Fórmula para la paz

En una película de 2011, llamada Es lo que soy, un profesor de primaria habría ganado un carro en un concurso auspiciado por un periódico para premiar a quien pudiera proponer en menos de 25 palabras una solución para garantizar la paz mundial. El referido profesor lo hizo con tan solo 4 palabras: Dignidad humana + compasión = PAZ.

La compasión es entendida como el sentimiento de solidaridad que se genera en una persona frente al sufrimiento de la otra. No se trata de sentir pena, sino de un sentimiento verdadero de empatía ante al dolor ajeno que lleva al deseo de tomar medidas para aliviarlo o eliminarlo.

La dignidad humana es un valor primario y absoluto que se impone por fuerza de la naturaleza del ser. El respeto al individuo en todos los órdenes de lo que ser humano significa es lo que se denomina: dignidad humana. Todo individuo debe ser tratado con respeto porque es lo que se merece, porque es lo que le corresponde por la mera circunstancia de pertenecer a la especie, independientemente de su condición. Rico o pobre, letrado o no, experto o novato, sano o enfermo, político o apolítico, servidor público o administrado, autoridad o ciudadano, delincuente o no, la persona debe ser tratada con respeto, con el respeto que dimana de su condición humana.

En el mundo de lo jurídico los dos conceptos, dignidad humana y compasión, se encuentran consagrados en las normas constitucionales que proclaman la dignidad humana como derecho fundamental y la solidaridad como principio esencial del Estado social de derecho.

Cómo se enlazan estos conceptos en una operación aritmética de adición para dar como resultado la paz, puede decirse que ocurre si cuando se viola la dignidad humana aparece la compasión para, con la fuerza de su efecto restablecedor, lograr de nuevo el equilibrio perdido e instalar la paz.

Si un individuo irrespeta la dignidad humana del otro, la compasión de quienes comparten el dolor de la víctima puede lograr su protección, la erradicación del sufrimiento y el restablecimiento de la paz. Es lo que ocurre en la película citada, cuando en el colegio se produce un grave irrespeto a la dignidad humana de una niña y la compasión de algunos compañeros llevan al entendimiento generalizado de que la conducta irrespetuosa no debe ser admitida, y el trato solidario y afectuoso del profesor le sirve de consuelo a la niña y promueve el valor de la paz entre los jóvenes estudiantes.

En el ámbito interno, la paz social depende, sin duda, del respeto a la dignidad humana de ciudadanos y gobernantes y del sentimiento de compasión que debe generarse entre los mismos, ciudadanos y gobernantes, frente a cualquier violación que contra ella se produzca. La paz no se logra si frente a la violación de la dignidad humana, en lugar de aflorar la compasión, se promueven actos de igual naturaleza.

Es un trato indigno todo aquello que otro no desearía para sí mismo. La compasión es la solidaridad que se impone cuando este trato que no deseo para mí lo sufre otro. El derecho debe ser instrumento para garantizar el trato digno y promover la solidaridad, pero el derecho no es suficiente si estos no son valores comunes de la sociedad que se organiza bajo sus reglas.

Hay que identificar y poner freno a tanto trato humano indigno, venga de donde venga, afecte a quien afecte; hay que recuperar el valor fundamental del sentimiento de la compasión y solo así estaremos en el camino para lograr la paz.