Familiares de las seleccionadas de Ecuador alistan gran recibimiento
La historia que existe atrás de cada una de las 20 jugadoras de la selección femenina del Ecuador que clasificó al Mundial es similar por sus gustos por practicar el balompié.
Una de ellas, Íngrid Rodríguez, empezó a patear la pelota en las calles de su barrio, la cooperativa Jacobo Bucaram, en la isla Trinitaria, según narra su hermana mayor, Estefanía. “Mi padre (Ufredo) se ponía a tapar y ella pateaba”. Es quien más la ha apoyado, refiere la consanguínea de la delantera tricolor, y confiesa que el pasado martes gritaron junto con su madre, Olinda Alvarado, la hazaña de las jugadoras.
La delantera del equipo nacional en sus inicios recibió varias reprimendas de su madre, quien cuenta que no le gustaba que su hija jugara pelota. “Quería que estudiara y dos veces la castigué (lo dice entre risas), pero cuando vi que la convocaban a las diferentes selecciones de fútbol de Guayas y Ecuador fui cediendo”, narra la mamá de la futbolista que admira a Toño Valencia y que a su regreso le prepararán seco de pollo, uno de sus platos preferidos.
La consanguínea de Íngrid dice que en varias ocasiones ha acompañado a su hermana a verla actuar y que también sufre con ella. “Pero más he celebrado sus victorias”, agrega.
Hincha confesa de Barcelona, la seleccionada nacional ha acudido siempre al estadio acompañada de su padre y ha declarado su deseo, si se da la oportunidad, de salir a jugar en un equipo del exterior.
Dentro de lo poco que percibe en el Club Rocafuerte ($ 200 mensuales), su madre dice que ayuda en la casa y una de las promesas de la futbolista, luego de que logró la clasificación, es llevar a toda su familia (padres, dos hermanos y dos sobrinos) a visitar el santuario de la santa Narcisa de Jesús, en Nobol.
Creyente de Narcisa, su hermana afirma que siempre lleva una estampilla con la imagen de la santa y se encomienda a ella para que todo le salga bien en un partido.
Goleadora
Otra de las seleccionadas a la que también esperan con mucha alegría es Mónica Quinteros, de 26 años, oriunda de Santa Rosa, El Oro, y autora del gol ante Trinidad y Tobago.
Los familiares de la número 10 de la Selección, Ámbar Torres, detallaron cómo vivieron el partido final de la Tricolor y confesaron que uno de los sueños de la armadora del equipo femenino de Ecuador era llegar a un Mundial, y lo consiguió.
Su hermana Joyce y su madre la esperan con mucha alegría.
21 jugadoras estuvieron en la nómina para la repesca.