Razones para leer “Ese príncipe que fui”, de Jordi Soler

Este año, el escritor mexicano Jordi Soler publicó Ese príncipe que fui, su nueva novela que narra la historia de Federico de Grau, el último de los descendientes del Emperador Moctezuma, que en la década de los sesenta formó parte de la realeza española gracias a su linaje azteca.

¿Vale la pena acercarse a esta novela, mezcla ficción y realidad, que nos presenta a un personaje picaresco que aprovechándose de su supuesta descendencia real se coló en las más altas esferas barcelonesas?

Aquí les dejamos unos cuántos puntos referentes a esta novela, que nos ayudarán a situarnos mejor en el contexto de la historia detrás de Ese príncipe que fui:

1. Don Juan de Grau era un noble español que en 1519 desembarcó en el Puerto de Veracruz para tratar de hacer fortuna. Ahí tuvo contacto con Hernán Cortés y la nobleza azteca.

2. Un año después, en Toloriú, un pueblo remoto del pirineo español, los habitantes vieron regresar a Don Juan de Grau, acompañado no sólo de sus hombres, sino también de un grupo de extranjeros traídos del nuevo continente, quienes venían escoltando a una joven mujer.

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3. Esa mujer era la princesa Xipaguazin, hija del emperador Moctezuma que fue traída desde Tenochtitlán en situaciones poco claras y que contrajo matrimonio con Don Juan de Grau. Años después nacería el primer descendiente de la estirpe de Moctezuma en tierras europeas.

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4. Casi 500 años después, un muy joven Federico de Grau Moctezuma regresa de Oxford a Barcelona para asumir, sin mucho interés, los negocios familiares tras la muerte de su padre. Una tarde, de una forma un tanto extraña, se entera que es descendiente directo del emperador azteca y decide asumir el papel que su linaje le impone. Así funda la Soberana Orden Imperial de la Corona Azteca y se asume con el título de «Su Alteza Imperial».

Lo anterior a pesar de no tener ningún conocimiento de México o de la cultura azteca.

5. Gracias a su ingenio, encanto y a la situación social y política tan singular que imperaba en la España de los años sesenta, (en plena dictadura franquista), este príncipe aprovecha su nobleza inventada para establecer contacto con las distintas esferas del poder en su país y en otras regiones de Europa.

6.  Su título real lo llevó a vivir varios años en la opulencia, realizando fiestas excéntricas y llenas de exceso. Su Alteza Imperial solía vestir de forma extravagante, con una capa de plumas, unos lentes coloridos y varios accesorios estrafalarios. Años más tarde, varias demandas por estafa hicieron que este imperio construido de la nada se derrumbara.

7. Cuatro décadas después, Jordi Soler, autor de esta historia hizo un viaje a Toloriú donde se encontró en una iglesia con una placa que decía «Aquí fue enterrada la princesa Xipaguazin Moctezuma». Eso hizo que sintiera curiosidad por saber más sobre la historia de esta princesa azteca que llegó a Europa y por su linaje. Así dio con Federico de Grau y su Soberana Orden Imperial de la Corona Azteca.

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8. De esta forma, Soler construye con mucho humor, un interesante relato sobre este personaje entrañable en donde la historia juega un papel esencial, y que lejos de ser tediosa, gracias a la prosa adecuada de Soler, se vuelve una novela amena que no suelta al lector.

Si piensan que con los 10 puntos anteriores les conté demasiado de esta historia, les diré que es todo lo contrario. En realidad es solo una pequeña introducción hacia una novela verdaderamente rica y divertida, que nos descubrirá a un personaje poco conocido de la historia. En verdad vale la pena echarle un ojo a Ese príncipe que fui…

Por @gabrielrevelo

@elyex