Comidas tradicionales forman parte de rituales de difuntos para las comunidades

Foto: El Universo
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Mientras que las comunidades ancestrales visitan a sus muertos con alimentos, en cambio en las ciudades los difuntos han empezado a ser incinerados o cremados, sin dejar de lado los sentimientos a sus familiares ausentes este 2 de noviembre.

Tsáchilas y chachis van al cementerio más antiguo de Santo Domingo por el Día de los Difuntos para colocar en las tumbas de sus seres queridos alimentos como ofrendas, cada año dejan en hojas de plátano y vasijas de mate.

Historiadores y nativos tsáchilas afirman que en el noroccidente de Pichincha fueron los primeros asentamiento aborígenes que llegaron de la zona cálida de Cotopaxi. Justamente en el cementerio de San Miguel de los Colorados cruza la carretera que va a la parroquia Puerto Limón, donde se encontrarían sepultados los primeros tsáchilas que llegaron a Santo Domingo.

Los recuerdos no se van, allí están su tatarabuelo, bisabuelo, abuelo, padre y madre, sepultados en el cementerio, indica Avelina Aguavil, que viene de la comuna Cóngoma a visitar cada 2 de noviembre.

Pedro Añapa, es del pueblo chachis, oriundos de Esmeraldas, quien vive en Santo Domingo cerca de 20 años y enterró en San Miguel de los Colorados a su hija y a dos sobrinas; los chachis se radicaron en Santo Domingo vinieron de Borbón, Guayas, entre otros. Llevaron pescado de río, verde cocido, arroz, queso y huevo duro en mates, platos del fruto del bototo, allí en familia compartieron con sus difuntas.

Los salasacas llevaron las tongas con mote, cuy, papas, habas, naranjas, plátanos, colada morada, guaguas de pan, chicha o vino, alimentos para sus difuntos en el cementerio parroquial, este compartir lo realizan desde hace más de 50 años. “Antes con nuestros antepasados nos íbamos a realizar esta misma tradición al cementerio en Pelileo Grande” atestigua Feliciano Jerez. Una tradición anual que lo realizan en el cementerio en familia.

Todo un contraste contrapuesto con los mestizos y el pensamiento occidental donde los restos mortales de los difuntos son cremados y colocados en columbarios en los modernos cementerios de la capital.

Hace poco tiempo atrás la cremación era todavía un tabú y mucha gente no quería ni hablar de ese tema, hoy, es muy diferente, en algunos camposantos el 35% de deudos piden la cremación de sus familiares fallecidos, el restante (65%) sepultan a sus muertos. No por ello deja de ser una situación personal y familiar para compartir con sus seres queridos, visitarlos y compartir con la familia.

La Iglesia Católica ha dado su opinión frente a esta práctica, hace un tiempo atrás, en octubre del 2016, quienes se inclinan por la sepultura del cuerpo, aunque han aceptado la cremación pues “no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina de resucitar el cuerpo”.

Así mismo ha creído necesario indicar que las cenizas vayan a un lugar sagrado, como un cementerio o bóveda de una iglesia, que no sean esparcidas en tierra, agua, aire y únicamente convertidos en recuerdos conmemorativos.

Fuente: El Universo y El Comercio

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