas palabras vía correo electrónico.

La otra persona que me pidió tomar vitamina B y estar en buena condición física para que el chikungunya, si me agarra, no me pegue muy duro es un enfermero de la delegación cubana que está en Venezuela.

«Acá están muy preocupados, van más de 200 infectados solo en mi estado, están fumigando continuamente y cualquier síntoma de fiebre nos piden reportarlo inmediatamente», me escribe desde el interior del país.

«Aquí no hay cultura de higiene, hay mucha basura en los patios de las viviendas y así es muy difícil combatir el mosquito», explica.

Y predice: «Si esto sigue así, en unas semanas serán miles».