Todos los años, Oriana Moncayo debe conseguir ácido micofenolato y plaquinol para seguir un tratamiento que le otorgue mejor calidad de vida luego de ser diagnosticada con lupus eritomatoso sistémico, una enfermedad incurable.

La rutina que tiene la guayaquileña desde los 12 años, se volvió una odisea a sus 21 cuando el mandatario de Estados Unidos sugirió que la hidroxicloroquina, que es el compuesto del plaquinol, en conjunto con la azitromicina, podrían cambiar la crisis sanitaria desatada con el nuevo coronavirus COVID-19.

Ante la vulnerabilidad de las personas debido a las múltiples noticias falsas que se vuelven virales, el colpaso y escasez de medicamentos, incrementó.

Donald Trump insistió sobre la eficacia del medicamento y aseguró que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) estaba haciendo pruebas al respecto, por lo tanto al ser un fármaco de fácil producción estaría disponible para pacientes de COVID-19 en poco tiempo. Aunque la comunidad científica ha desmentido el tema, el fármaco en Ecuador, sigue escaso.

Oriana es estudiante de derecho en la Universidad de Guayaquil y cuenta que sus padres, familiares y amigos cercanos han intentado conseguir el fármaco en diversas farmacias de la ciudad, acomodándose a los horarios previos al toque de queda y a las restricciones de circulación vehicular, pero incluso las distribuidoras le dicen que está agotado. Sucede igual en Quito, Moncayo relata que al llamar a distribuidoras y solicitar la medicina, le dicen que no tienen disponibles.

Desde que fue diagnosticada, el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social no le proporciona plaquinol, por lo que conseguir parte de la medicación corre por cuenta de sus padres.

Oriana Moncayo junto a su familia.

La doctora que atiende su caso en el Hospital Teodoro Maldonado es la jefa del departamento de reumatología. EL UNIVERSO ha intentado contactarse con ella pero la profesional de la salud no ha respondido.

Las cajas de plaquinol tienen un costo de $20 y vienen 20 pastillas que deben ser consumidas diariamente, más dos pastillas de micofenolato. En caso de que la paciente no se medique, su sistema inmunológico se ve afectado; le sube la temperatura, presenta dolores en las articulaciones y cabeza, o llagas en la boca. «La medicina me ayuda a controlar el dolor y evita la hinchazón muscular», explica la joven de 21 años.

Oriana se encuentra en la desesperada situación de pedir ayuda en redes sociales porque asegura que su caso «es de vida o muerte» y ha descartado la opción de llamar al 171 del Ministerio de Salud Pública (MSP) porque no quiere saturar la línea. «Se me hace inútil en esta crisis llamar y ocupar el tiempo de pesonas que necesitan hablar sobre el COVID-19». añade.

Necesito ayuda urg de cualquier persona, favor difundir—— pic.twitter.com/W02YSRWzqy

— O ri a na (@orianamoncayog) March 25, 2020

Hoy cuenta con solo 20 pastillas de hidroxicloroquina para continuar su tratamiento, que su mejor amiga obtuvo en una farmacia en Mucho Lote. Sin embargo continúa manifestando su preocupación en redes sociales por la falta del medicamento, busca empatía para detener las compras innecesarias puesto que los pacientes con enfermedades autoinmunes lo necesitan día a día, y hace un llamado a las autoridades para regular su venta sin receta médica. (I)