Ronald Cedeño dejó ser mensajero para fotografiar momentos históricos de Ecuador

Ronald Cedeño se dirigía a una cobertura en el norte de Guayaquil cuando la tierra empezó a temblar aquel sábado 16 de abril de 2016. Todo quedó a oscuras, no había internet ni señal de telefonía móvil. Minutos después del terremoto recibió una alerta. Un puente se había derrumbado. Al llegar vio como un carro estaba aplastado por el puente y personas trataban de salvar a los ocupantes.

Esta es una de las experiencias más fuertes que Ronald ha enfrentado como fotógrafo de EL UNIVERSO. Actualmente tiene 15 años en la empresa. Cuenta, que no ingresó directamente al departamento de Fotografía.

Antes de llegar al periódico era comerciante en el sector de la Bahía. Unos años antes ocurrió el atentado de las Torres Gemelas en Nueva York, Estados Unidos (2001). Las teorías que escuchó, luego de este ataque, que hablaban de que “árabes atacarían Ecuador, en especial la Bahía”, lo asustaron y dejó el trabajo de vendedor.

Recordó que tenía una amiga en EL UNIVERSO y le pidió que le avisara cuando hubiese una vacante.

La oportunidad llegó, aunque no de forma directa. Ingresó al departamento de Optativos, por servicios prestados, donde pegaba stickers, clasificaba cuadernos e insertos publicitarios. Luego de un año, aplicó para una vacante en Diario Súper de Grupo EL UNIVERSO y fue seleccionado. El 4 de abril de 2005 ingresó. Se desempeñó como mensajero.

Sin embargo, la idea de estudiar fotografía siempre le rondó la cabeza. Luego de cuatro años en Súper, Ronald decidió matricularse en la universidad: “Me compré una cámara y le preguntaba a los fotógrafos cuál era la velocidad del disparo, la apertura, cómo se trabaja en la noche. Logré graduarme. Luchito Almeida (+) se jubiló hace ocho años y un año después ingresó a Fotografía. Empecé en recorridos de Gran Guayaquil”.

La meta de Ronald, quien tiene una hija, es seguir especializándose en su carrera y manejar drones. Foto: Jorge Guzmán

Gracias al trabajo realizado en esta sección le “tomó el pulso” a la ciudad y por eso, cuenta, que en los meses de marzo y abril de este año, en el pico de la pandemia, lo impactó ver la “Perla del Pacífico” desolada, los hospitales abarrotados de gente y muertos en las calles. “Las lágrimas se me salían”, dice.

También ha sufrido agresiones físicas y verbales en coberturas. En octubre del año pasado cubrió una protesta en el centro de Guayaquil. Un policía en moto lo golpeó y le pasó una de las llantas por las piernas: “Estábamos cerca de una estación de bomberos y ellos nos ayudaron. Los dueños del Diario se preocuparon y me facilitaron un carro de la empresa para ir a una clínica y me lleven a la casa”.

A pesar de estos inconvenientes afirma que le apasiona su carrera y agradece que el periódico le haya dado esa oportunidad. Señala, que a pesar de los momentos duros que se han dado este año, la empresa “ha cumplido y nos ha dado la tranquilidad económica especialmente en la pandemia. Me dio la oportunidad de crecer, estudiar y nunca me han cerrado las puertas”. (I)