Google Pixel 7a análisis el golpe definitivo

Google Pixel 7a análisis el golpe definitivo

Google Pixel 7a análisis el golpe definitivo. No sólo se renueva la gama más alta de la familia de smartphones, Google está refrescando la que resulta más accesible: la «a». Así que, tras la buena acogida que tuvieron los Google Pixel 7 y Google Pixel 7 Pro, un nuevo retoño asoma la pantalla: el Google Pixel 7a. Y que nadie piense que por ser un «a» ve mermadas sus capacidades, más bien al contrario: se acerca como nunca a su hermano mayor. Peligrosamente. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página. También puedes participar en el WhatsApp. Si usas Telegram ingresa al siguiente enlace.

El Google Pixel 6a es uno de mis móviles habituales. Llevo casi desde que salió con él, está sufriendo como un campeón las pruebas de Android 14, me he hartado de recomendarlo a todo aquel que me preguntaba por un buen móvil; que a la vez fuese bonito y barato. Así que, con todos estos precedentes sobre la mesa, el Google Pixel 7a quiso demostrarme no sólo que estaba a la altura de su predecesor, también que Google ha querido diluir las fronteras entre la gama media y la alta. Una vez lo probé, la experiencia corroboró las buenas vibraciones que transmite su hoja de especificaciones.

Ficha técnica del Google Pixel 7a

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Diseño: sin sorpresas más allá de unos materiales de categoría

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Es cierto que la gama media a la que pertenece el nuevo Google Pixel 7a no lo es tanto con la subida de precio con respecto al Pixel 6a del 2022. El modelo actual supone algo más de desembolso, pero, a cambio, Google reduce como nunca el escalón entre categorías. En términos de diseño, no hay grandes evoluciones: lo bueno sigue siendo bueno.

Basta con observar el teléfono por su cara trasera para descubrir al instante que es un Pixel. Esta seña de identidad aplicada al diseño, y que queda patente en la línea de cámaras posteriores, ofrece cara trasera de policarbonaro con una selección de color que, a mi juicio, le sienta realmente bien: los contrastes de azul claro destacan el teléfono, le dan una apariencia juvenil y, no menos importante, evita las huellas de los habituales modelos en negro. Con otro punto que agradecemos quienes tenemos que retratar los protagonistas de review: no despide excesivos reflejos.

Los marcos alrededor de la pantalla son generosos. Y la curva aplicada al cuerpo de metal ensanchan innecesariamente las dimensiones del móvil, también la altura. No es demasiado grande teniendo en cuenta lo habitual en Android: las 6,1 pulgadas para la diagonal del panel permiten cierta contención general. Para mi gusto, es de los móviles más cómodos en el agarre, incluso pese a ser algo pesado para el tamaño: sus 193 gramos se hacen notar. Eso sí, qué solidez.

Cuerpo de aluminio con un tacto tan frío como sólido, agujero en la pantalla para la cámara frontal (ocupa unos 5 mm de diámetro) y los botones físicos en el costado a la altura perfecta para pulsarlos con comodidad. Quedan en el mismo color que el cuerpo y mantienen la molestia de los Pixel: Google se empeña en colocar el orden al contrario de lo habitual, con el botón de encendido arriba. Más allá de esta decisión, no hay más pegas.

Bandeja de nano SIM única en el costado izquierdo sin opción a expansión por SD (sí ofrece doble SIM con una segunda tarjeta electrónica o eSIM). En el borde inferior se sitúa la salida del altavoz externo secundario (el primario queda en el auricular de llamadas) y el USB C.

El Google Pixel 7a recibe dos notables mejoras de la gama superior: la certificación IP67, que garantiza su protección contra polvo y agua, y la carga inalámbrica.

Uno de los principales cambios del Google Pixel 7a con respecto a los modelos anteriores es la apuesta por la certificación IP67: es uno de los pocos móviles en la franja de la gama media/alta que ofrece dicha protección contra polvo y agua. Además, también incorpora una segunda e importante novedad: carga inalámbrica Qi. Por contra, Google mantiene la decisión de no añadir jack de auriculares.

Por detrás, el Google Pixel 7a hace gala de la banda de cámaras con un conjunto de doble objetivo protegido por cristal. La limpieza es notoria en este punto, también en el resto del diseño; lo que subraya la sobriedad y elegancia del teléfono, dos detalles clave en la familia Pixel.

Bonito a la vista, característico en su apariencia, una construcción envidiable, calidades en línea de la máxima calidad, una combinación de colores que destaca sin estridencias y un tamaño muy compacto que, sin embargo, podría ser más contenido si Google aprovechase un poco más los marcos del frontal y las generosas curvas del cuerpo de aluminio. Pequeñas pegas que no deslucen el resultado final, incluso pese a que el diseño no cambia con respecto a los anteriores modelos.

Pantalla: lo poco que le faltaba, ya lo tiene

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Los móviles de Google acostumbran a montar buenos paneles como norma, incluso en el segmento más económico. Y el que nos ocupa no es una excepción: las 6,1 pulgadas con resolución FHD+ están a la altura de la gama superior. De hecho, con este modelo eleva un peldaño las prestaciones del panel.

Tecnología gOLED con una representación amplia de color y una temperatura perfectamente adaptada para representar con fidelidad las tonalidades. Dos opciones a elegir desde los ajustes de pantalla: colores naturales (mi elección) o adaptativos, aquí hecho en falta poder personalizar la temperatura (Google no ofrece esta opción en sus teléfonos). Con los adaptativos el teléfono satura ligeramente la representación en pantalla para dar mayor viveza en la reproducción de contenido. Esta saturación no es, en ningún caso, exagerada.

La resolución FHD+ es más que válida para la diagonal de la pantalla: buena nitidez y una densidad de píxeles que alcanza los 431 PPP. El brillo es alto incluso en exteriores, no me he encontrado con problemas haciendo fotos bajo la luz del sol (por la gama lo encuentro más que aceptable; pese a una ligera dificultad al leer los menús de menor tamaño). Y hay un aspecto que se estrena en el Google Pixel 7a: la tasa de refresco por fin alcanza los 90 Hz, igual que en el Pixel 7.

Gracias a la nueva tasa de refresco adaptativa, seleccionable desde los ajustes de pantalla, el Pixel 7a varía los fps entre 60 y 90 Hz dependiendo del contenido a reproducir. Durante las transiciones entre apps, momento en el que se activan las animaciones, la tasa se eleva a los 90 Hz, también durante el desplazamiento en los menús o en los juegos. Esta mayor fluidez se aprecia de manera muy positiva, la diferencia con respecto al Google Pixel 6a es destacable. Aun así, hay momento en los que la fluidez se ve comprometida, siempre en las apps y fuera del sistema: la multitarea fluye de forma suave.

La pantalla del Google Pixel 7a se ve muy bien, está correctamente calibrada en temperatura y saturación de color, el contraste está a la altura de los mejores paneles OLED, la respuesta del brillo automático no entraña problema (el brillo mínimo es algo molesto en completa penumbra, aunque se puede reducir) y se incluye el habitual lector óptico bajo el panel.

El desbloqueo con huella está a buen nivel: suficientemente rápido y sin que me haya encontrado con problemas en interiores (con mucha luz sí puede dar algo de fallo). Además, la biometría dactilar se complementa con otra de las novedades que Google introduce en su Pixel 7a: desbloqueo facial. Como siempre, es menos seguro que la huella, pero también más práctica. Y puede configurarse dicho desbloqueo para que, con sólo mirar el teléfono, esté desbloqueado y en el escritorio en menos de un segundo. Lo echaba mucho de menos en los Google Pixel.

El Google Pixel 7a permite desbloquear el teléfono, y saltarse directamente la pantalla de bloqueo, con sólo agarrarlo y mirar a la pantalla. No tarda ni un segundo.

Nadie diría que el teléfono que llevo probando dos semanas es un gama media con sólo ver el frontal: su pantalla está a la altura de móviles mucho más caros. Es de bordes rectos, prácticamente simétrica (el borde inferior es ligeramente más ancho) y puede encenderse con doble toque; lo que, unido al desbloqueo facial, hace aún más sencillo utilizar el teléfono. Eso sí: para las compras en Google Play y los pagos móviles Google requiere la huella dactilar. O, en su defecto, un método de desbloqueo seguro manual (código PIN, contraseña o patrón).

Sonido: alto, potente y con una habitual pega

Hasta este apartado no puedo decir que el Google Pixel 7a dé problemas, más bien al contrario. Y esta grata experiencia queda perfectamente equiparada en cuestión de sonido, con independencia de la fuente de salida. Porque suena potente por su pareja de altavoces externos, destila audio en calidad HD y notable versatilidad. Todo más o menos bien a excepción de la ausencia del jack de auriculares, algo cada vez más común en la gama a la que pertenece el teléfono.

Hablemos de altavoces externos. Bueno, si es que resulta posible hablar: hacerlo con el volumen al máximo resulta difícil, la potencia de los altavoces es elevada. Por mis mediciones desde el Google Pixel 7a, la presión sonora máxima que logré fueron 87 dB, nada mal para un móvil de tamaño contenido. Sin excesivas estridencias incluso más allá del 90 % y con cierta falta de bajos. No entraña problema ni para escuchar música ni para reproducir películas, tampoco durante los juegos: el audio externo es potente y de calidad.

Cuando toca conectarle un dispositivo de audio, el Google Pixel 7a ofrece dos vías: a través de Bluetooth (5.3) o mediante el cable USB C. Google no ofrece salida analógica a través del puerto, se requieren unos auriculares con DAC incorporado, un DAC externo o un adaptador USB C a jack de 3,5 mm que incorpore su propio DAC. En cuestión de calidad de audio, ésta se mantiene a muy buen nivel: el Google Pixel 7a es un dispositivo apto para quienes disfrutan de los matices en su música. Lástima que no traiga un ecualizador de serie ni mejoras de audio, sería un buen añadido.

Por Bluetooth la calidad es igualmente alta, también ofrece una amplísima cantidad de códecs a los que echar mano si los auriculares son compatibles: SBC, AAC, LDAC, LC3, Opus y el conjunto de Qualcomm aptX. Dispone de audio HD, todo para mantener la máxima fidelidad posible y una experiencia sonora de alto nivel.

Potencia: poco más se le puede pedir por el precio

No hay grandes sorpresa en términos de componentes, el Google Tensor G2 que monta el Pixel 7a es un viejo conocido: ya lo estrenaron los Pixel 7. Tiene algo más de medio año y ya en su momento quedaba por detrás del Snapdragon 8 Gen 1. Aun así, sigue siendo un SoC de gama alta, así lo he notado durante el día a día.

Funcionamiento muy fluido, a punto para cualquier tarea por pesada que fuera, es capaz de mover los juegos de alta capacidad gráfica incluso a máximo rendimiento (el Genshin Impact, sin ir más lejos) y la multitarea es muy fluida. En todo momento aprecié un espíritu de gama alta, no tuve la más mínima queja. De hecho, pasa perfectamente por un Pixel 7 Pro, que vale 400 euros más.

La potencia bruta es notoria, aunque no queda tan patente en las pruebas de rendimiento: en ellas se nota que el Google Tensor G2 queda por detrás del buen hacer de Qualcomm. Los números, contrastados con parte de su competencia, quedan de la siguiente manera:

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Software: ¿qué más se le puede pedir a un Pixel?

No hay grandes novedades en lo que respecta al software de este Pixel, no en vano es un Pixel, con lo que ello implica. No es Android puro ni stock, que Google aplica su propia capa y apps exclusivas, sí se acerca lo máximo posible a la visión que tiene la empresa del sistema. Con la ventaja objetiva que esto posee, incluidas las actualizaciones inmediatas.

El móvil parte actualizado a Android 13, no incluye «bloatware» más allá de las (muchas) aplicaciones de Google, tiene las últimas actualizaciones de seguridad y Google Play, también incluye una notable limpieza en lo que ajustes y opciones superfluas se refiere. Con el inconveniente que esto supone: capas como MIUI o One UI incluyen más valor para el usuario; a cambio de mayor pesadez, una cosa por la otra.

El móvil se mueve a la perfección, ya lo comentaba en el apartado del rendimiento: la ligereza del software ayuda. Ofrece múltiples herramientas de privacidad, subtítulos automáticos, dispone de las herramientas exclusivas de edición con IA que ofrece Google Fotos, hace gala del mencionado desbloqueo facial y en definitiva, mantiene el equilibrio entre la limpieza de software y la funcionalidad.

Batería: suficiente para una jornada. Y más

En cifras no es que 4.385 mAh resulten exagerados, por ello hay que poner en perspectiva esta cantidad; no en vano el tamaño reducido de la pantalla y del propio teléfono quedan acordes a la autonomía. Y no me ha decepcionado, tampoco lo contrario: el Google Pixel 7a se mantiene en línea con lo mínimo, la jornada completa con una carga.

Es un teléfono que gestiona bien el consumo en segundo plano y con la pantalla apagada: con un uso reducido aguantó rachas de tres y cuatro días. Cuando lo exprimí para llevar a cabo las pruebas de campo me dio el día y medio con un uso habitual y el día raspado cuando lo utilicé fuera de casa, con reproducción de contenido multimedia durante los viajes y bajo redes móviles, normalmente 5G. Por lo general, no hay que preocuparse por la autonomía, tampoco perderla de vista si el enchufe no está en los objetivos de un plan de dos jornadas. Y en cuestión de horas de pantalla… Por lo general, las seis y siete horas con juegos y streaming, hasta unas ocho contabilicé bajo WiFi y básicamente redes sociales.

La capacidad de la batería me parece suficiente para las cualidades del móvil, la de carga me resulta muy justa para un teléfono que cuesta algo más de 500 euros: Google asegura que el Pixel 7a ofrece carga rápida de hasta 18 W. Con una pega importante que, por desgracia, se está tornando como norma: no incluye cargador en la caja, sólo un cable USB C doble; con su siempre bienvenido adaptador para USB A. Y una novedad que se agradece enormemente: Google incluye por primera vez carga inalámbrica Qi en un móvil de la familia «a». Eso sí, algo lenta: a 7,5 W (algo más de cuatro horas para revivir por completo el teléfono).

El Google Pixel 7a estrena carga inalámbrica, aunque ésta funciona de manera lenta: no esperes el móvil cargado antes de las cuatro horas.

Para cargar el Pixel 7a utilicé mi habitual cargador de Motorola a 125 W compatible con Power Delivery 3.0, el estándar que usa Google en el móvil. Midiendo la potencia de salida con un enchufe inteligente, comprobé que el primer tramo de carga se realiza a unos 22 W, casi hasta el 20 %. Después baja hasta los 18 W especificados por Google; con unos 6 W durante el último tramo de carga, sobre el 90 %.

Los tiempos que arrojó el proceso de carga fueron los siguientes:

  • 5 minutos de carga: 9 % de batería.
  • 10 minutos de carga: 17 % de batería.
  • 20 minutos de carga: 30 % de batería.
  • 30 minutos de carga: 42 % de batería.
  • 50 minutos de carga: 64 % de batería.
  • Total: una hora y 47 minutos.

Fotografía: no se me ocurre mejor cámara por su precio

Aunque actualmente Google ande un poco perdida con la IA que genera contenido, y Open AI la haya adelantado con su célebre ChatGPT, la multinacional del buscador lleva años aplicando la Inteligencia Artificial a un aspecto en el que los Pixel se hicieron fuertes: la fotografía. Este notable valor en la toma de imágenes y de vídeos hizo que hasta móviles tan austeros como el Google Pixel 3a sean unas auténticas bestias con las fotos. Al menos comparados con sus equivalentes en precio, justo lo que le ocurre a nuestro protagonista de hoy.

El Google Pixel 7a monta un sensor con la resolución más grande hasta la fecha en la familia: puede obtener tomas de 64 megapíxeles. Esto no tiene por qué ser determinante en la calidad, pero en el caso concreto del 7a sí suele aplicarse en la mayoría de escenas: se aprecia un notable incremento en el detalle, incluso haciendo zoom en las áreas más profundas de la imagen. Esta característica supone una notable ventaja en la fotografía diurna de exteriores.

El móvil realiza un excelente trabajo con el HDR automático, incluso en tomas donde existe un gran contraste entre las áreas luminosas y las oscuras: logra obtener un altísimo rango dinámico sin perder nitidez ni abusar del sharpening. Los colores son muy naturales, la temperatura de color es acertada, el procesado logra realzar la imagen incluso en condiciones algo difíciles y suele abusar de sus capacidades incluso cuando la escena no las necesita. Hay veces que el Pixel 7a se pasa de listo aplicando composiciones artísticas, lo que genera fotos algo irreales.

El sensor principal de 64 megapíxeles no acostumbra a entrañar problemas con suficiente luz: funciona de manera precisa y el enfoque automático es tan rápido como eficaz. Y mantiene uno de los detalles que más me gustan en la cámara de Google: el seguimiento de objetos y personas en movimiento. La IA de la app reconoce el punto marcado sobre la pantalla y mantiene el foco incluso aunque el sujeto se mueva. Esta función es perfecta para hacer fotos a los niños, por ejemplo. Y no se limita a la fotografía, que el seguimiento con enfoque automático también funciona en vídeo.

La foto superior está tomada en un día ventoso, el aire agitaba las lavandas de manera incesante. Marqué una de las flores sobre la pantalla del teléfono y la IA mantuvo el foco en el vaivén hasta que disparé: el resultado se mantuvo en foco con un bokeh natural y suficiente detalle. Tampoco hizo milagros, se aprecia una ligera trepidación.

El gran angular es más inconsistente, como es lógico: por las dimensiones de las imágenes que genera (13 megapíxeles) y por la curvatura de la lente en los extremos (pese al software de corrección, se aprecian ciertas deformaciones). Al hacer algo de zoom saltan las acuarelas, de noche pierde bastante calidad y, por el contrario, la temperatura y balance de blancos queda en línea del sensor principal.

El Google Pixel 7a mantiene un tratamiento similar para ambas cámaras, como puede verse en el montaje superior. También se aprecia la deformación de la lente en los extremos, da la sensación de que toda la foto vire al centro.

La aplicación de cámara es la habitual de los Pixel: ofrece disparo automático, permite ajustar muy pocos valores manuales (ajustes de exposición y balance de blancos), dispone de un excelente modo retrato marca de la casa, el modo nocturno está al nivel de los mejores rescatando luz de donde apenas hay (a fuerza de mantener la velocidad de obturación y el riesgo de las tomas movidas) e incorpora un modo de larga exposición para lograr tomas artísticas en las que visualizar la estela del agua o la de los coches circulando, por ejemplo. En escenas diurnas los resultados entre los dos modos anteriores son bastante similares, por no decir idénticos.

Además de los modos de captura, el Google Pixel 7a ofrece registro en RAW con una pega: no admite el guardado de las tomas a 64 megapíxeles, sólo el de las imágenes reducidas a 16,1 megapíxeles con el pixel binning. Curiosamente, también las tomas con el gran angular tienen una resolución de 16,1 megapíxeles pese a que el sensor es de 13. Y qué decir del Superzoom, Google hace muy buen trabajo con el recorte del sensor y la ampliación digital: el pixel 7a ofrece hasta 10x híbridos. Aprovechables pese a las acuarelas de las tomas a máximo zoom.

Aparte de las mejoras de captura, el móvil también incorpora ventajas en el postprocesado: Google Fotos tiene habilitados los modos de enfoque y borrador mágico. Son perfectos para eliminar detalles no deseados de las imágenes y aplicar enfoque por IA a tomas donde no se aprecian correctamente los elementos. Los resultados son de buena calidad en la mayoría de ocasiones, siempre dependiendo de la toma.

Para ver las fotografías obtenidas por el Google Pixel 7a sin editar accede a este enlace de Google Fotos.

Google Pixel 7a, la opinión

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2023 está siendo un año de inflación en todos los ámbitos, también en el de la tecnología móvil. De hecho, asistimos a una subida generalizada de los precios: no hay familia de teléfonos que no haya visto incrementar su coste de adquisición este año. También atañe al Google Pixel 7a, por supuesto, es más caro que el Pixel 6a, de 2022. Y, si bien el exterior y gran parte del interior no cambian en exceso, sí ha evolucionado lo suficiente como para merecer la actualización. De hecho, nuestro protagonista mejora en aspectos donde yo no esperaba que Google se aventurase.

El Google Pixel 7a es mejor que el modelo previo, es indudable. Más potente, pantalla con mayor tasa de refresco e incluye elementos reservados a la gama alta que aparecen por vez primera en la familia más económica: resistencia IP67 y carga inalámbrica. Su cámara está en el podio de su categoría; por más que el gran angular pierda puntos en comparación. Marcos amplios, no muy aprovechado en los bordes del cuerpo y detalles tontos que parecen más desidia que despiste; como no tener un ajuste rápido para el NFC o prescindir de una carga rápida decente (y sin cargador). Pese a que tiene aspectos negativos, sacarle pegas al Google Pixel 7a supone un notable esfuerzo. Sobre todo por los 509 euros que vale.

El Google Pixel 7a me ha parecido una gran inversión para los 509 euros que vale. Incluso se lo recomendaría a alguien que quisiera gastarse más del doble: cumplió con creces mis expectativas.

No será por móviles, que 2023 nos está colmando de modelos. Aún así, no se me ocurre mejor recomendación para alguien que busque un teléfono notable en todos los ámbitos y que no suba de 600 euros. Incluso aunque se disponga de más dinero: pondría la foto del Pixel 7a en el diccionario, junto a la definición de «mejor calidad/precio».