Jaime Nebot: “Lo que hay aquí es una pandemia delincuencial”

Son las 13:45 del jueves 12 de octubre de 2017 y el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, no ha desayunado ni almorzado. El trajín octubrino lo tiene muy ocupado, pero se da tiempo para analizar la inseguridad que reina en la ciudad. Sentado en su escritorio y acompañado por Mauricio Pozo y Franklin Verduga, el funcionario se indigna por el incremento de la delincuencia y pide políticas de Estado urgentes para contrarrestarla. Extra conversó con él para trazar la cancha sobre este tema.

¿A qué se refería cuando dijo que aquí los delincuentes se sienten cómodos?

– Si usted en este país es detenido provisionalmente, la inmensa mayoría de las veces le cambian la detención preventiva por una visita a un juez. Si comete un delito de prisión o un delito de reclusión y en seis meses, en el primer caso, o un año, en el segundo, no hay sentencia en contra, usted sale libre. Aquí se abusa de cambiar la prisión preventiva. ¿A cuánto llega el porcentaje de sentencias respecto a los delitos denunciados? Ni al tres por ciento. Entonces me pregunto ¿ese no es un mercado de delincuentes? El delincuente se siente protegido por leyes prodelincuenciales y eso es muy malo. Los antecedentes de un delincuente son cinco, diez, quince, veinte, veinticinco veces preso y veinticinco veces libre.

Como el caso del sospechoso de asesinar al dueño del restaurante en Urdesa.

– Exactamente. ¿El delincuente no se siente cómodo con ese panorama? Por eso es que aumenta la delincuencia y si no hay derogatoria de esas disposiciones prodelincuenciales y si no hay una política de Estado a favor de la seguridad, no va a haber mejoras.

¿La justicia es alcahueta en Guayaquil?

– Las normas legales, que es peor, son alcahuetas de la falta de sanción al delincuente.

El distrito sur, Portete, Esteros y Cristo del Consuelo son los más conflictivos de Guayaquil. ¿Se va el problema de las manos?

– Es que estamos fomentando el problema, no es que se nos va de las manos. Es muy saludable que el Presidente quiera mandar 700 policías más. Supongamos que en lugar de venir 700 vienen 70 mil y que en una gigantesca redada todos los delincuentes son apresados. Ahí acabó la acción de la Policía, se los entrega a la justicia y después de una semana están otra vez todos en la calle.

– ¿Cómo atraer al turismo si en el malecón de Guayaquil hay asaltantes armados que detienen el tráfico?

– Eso hace mucho daño. No me mal interprete, en buena hora, ¿y sabe por qué? Porque así se conciencia la gente de lo que está pasando, porque aquí muchos se preocupan de la justicia, pero ¿la pobre gente a la que roban, violan y se muere todos los días, esa gente que no sale en el periódico porque no es importante, no tiene derechos? Yo me preocupo de eso y le digo que aquí hay una pandemia delincuencial, alcahueteada por las leyes prodelincuenciales.

Sus detractores dicen que también se genera violencia desde el Municipio cuando los metropolitanos golpean a los vendedores ambulantes para sacarlos de las calles. ¿Eso no abona al aumento de la delincuencia?

– Una cosa es el hurto famélico, el que se roba una gallina porque no tiene qué darle de comer a sus hijos. El delincuente organizado que tiene armamento, organización criminal, vehículo ¿tiene hambre? ¿El violador también viola porque no ha desayunado? Yo encontré aquí 35 mil vendedores ambulantes en la calle. ¿Sabe dónde están?. En 38 mercados, en la bahía convertido en un centro comercial abierto de lujo. Al trabajo informal hay que respetarlo, pero eso tiene un límite, tiene que ser donde el Municipio disponga, porque si no se está perjudicando al resto.

¿Vio el video del asalto de la noche del viernes?

– Si.

¿Qué sintió?.

– Indignación, pero no por el video ni por el sitio, sino porque eso pasa todos los días en todas partes del Ecuador.

Usted no vive en Guayaquil, sino en Mocolí, ¿se fue por la inseguridad también?

– Primero, el gran Guayaquil también está formado por Samborondón y Mocolí. Segundo, ¿usted cree que alguien puede pensar que yo no vivo en Guayaquil?

– Sí.

– Eso es cuestión de gustos, a mí me gusta Mocolí y a otros la cuculí. La gente no se preocupa de dónde duermo, sino de qué hago cuando estoy despierto y lo estoy bastantes horas al día trabajando para mis conciudadanos.

¿Es necesario el estado de excepción en la ciudad?

– Respeto la opinión ajena. Lo que se necesita para combatir con éxito la delincuencia y volver a la seguridad dentro de los cánones normales es que se eliminen las leyes prodelincuenciales y se ponga en marcha una política de seguridad de Estado, sin excluir a las personas -como nos excluyeron a nosotros en el año 2008-, con todo el dinero necesario, de manera permanente, con coordinación diaria, con rendición de cuentas periódicas y con veeduría imparcial. Eso es una política de seguridad, porque lo otro es prestarse a una farsa y comprometer el prestigio de uno en algo que no tiene salida.

Desde la Alcaldía se debatían temas de seguridad. Hasta se asesoró con William Bratton y Hugo Acero. ¿Qué se rescató?

– No debatíamos, trabajábamos. Traje a Hugo Acero, un latinoamericano sensato que contribuyó a la seguridad y a transformar Medellín y Bogotá, pero dijeron que no necesitaban a la empresa privada, ni a la Alcaldía de Guayaquil, que no necesitaban a nadie.

¿Fracasaron esas iniciativas?

– ¿Usted recuerda el plan Más Seguridad? ¿Por qué cree que la gente lo extraña? ¿Porque no funcionaba? Decían que yo sacaba réditos políticos de la lucha contra la inseguridad. Lo que sacaba era dolores de cabeza por meterme en un asunto que no me correspondía, sino que lo hacía por civismo. Entonces tomaron ellos (el régimen de Rafael Correa) el tema y ahora resuélvanlo. ¿Qué han hecho? ¿Cree en las estadísticas de que está disminuyendo el homicidio, pero crece el femicidio?. Usted y yo tenemos una cosa en común, vivimos en la calle.

¿Habló con el presidente Lenín Moreno sobre el tema o por ahora solo los une la consulta popular?

– Del tema de seguridad no he hablado con el Presidente. La consulta no nos une, sino un criterio de decir que si porque es conveniente para los ecuatorianos, a nuestro juicio.