Cecilia Viteri, psicóloga clínica y horticulturista da terapias usando huertos

Su habilidad con la tierra y su afán por buscar alimentarse siempre de manera saludable la llevaron a conocer la horticultura, actividad que sin que se diera cuenta se convirtió en una terapia para mantenerse ocupada y tranquila mientras se adaptaba a su nueva vida; se había casado, iba a ser mamá y estaba viviendo con sus suegros.

De alguna manera las ganas de Cecilia Viteri, guayaquileña de 31 años, de sembrar sus propios alimentos salieron a flote desde adolescente, cuando de forma casera sembró unos ajíes en el departamento de Urdesa, en el que vivía con sus padres. Esto se sumaba al consumo de jugos verdes en su dieta diaria y a la preferencia por alternativas orgánicas en el mercado.

Su interés por tener un huerto orgánico permanente en casa aumentó durante sus cuatro años de estudio en París, Francia, donde se graduó de Licenciada en Comunicación. “Allá es muy normal que la gente cultive sus propios alimentos, todos mis compañeros lo hacían y como no era algo nuevo para mí, y siempre me había interesado, también lo hice”, cuenta.

Al regresar continuó con la horticultura a manera de hobbie, hasta que con su embarazo las circunstancias cambiaron y todo se fue dando de manera muy rápida, hasta lograr crear un proyecto vinculado a la horticultura, de inclusión social y laboral para el área del Hospital Psiquiátrico del Instituto de Neurociencias.

“Cuando salí embarazada me interesé aún más por comer orgánico, estaba preocupada por mi salud, porque genéticamente me sentía en riesgo. Mi mamá adquirió diabetes en su etapa de gestación y por el lado de mi esposo había problemas de sobrepeso y malos hábitos alimentarios, además él tuvo cáncer y para mí todas las enfermedades tienen que ver con lo que uno come”, enfatiza.

Fue así como comenzó con un pequeño huerto casero que construyó su esposo, con cultivos de pepino, romero, albahaca. “Fue hermoso poner en el plato y compartir con la familia el primer pepino cultivado en mi huerto, se lo veía tan fresco, con un color y aroma intenso, daba pena no comerse la cáscara”, recuerda entre risas.

Desde hace un año comenzó con Mi Semilla, empresa que pone

a la horticultura como una terapia educativa y de salud.

De manera simultánea sus estudios en Psicología Clínica en la UEES llegaron a la etapa de las prácticas. A ella le asignaron el Hospital Psiquiátrico del Instituto de Neurociencias.

Esta mujer hiperactiva, alegre y muy expresiva cuenta que desde el momento que puso un pie en el lugar y vio a los pacientes internos que están recuperándose de una crisis psicótica, que era la sección que le habían asignado, tuvo la idea de introducir la horticultura como una terapia que a más de mantenerlos tranquilos e integrados, aprendan una actividad que pueda servirles como una fuente de trabajo e ingreso económico.

Junto a Juan José Cobo, psicólogo clínico que conoció en la UEES, armó una propuesta formal, presentándole de esta manera al Municipio de Guayaquil el proyecto Psicoterapia hortícola. La aprobación fue inmediata, por lo que sin perder el tiempo lo puso en práctica en el Instituto de Neurociencias, lugar que le proporcionó un área de unos 120 metros cuadrados para armar un huerto.

De esta manera desde mediados de octubre del año pasado comenzó con la terapia de horticultura con los pacientes del hospital. Los primeros cultivos fueron de cebolla, tomate, pepino y plantas medicinales.

Dicen de ella

“Es perseverante y luchadora, frente a la adversidad saca el lado positivo y avanza. Formamos un superequipo apoyándonos el uno en el otro por nuestra hija”.

Jorge Uscocovich, Esposo

Cecilia explica que en el huerto los pacientes ayudan a regar las plantas, recoger la maleza, entre otras actividades. “Todo lo vamos relacionando con técnicas psicológicas respaldadas con fundamentos de Freud, Lacan”, entre otros especialistas en psicología… por medio de las plantas ellos van expresando lo que sienten, es una terapia que los beneficia social, económica y físicamente”, indica.

Actualmente trabaja de planta en el lugar. Con su empresa Mi Semilla se encarga de dar las terapias a los casi 40 pacientes, de lunes a jueves, de forma gratuita.

El mismo proyecto fue introducido en la urbanización La Puntilla, donde reside, como una alternativa dirigida, en un principio a adultos mayores, ahora ya es abierta para toda la comunidad. El lugar también cuenta con un huerto y actividades semanales.

Además participa en el programa Aprendamos, de Fundación Ecuador, del Municipio de Guayaquil, en el que imparte charlas sobre huertos orgánicos en Centros de Atención Municipal Integral (CAMI), hospitales y unidades educativas.

Junto a Claudia Salem, creadora del movimiento Yo Siembro, participa en el programa Somos Agua, de Interagua, en el que visitan a unidades educativas para enseñarles a armar un huerto. (I)