Las futbolistas que supieron perder para ganar

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Por: Andrés Luna Montalvo.

Tras consagrase en Liga Deportiva Universitaria como un lateral derecho implacable, rápido y además con gol, Ulises de la Cruz migró a Escocia en su mejor momento, previo a debutar en un Mundial de Fútbol. No se empeñó por llegar a España, Italia o Inglaterra, sabía que a los futbolistas ecuatorianos les cuesta más llegar a esa cumbre.

Ulises fue paciente pero visionario. Comenzó su carrera en Deportivo Quito, un club del que simpatizaban en el Valle del Chota porque daba oportunidad a la comunidad afro de ese rincón ecuatoriano. Cuando fue a Liga, el propio Ulises me contó que corrió ese riesgo en contra de todos los consejos que recibió, porque a decir de los entendidos, “en Liga no juegan los negros”. Estamos hablando de 1997 y la genialidad de Ulises cambió para siempre la historia de “la U”.

Figura en Escocia con el Hibernian, llegó la hora de dar el salto a las “grandes ligas”. Se mudó a Birmingham y volvió a brillar, esta vez con el Aston Villa. Allí recibió a un flacuchento e inexperto Antonio Valencia, que llegaba, al igual que Ulises, con la paciencia íntegra y respetando los tiempos que les corresponden a los que quieren llegar lejos. Valencia fue figura en El Nacional desde sus 17 años, jugó un brillante Mundial 2006 y su recompensa apenas fue el modesto Villareal B de España y luego la segunda división con el Recreativo de Huelva. Ambos siempre jugaron bien, donde estuvieron rindieron, en los equipos grandes y en los pequeños. Su historia se cuenta brevemente en el documental Mete gol gana (2007) de Felipe Terán, que es una de las pocas piezas audiovisuales que el cine ecuatoriano le ha dedicado al deporte.

El saber cumplir los ciclos, quemar etapas, no es una virtud de los nuevos futbolistas ecuatorianos. Todos quieren salir (o, peor, los quieren sacar) a los 17 años, sin haber cumplido ni seis meses en la primera división de su país. Y si no es en las mejores Ligas de Europa, creen que sus empresarios y dirigentes no están cumpliendo su trabajo.

Traigo este cuento a colación de la inminente desvinculación de Kike Saveiro del Barcelona de España. El ítalo-ecuatoriano se ha formado en la prestigiosísima escuela de la Masía, pero sabe que, si no es Luis Suárez o Antoine Griezmann, ni el técnico ni la afición se fijarán en él. Al igual que Ulises y Antonio, aprendió a perder para ganar, resigna la magia de uno de los mejores equipos del mundo por la realidad de un nuevo club que le permita crecer, brillar, jugar. Alfredo Encalada decía que es preferible ser “cabeza de ratón a cola de león”, y aplica perfectamente para Saveiro, de quien lejos de pensar como un fracaso su salida del equipo de Lionel Messi, es la gran oportunidad que buscaba y le llega a sus prematuros 21 años, en plenitud para que el Ecuador tenga una nueva carta bajo la manga para el presente-futuro, ahora que el naipe está viejo y gastado.

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