Los pueblos gringos de México donde se habla más inglés que español
Los pueblos gringos de México donde se habla más inglés que español
Los pueblos gringos de México donde se habla más inglés que español. Mexicanos en Ajijic colgaron un cartel para pedir a los estadounidenses que no se olviden de ellos el 8 de noviembre.
Una de las primeras cosas que les gusta decir a los extranjeros de Ajijic es que alguna vez National Geographic dijo que tenían el segundo mejor clima del mundo. Y por aquí no lo olvidan.
Esa temperatura templada todo el año, y otra serie de factores, hacen de este sitio a orillas del lago de Chapala, el más grande del país, una de las localidades predilectas para los estadounidenses que vienen a retirarse a México.
Hay un puñado de pueblos mexicanos colonizados por estadounidenses pero quizá en ninguno se sienta tanto la mano «gringa» como en este lugar del estado de Jalisco, donde el inglés se escucha en las calles igual o más que el español.
Del millón de estadounidenses que se estima viven en México, una buena parte son jubilados y han escogido sitios como Ajijic, donde por estas semanas las elecciones presidenciales del 8 de noviembre dominan las conversaciones.
Hay lamentos por la imagen que su país está dando por la ríspida campaña entre Hillary Clinton y Donald Trump, temores por represalias contra los estadounidenses en el país, preocupaciones de que les quiten sus propiedades y averiguaciones sobre cómo obtener la ciudadanía mexicana.
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«La gente tiene miedo»
Mike y Sally Myers llevan siete años en este pueblo de poco más de 10.000 habitantes y antes habían probado instalarse en Chile y Argentina.
«Pero no encontramos una comunidad como ésta y no hablamos español fluido, por lo que hubiéramos estado muy aislados», explica Sally.
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Aquí pueden deambular por sus calles empedradas, disfrutar del paisaje de coloridas casas, sus galerías de artes y sobrevivir casi sin hablar español.
Pero en el paraíso de los Myers hay temores de quedar en medio de una disputa entre los gobiernos de México y Estados Unidos tras los comicios.
«La gente tiene miedo de que si Trump es electo, (el presidente de México, Enrique) Peña Nieto, diga: ‘Ok, si ustedes van a enviar a los mexicanos de vuelta a México, nosotros vamos a mandar a los gringos de vuelta a Estados Unidos», señala Mike.
Su mujer confiesa que ha pensado en obtener el pasaporte mexicano: «Si somos ciudadanos mexicanos, no pueden confiscar nuestra casa». Y su amiga Christy Wiseman admite que la semana pasada llamó al consulado para averiguar si perdería la nacionalidad estadounidense en caso de obtenerlo.
«Alguien habló de confiscar propiedades, de que no nos paguen la seguridad social», cuenta Sally, quien reconoce que aunque no siente hostilidad hacia los estadounidenses por Trump, admite que la gente «camina sobre huevos» porque nadie quiere sacar el tema frente a un mexicano.
Wiseman incluso menciona con preocupación el artículo 33 de la Constitución mexicana, que establece que el gobierno tiene la facultad de «hacer abandonar el territorio nacional (…) a todo extranjero cuya permanencia juzgue inconveniente».
«Bueno, eso da miedo», dice.
Demócratas y Republicanos por igual, si en algo concuerdan mucho de los estadounidense de Ajijic, es en que se sienten avergonzados de la imagen que su país está dando.
«Cuando muestro mi pasaporte represento a un país que está desesperadamente dividido, que está perdiendo el rumbo», afirma Claire, una de un grupo de diez personas que el miércoles pasado se reunió a ver el tercer y último debate presidencial.
Deena Murdock, de 70 años, pensó en no aceptar la invitación. No quería escuchar a votantes demócratas apoyar a su candidata y tenía pensado levantarse de la silla e irse si escuchaba gritos a favor de Clinton y críticas a Trump.
Pero aunque el debate transcurrió en calma y no hubo momentos de tensión, esta votante de Trump abandonó raudamente el lugar.
«Si gana Trump, podemos ser expulsados. Tengo miedo de represalias, que puedan decir que nos tenemos que ir, que vengan a tu casa y te digan «fuera de aquí» o que te manden a a la cárcel», señala esta mujer de Dallas (Texas), que lleva casi 12 años en Ajijic.
«No conozco las calles», admite, «no conozco el lenguaje, hablo más español en Dallas que acá, me pongo nerviosa con gente que habla español».
La semana pasada averiguó cómo obtener la ciudadanía mexicana. «Estoy muy dispuesta a hacerlo porque quiero estar aquí y estoy orgullosa de este país, esta es mi casa, me encanta este país, me encanta la gente».
Sin embargo, defiende los comentarios de Trump en los que aseguró que los mexicanos que llegaban a EE.UU. eran «violadores».
Dice que fueron sacados de contexto y que «muchos de ellos son violadores, forman bandas», y reconoce que en México vive en paz, «me siento muy segura acá, por eso estoy acá».
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Las ventajas de estar de este lado de la frontera
Mike no se convenció de quedarse aquí sólo por la tranquilidad y seguridad de Ajijic.
«Tiene el clima perfecto, está cerca de Guadalajara pero no demasiado cerca, cerca del aeropuerto, que es increíble», cuenta Mike.
A poco más de media hora de la segunda ciudad de México, en un día cualquiera hay vuelos directos a casi 20 ciudades de Estados Unidos y esa proximidad ha hecho que para muchos sea una opción más conveniente que San Miguel de Allende, sin un aeropuerto cercano.
Esa ciudad colonial en el estado de Guanajuato, el otro principal reducto conquistado por los estadounidenses en México vendría a ser como el hermano mayor, con perfil más alto y bastante más población, en torno a los 150.000.
Muchos han optado por Puerto Peñasco, en Sonora, conocido como «Rocky Point» por los estadounidenses, que se encuentra a menos de 100 kilómetros de la frontera con Estados Unidos. El sol constante y el extendido uso del inglés lo hacen atractivo.
Mientras que en Puerto Vallarta se estima en alrededor de 35.000 los estadounidenses, y canadienses, que hicieron de este balneario sobre el Océano Pacífico, su lugar de residencia.
Tijuana, Mexicali y Ensenada, las tres en el estado de Baja California y muy cercanas a EE.UU., son otros de los destinos preferidos.
Otra de las ventajas que suelen atraer a los norteamericanos, -se calcula que el 20% de la población es de origen extranjero, el 60% estadounidense y el 40% canadiense-, son los servicios de salud.
«Las posibilidades médicas son increíbles», apunta este veterano de la Fuerza Aérea, «he tenido múltiples problemas con mi cuerpo, si hubiera estado viviendo en cualquier otro lugar no me habría podido hacer lo que hice acá».
Para una comunidad de foráneos con edades que oscilan entre los 60 y 80 años, las cuestiones de salud no son un tema menor.
El boletín de octubre de la organización que nuclea desde 1955 a los extranjeros de la zona, The Lake Chapala Society, destaca entre sus titulares los servicios para vacunarse contra la influenza y para prevenir la neumonía, los controles de la presión arterial y se comenta de una programa piloto para crear un banco de sangre junto a la Cruz Roja.
Y en la publicación mensual, a cargo de estadounidenses y canadienses, El Ojo del Lago, se ven anuncios para el reemplazo de dentaduras, los seguros médicos, clínicas cardiológicas, hogares de ancianos y tratamientos contra el Alzheimer.
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Pero Ajijic, que en los 50 ya era considerado como un destino para extranjeros y promocionado por el gobierno mexicano para atraer a jubilados estadounidenses, también sabe ser vivaz y animado, afirman sus residentes.
«Todo aquí es vital, dinámico, nadie viene acá a esperar a morirse, se mueren mientras se mueven. Tengo 73 años y veo gente diez años mayor todavía jugando al tenis, haciendo ejercicio, desafiándose mentalmente a sí mismos… Me pone la piel de gallina», señala Mike.
La campaña electoral estadounidense ha puesto a los mexicanos, sin buscárselo, en el medio del debate y ellos mismos se han indignado con su propio gobierno por la cuestionada recepción del presidente Peña Nieto a Trump, que apenas días atrás admitió que su visita a fines de agosto se pudo haber realizado de «una mejor manera».
Y para algunos de ellos en Ajijic la masiva presencia de estadounidenses es una bendición pero también lo ven con cierto resentimiento.
«Molesta un poco que vengan a aprovecharse de los bajos precios, los bajos salarios, de los servicios de salud», reconoce una mesera de una restaurante del centro.
«Y algunos encima se enojan si tienen que hablar español, pretenden que todo sea en inglés. Pero dan trabajo y el lugar es tranquilo en parte gracias a ellos», afirma.
En una muestra del clima electoral que respira el pueblo, mientras esta camarera sirve platos en un restaurante italiano de un estadounidense, comensales que no se conocen se ponen a hablar de las elecciones.
«¿Un país de 300 millones de personas y esto es lo mejor que podemos tener?», dice un hombre en referencia a los candidatos, «que Dios tenga piedad de nosotros».
Ajijic no es ajeno al activismo político, los debates y las rispideces en este efervescente período electoral.
En el pasado se han organizado reuniones del Tea Party, el movimiento conservador que ha ganado prominencia en los últimos años.
En The Lake Chapala Society un grupo mostró el documental «Hillary’s America: The Secret History of the Democratic Party», una película crítica de la candidata demócrata realizado por un autor conservador.
Pero en general los partidarios del Partido Republicano suelen ser un poco menos visibles en Ajijic que sus rivales.
Democrats Abroad (Demócratas en el el Exterior) organizó su primaria meses atrás. El Partido Demócrata, a diferencia del Republicano, otorga delegados a sus afiliados en el exterior para la Convención que elige al candidato presidencial. En la primaria de Ajijic se replicaron los resultados a nivel global, donde el 69% eligió a Bernie Sanders y el 31% a Hillary Clinton.
«Estoy viendo más gente registrarse y votar este año que en los dos últimos ciclos», explica Larry Pihl, el encargado de Democrats Abroad en Ajijic, una de las cinco oficinas de la organización en México, quien una vez por semana lleva la urna de votación que hay en The Lake Chapala Society al consulado estadounidense en Guadalajara.
Pihl estima que la votación desde México se incrementará un 50% con respecto a elecciones previas, se apuntó a clases de español para pulir su idioma y convencer a más mexicanos-estadounidenses a votar. En el poblado de Valle de Juárez, a 100 kilómetros de Ajijic, dice que registró a 30 personas que nunca habían votado en una elección estadounidense.
Sobre los comentarios de que en caso de que Trump gane y no pueda, tal cual ha anunciado, confiscar las remesas enviadas a los mexicanos en el país se intente por alguna vía tomar represalias contra los estadounidenses residentes en México, comenta: «Vamos a ser un objetivo, es un problema, es un problema potencial».