
Fraude Interno amenaza latente y cómo evitarlo
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Para muchos líderes de negocio, la idea de un fraude interno es una preocupación latente, una amenaza silenciosa que puede erosionar la confianza y la estabilidad desde adentro. Este riesgo, con un alto impacto reputacional y económico, se configura como uno de los actos ilícitos más dañinos para cualquier organización.
Sin embargo, reducir el fraude interno a la simple codicia de un empleado es una simplificación peligrosa. La realidad es mucho más compleja y está influenciada por profundos factores psicológicos, contextuales y culturales. Comprender estos impulsores es el primer paso para construir una defensa sólida.
Este artículo revela cuatro conclusiones sorprendentes sobre las verdaderas causas del fraude interno, basadas en una síntesis de investigación realizada para Deltech Audit, para que pueda proteger a su organización de manera más efectiva
1. El “porqué” del fraude es mucho más complejo de lo que se cree.
El modelo tradicional para explicar el fraude, conocido como el “triángulo del fraude”, se basa en tres elementos: Oportunidad, Presión Financiera (o motivación) y Racionalización. Sin embargo, este enfoque está incompleto. La investigación actual demuestra que falta una pieza clave.
El nuevo modelo, conocido como el “Diamante del Fraude”, añade un cuarto elemento crucial: la Capacidad. No basta con tener la motivación o la oportunidad; una persona debe poseer las habilidades, el conocimiento y la posición de autoridad necesarios para llevar a cabo el acto fraudulento y ocultarlo.
Este matiz es fundamental para la gestión de riesgos. Significa que las empresas no solo deben enfocarse en la motivación de un empleado, sino también analizar su rol, nivel de acceso, conocimientos técnicos y autoridad dentro de la organización para identificar dónde reside el verdadero potencial de riesgo.
2. La “permacrisis” mundial es un combustible para el riesgo interno.
Ningún fraude se comete en el vacío. Los empleados no son ajenos a las presiones del mundo exterior, y el actual estado de “permacrisis” o “policrisis” —un período prolongado de inestabilidad e inseguridad global— está creando un caldo de cultivo para el riesgo interno.
Varios factores externos clave actúan como catalizadores, empujando a individuos que de otro modo no considerarían cometer un fraude:
- Inestabilidad económica: La inflación y la caída del poder adquisitivo generan una inmensa presión financiera personal.
- Ansiedad e incertidumbre: El paradigma BANI (Frágil, Ansioso, No lineal e Incomprensible) fomenta un estado de ansiedad que puede nublar el juicio y la toma de decisiones éticas.
- Normalización de la corrupción: Una alta percepción de corrupción en la sociedad facilita que los empleados racionalicen sus propias faltas.
- Pérdida de lealtad: El declive de la lealtad tradicional hacia las empresas reduce las barreras morales para actuar en contra del empleador.
Esto demuestra que incluso los empleados más leales y honestos pueden verse empujados hacia conductas fraudulentas debido a presiones externas que están completamente fuera del control de la empresa.
3. La cultura de la empresa: su mejor defensa o su mayor vulnerabilidad.
Si bien los factores externos son influyentes, el entorno interno de la empresa es un elemento decisivo. Diversos estudios han identificado que factores como la debilidad de los controles internos, la falta de supervisión, la sensación de estar infravalorado o los bajos salarios son detonantes directos del fraude.
Una cultura organizacional deficiente crea el terreno fértil para estos riesgos, mientras que una cultura basada en el propósito y la confianza actúa como el antídoto más eficaz. De hecho, los datos muestran que las compañías con políticas ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) fuertes y visibles registran un 14% más de satisfacción entre sus trabajadores. Como lo resume la investigación, la clave está en construir una comunidad de valores compartidos:
Y es que una empresa sin propósito atrae empleados sin misión ni valores; por ello, generar comunidad de trabajo incluyendo el criterio, la confianza y la generosidad como parte del clima laboral permite superar la arrogancia de “lo mío” y construir un futuro positivo desde “lo nuestro”.
4. El mayor peligro es el que no se ve (hasta que es demasiado tarde).
Uno de los mayores desafíos del fraude corporativo es la “cifra negra”: la gran cantidad de incidentes que nunca se detectan o no se denuncian. Esto hace que sea extremadamente difícil para los líderes empresariales medir la verdadera escala del problema y basar sus estrategias únicamente en los casos conocidos.
Las estadísticas son reveladoras y contraintuitivas. Según un estudio de IBM, se tarda un promedio de 197 días en detectar una filtración de datos y otros 77 días en recuperarse de ella. Este lapso de tiempo ofrece una ventana de oportunidad inmensa para que el daño se magnifique.
Esta invisibilidad subraya una verdad crítica: las medidas reactivas son insuficientes. Esta invisibilidad no solo permite que el daño se magnifique, sino que, como señala la investigación, la escasez de datos fiables dificulta enormemente la creación de planes de prevención y mitigación efectivos. Por ello, la clave no está en reaccionar a los casos conocidos, sino en implementar sistemas proactivos de prevención y detección, diseñados precisamente porque la amenaza es, por naturaleza, difícil de detectar a simple vista.
Definición de Fraude interno
El fraude interno se define como los actos fraudulentos cometidos dentro de una organización por sus empleados, directivos o cualquier miembro con acceso privilegiado. Estos actos implican la manipulación o falsificación de información, el ocultamiento de hechos relevantes o la malversación de recursos, con el objetivo de obtener beneficios indebidos o causar perjuicios a la organización (Lois et al., 2022[1]; Cepeda et al., 2011[2]; Wiszniowski, 2011[3]). Los elementos esenciales que lo caracterizan son:
• Intencionalidad: El acto fraudulento es deliberado, no accidental.
• Engaño y ocultamiento: Se basa en la manipulación de información y el encubrimiento de los hechos.
• Daño organizacional: Busca un beneficio personal o de terceros a costa de la organización
Una Nueva Perspectiva para la Prevención
El fraude interno no es un simple acto de un individuo deshonesto; es un fenómeno complejo impulsado por una combinación de psicología individual, una cultura empresarial deficiente y tendencias sociales y económicas más amplias. Ignorar cualquiera de estos elementos es dejar una puerta abierta al riesgo.
La pregunta no es si el fraude podría ocurrir, sino si su cultura está preparada para evitarlo.