Quito Zoo atendió a 208 animales silvestres provenientes del tráfico y maltrato en 2019

Por más de cuatro meses un lobo de páramo (Lycalopex culpaeus reissii) hembra vivió atado bajo un techo de zinc junto a una casa en el sector de Cochasquí, en el norte de Pichincha. Cuando se lo halló, el animal estaba deshidratado, visiblemente desnutrido y con una gran marca en el cuello que le dejó la cuerda que utilizaban sus captores.

Cuando los especialistas del Zoológico de Quito en Guayllabamba (Quito Zoo) lo recibieron, semanas atrás, aplicaron los procesos para mejorar su condición, rehabilitarlo y evaluar si podrá ser reinsertado a su hábitat natural, aunque este escenario es muy poco probable debido a su actual apego y dependencia al ser humano.

El lobo fue atendido por especialistas de la clínica del Quito Zoo. Foto: Cortesía Quito Zoo

En 2019, el Quito Zoo atendió a 208 animales silvestres. Todos con señales de maltrato, tráfico o mascotización de algún tipo. Aves, tortugas y primates son los más frecuentes.

En el Zoológico de Quito las especies que las personas pueden ver son las que han vivido una historia bastante dura, de estar en jaulas durante años o en cautiverio por el gran negocio que es el tráfico de vida silvestre”, indica Gabriela Arévalo, directora de Educación del Quito Zoo.

La falta de educación ambiental en la malla curricular es una de las principales causas para que las personas no valoren la importancia de respetar a los animales silvestres y sus hábitats en el país.

Arévalo señala que este tema debe ser impartido de forma transversal en materias como Ciencia, Biología, incluso Arte y Cultura: “Cuando hacemos actividades lúdicas con los visitantes y les preguntamos sobre animales, nos nombran elefantes, leones, jirafas. Es muy triste que no conozcan cuáles son nuestras especies”.

Una población educada repudiará la caza de animales silvestres con fines de volverlos mascotas y no los comprará. Sin demanda no hay oferta, explica la especialista. Sin embargo, las nuevas generaciones son más conscientes del problema y tratan de ayudar, dice Arévalo.

“En los días del paro (octubre de 2019) no podíamos comprar alimentos para los animales y a través de las redes sociales replicaron nuestros pedidos y también nos ayudaron”, cuenta.

El Quito Zoo tiene dos líneas de acción claramente establecidas. La primera está orientada al rescate de fauna silvestre y respuestas a crisis, ya que este problema afecta a nivel nacional. La segunda línea es el establecimiento de programas de reproducción de especies amenazadas o que son de especial interés, como el cóndor, y educación ambiental.

Tratamos de sensibilizar, cuestionar… para responder a la situación ambiental que vive el planeta. Buscamos que sea la gente la que cambie… con la propuesta de que los humanos somos parte de un sistema natural mayor. Nuestro zoológico no es un espacio para ver animales sino para sensibilizarnos y adquirir un compromiso”, afirma Martín Bustamante, director del Quito Zoo.

En estas instalaciones, incluso, se cuida de una pareja de cóndores juveniles con fines reproductivos para tratar de aumentar el número de ejemplares en estado silvestre.

Varios cóndores heridos por diversas razones, como la caza ilegal, son atendidos en la clínica del Quito Zoo. Foto: Cortesía Quito Zoo

Además, se han realizado procedimientos quirúrgicos únicos como la extracción de un tumor que se desarrolló en la parte de la cloaca de un galápago de 104 años aproximadamente.

Para conmemorar el Día de la Educación Ambiental que se celebra hoy, el Quito Zoo tiene varias actividades, como talleres y charlas sobre la importancia de las especies silvestres nativas. (I)