Con bastones de madera, la guardia awá cuida territorios

Carchi –

Para los habitantes de las poblaciones awá asentadas en las provincias de Carchi, Imbabura, Sucumbíos y Esmeraldas, la justicia consiste en el equilibrio de la naturaleza, en la permanencia de la vida y en salvaguardar el territorio.

Los veinticuatro territorios asentados en el norte de Ecuador y en la zona de frontera con Colombia consideran que bajo este concepto se garantizan normas y procedimientos basados en su cosmovisión.

Según el censo realizado en el 2002, la población alcanzó los 3500 habitantes; sin embargo, la dirigencia asegura que en la actualidad son más de 5000 habitantes, cuyo territorio titulado es de 116.640 ha.

En las últimas décadas, el territorio awá se ha visto amenazado por los intereses de empresas extractivistas de madera, palma africana, consorcios mineros e incluso por el ingreso de indígenas de otras etnias, colonos y campesinos que acopian tierras.

Los awás de Ecuador y Colombia que viven en 610 000 ha de la franja fronteriza entre ambos países comparten un acervo cultural y una visión de mundo, que les ha permitido iniciar desde 2006 una serie de acciones para la defensa de sus territorios ante las múltiples amenazas que enfrentan.

Ante esta realidad se creó la guardia indígena awá como estrategia de autoprotección.

Esta instancia está conformada por jóvenes, mujeres y hombres awás que defienden su territorio. En las reuniones comunitarias son los responsables de ofrecer seguridad a los participantes y sus familias.

En el último congreso efectuado la semana pasada en El Chical, unos 50 indígenas brindaron seguridad a más de 350 nativos que llegaron desde las cuatro provincias del Ecuador a El Chical, durante las 24 horas, los tres días que duró el cónclave indígena.

Felipe Cujivoy, nativo de Guadualito, explica que no utilizan armas sino los denominados bastones de mando, una especie de lanza de más de 80 centímetros, que es elaborada con mariquete, una madera originaria de la zona.

Freddy Taicus, oriundo de la comunidad Río Bogotá, en Esmeraldas, quien tuvo la responsabilidad de brindar seguridad y garantizar el orden, comenta que fueron escogidos varios miembros en cada población para conformar este grupo de seguridad civil indígena.

“Somos seleccionados en nuestros territorios con el consenso de la población cada dos años”, cuenta Taicus, quien agrega que son capacitados en temas de defensa, contaminación ambiental y están preparados para combatir actos de violencia, robo e invasiones.

Mecanismo

Castigo

Quien incumple con las leyes de esta etnia es castigado con 40 o 50 azotes con un cabestro confeccionado con piel de venado, el número de latigazos depende de la falta cometida, incluye mal comportamiento en el hogar.

Forman parte de esta guardia los líderes mayores y quienes son participativos en las actividades locales. (I)