“La tercera es la vencida”: el Peje se destapa para el 2018
AMLO sigue empecinado en ser presidente, hoy anunció su intención de postularse como candidato en el 2018.
«Estoy absolutamente seguro de que vamos a triunfar en las próximas elecciones de 2018, aunque no le guste a la mafia», dijo Andrés Manuel López Obrador sobre los comicios presidenciales que tendrán lugar en poco más de tres años.
El Peje no se mueve un ápice de su viejo discurso. Está convencido de que no son sus desgastados argumentos ni sus categóricas calificaciones sobre la «mafia», la «cúpula del poder» y los «políticos espurios» lo que está detrás de la caída en su popularidad comparada con la de años pasados.
Y es que no es el contenido de aquellas afirmaciones lo que hace dudar sobre el Peje como opción: es su incapacidad para innovar y la evidente falta de imaginación para hacer frente al grupo que denuncia sin perder lo más preciado que un político puede tener, la simpatía de los ciudadanos.
«Estoy seguro, absolutamente seguro, de que va a triunfar nuestro movimiento y va a triunfar Morena en las próximas elecciones y, sin duda, en 2018. La tercera, aunque no le guste a la mafia del poder, la tercera es la vencida», se expresa en el mismo tono al inaugurar los sorteos para la elección de los 200 candidatos para puesto plurinominales.
López Obrador, abandonó el PRD por la corrupción interna del partido y es continuamente cuestionado sobre las medidas que tomará si su partido pierde las elecciones en los comicios de 2015 y 2018, recordando los plantones y descalificaciones institucionales que se han convertido en un inconfundible referente para su figura.
Se le señala por la forma unilateral en la que lleva el partido y su organización. Morena es, una organización indudablemente caudillista.
«A la primera traición, yo voy a ser el primero en señalarlo, y se van a quedar con su cargo de diputado, pero ya no van a seguir en Morena. No va a ser únicamente mi decisión, yo voy a iniciar el trámite correspondiente ante la Comisión de Honestidad y Justicia, no me voy a quedar callado, no voy a tolerar nada que tenga que ver con traicionar al pueblo de México», advirtió en un tono particularmente paternal a los diputables del partido.
«No se tolerará que pertenezcan a la mafia del poder», agrega de forma predecible. Y es que el error de Andrés Manuel no es si declarada lucha contra tal mafia, sino la idea que se deja adivinar en su discurso: ese mesianismo soberbio de quien cree ser la respuesta definitiva para lograr el cambio mágico del país.
A punta de desgaste, el concepto de izquierda es hoy más oscuro aún que el de derecha. Mientras ésta puede todavía identificarse como la tendencia de medidas liberales en asuntos económicos y conservadora en política social y de derecho, la izquierda se ha diluido al máximo, no es posible verla como una. Esto ha dado pie a que AMLO haga declaraciones de este tipo:
«En Morena hay dos cosas fundamentales: tener buenos sentimientos y ser honesto, eso es ser de izquierda. No es de izquierda el que le da la espalda al pueblo, el simulador, el falsario, el charlatán, aunque milite en un supuesto partido de izquierda».
A todas luces, la conmoción es la estrategia de Andrés Manuel, pero la estrategia, hoy más que nunca, brilla por su ausencia. Y es que los sentimientos no pueden ser el cimiento de la construcción de un Estado, sino que las reglas e instituciones de éste deben ser lo suficientemente fuertes como para no verse en peligro frente a los malos sentimientos de cualquiera.
Los ciudadanos no podemos sentarnos a esperar a que un buen hombre gobierne el país, sino que debemos ponernos a construir un sistema lo suficientemente fuerte como para no tambalearse al menor resentimiento, mucho menos ante la creciente corrupción.
«Tentaciones siempre habrá, van a querer comprarlos, porque así opera el régimen corrupto. ¿A cuántos han comprado?, a muchos, este régimen funciona porque tiene maiceados a diputados, senadores, magistrados y, desde luego, que van a intentarlo con nuestros diputados», e insistió que quien se venda va a pasar «al basurero de la historia».
«Yo les aconsejo, porque es mucha la tentación y mucho el dinero el que reparte la mafia del poder, de que es mejor dejarles a los hijos pobreza, pero no deshonra».
No Andrés Manuel, te equivocas, es mejor dejar a los hijos un sistema en el que la deshonra no juegue papel alguno.
Sortean candidaturas plurinominales
El sistema de elección para los plurinominales que Morena ha tomado es el de sorteo. AMLO hizo hincapié en que el sistema es inédito en el país y que muestra las convicciones democráticas del partido.
Incluso Martí Batres, presidente del partido en cuestión advirtió a quienes quedarían fuera de la reserva plurinominal que:
«El que tenga muchas ganas de pelear, que le pegue al PRI y le pegue duro. Nadie debe perder la cabeza por una candidatura».
Pueden leerse ya las críticas: «que sortee también la candidatura a la presidencia, si tan convencido está del método». Morena, sin embargo, no debería someter a sorteo ni éste puesto ni ningún otro porque los candidatos deben ser, simple y llanamente, los mejor preparados para ejercerlo, esto es, los mejores para argumentar en favor de los principios del partido y los más capaces.
Desde la obtención de su registro, Morena intenta salir del paso accidentadamente: cada vez que se presenta la necesidad de tomar una decisión en torno a métodos de elección o políticas de derecho, aún aquellas que afectan a las garantías individuales (el derecho al aborto o matrimonio gay), el partido prefiere dejarlo a la decisión de la mayoría o a la suerte, aún en los casos en los que éste no es el método que ofrezca las mayores probabilidades para el bienestar individual y colectivo.
Tal y como ha simplificado el concepto de izquierda (no es que en México existe una opción política más seria en ese sentido), Morena también reduce la democracia a mayorías y al azar, lo que, en el fondo, sólo refleja los verdaderos mecanismos del partido: en el congreso puede terminar cualquier militante, porque, en última instancia, no son sus argumentos ni su capacidad política los que importan, sino su papel de portavoces de la voluntad de López Obrador.