Realizaron pacto suicida, pero no es lo más perturbador de su historia

Las hermanas Sara y AmandaEldritch vieron su vida afectada por su enfermedad mental. Estas inseparables mellizas de Broomfield (Colorado, EE.UU.) sufrían de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), una condición lleva a las personas que la padecen a enfrentar constante ansiedad y a tener pensamientos ‘intrusivos’.

Para las Eldritch esto significaba que se limpiaban constantemente por su miedo a ‘impurezas’. Llegaban a bañarse por horas cada día y a beber alcohol para ‘purificar’ sus cuerpos. Su obsesión las llevó a hacer todo lo posible para evitar usar baños públicos y mantenerse constantemente en casa, según narra Infobae.

Fueron diagnosticadas con TOC cuando tenían 13 años, pero ya desde antes habían demostrado tendencias suicidas. Su enfermedad empeoró hasta que perdieron la mayoría de sus relaciones interpersonales.

Incapaces de mantener un trabajo y sin encontrar respuesta en la medicina tradicional, decidieron recurrir a una cirugía de ‘estimulación cerebral’. Este proceso, aplicado principalmente a pacientes de mal de Parkinson, consiste en introducir cables debajo de la piel de los pacientes en partes clave del cuerpo (cerebro, cuello y hombros) para poder estimular el cerebro y reducir los efectos de la enfermedad.

La intervención fue exitosa. O al menos eso parecía al principio. Los efectos del TOC habían disminuido después de la operación y las hermanas decían sentir un mayor control sobre sus cuerpos. En 2016, describieron su experiencia en el programa 9News. “Estuve secuestrada por 30 años, ahora recuperé el control”, dijo Sara en aquella ocasión.

Pero no fue el final. Infobae reporta que tres años después de la cirugía, las dos hermanas fueron encontradas sin vida, ambas con heridas de bala. Según The Washington Post estaban en un auto parqueado, la policía sospecha que se trata de un pacto suicida.

Su madre, Kathy Worland, creó una página dedicada a sus hijas tras su muerte. En ella describe como pudieron “llevar toda una vida” en los tres años en los que su condición mejoró. “Pero no hay cura para los trastornos mentales y mis hijas finalmente sucumbieron ante esta terrible enfermedad”, concluye.