¿Es el procesamiento de alimentos nuestro enemigo?

En el debate cotidiano sobre la nutrición, existe una tendencia creciente a estigmatizar cualquier producto que venga en un envase. Sin embargo, como especialistas en salud, debemos aclarar que procesar un alimento no lo convierte automáticamente en un riesgo. El verdadero desafío para los consumidores en Ecuador no es evitar la industria a toda costa, sino comprender cómo, para qué y hasta qué punto se transforma lo que comemos.

Es fundamental encontrar un equilibrio entre la ciencia y el sentido común. La clave reside en comer con conciencia, alejándonos de prejuicios y de dietas restrictivas que muchas veces carecen de sustento técnico. No se trata de rechazar etiquetas, sino de aprender a interpretarlas adecuadamente.

Seguridad alimentaria: El valor de la tecnología industrial

Contrario a la creencia popular, «no todo lo industrial es artificial, ni todo lo casero es necesariamente saludable». El procesamiento cumple una función crítica: garantizar que los productos sean seguros, nutritivos y duraderos. Un ejemplo emblemático es la pasteurización de la leche y sus derivados.

El yogur, por ejemplo, es uno de los pocos alimentos fermentados que consumimos de forma masiva. Su estructura nutricional es sumamente versátil, ayudando a la salud digestiva, el fortalecimiento de los huesos y aportando proteínas de alta calidad. Sin la intervención tecnológica, muchos de estos alimentos básicos serían inviables o peligrosos para el consumo humano.

Entendiendo la clasificación de los alimentos

Para despejar dudas, es útil recurrir a la Clasificación NOVA, un sistema que ordena los productos según su grado de intervención técnica:

El mito de lo «casero» frente a la industria moderna

Existe la idea errónea de que preparar comida en casa es un pase libre para la salud. No obstante, muchas preparaciones hogareñas contienen excesos de harinas refinadas, grasas saturadas y azúcares que añadimos sin medir las consecuencias.

Lo que define la calidad nutricional no es el lugar de fabricación, sino la integridad de sus ingredientes y su propósito funcional.

En Ecuador, gracias a las normativas de etiquetado, la industria ha evolucionado. Hoy es posible encontrar en las góndolas yogures sin sellos de advertencia y con perfiles nutricionales óptimos. Esto demuestra que la tecnología puede ser una gran aliada para preservar nutrientes si existe un compromiso con la salud pública.

Educación alimentaria: La herramienta del consumidor

Para avanzar hacia una mejor alimentación, debemos convertirnos en compradores responsables. Aquí algunas pautas clave:

• Lectura de etiquetas: Si usted reconoce la mayoría de los ingredientes, probablemente sea una opción válida. Si la lista parece un experimento de laboratorio, mejor busque una alternativa.
• Diferenciación científica: No se puede meter en el mismo saco a un yogur natural que a una gaseosa o un snack ultraprocesado.
• Reformulación: Valore las marcas que han reducido azúcares y sodio para cumplir con estándares más saludables.

En conclusión, el bienestar integral se logra entendiendo que todos somos parte de un sistema. Necesitamos autoridades sensibles, industrias comprometidas y, sobre todo, ciudadanos informados que elijan sus alimentos con conocimiento y sin miedo.