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Este lunes 7 de junio, varios planteles particulares de Guayaquil reabrieron sus puertas a los alumnos después de permanecer más de un año cerradas por la pandemia de la Covid-19.
Algunos estudiantes estaban emocionados por reencontrarse con sus compañeros y otros nerviosos por volver a las aulas después de un 2020 y lo que va del 2021 donde han tenido que lidiar con plataformas virtuales desde casa.
Ningún establecimiento educativo fiscal de la ciudad recibió estudiantes en sus instalaciones, a pesar de formar parte de las 1.301 instituciones del país que pueden hacerlo, luego de que el COE Nacional aprobara el retorno a clases presenciales, progresivo y voluntario. En Ecuador hay 15.135 planteles entre fiscales, fiscomisionales, municipales y particulares.
Desde muy temprano, en la Unidad Educativa Delfos, ubicada en el norte de la ciudad, madres y padres llegaron con sus hijos a quienes les recordaron que debían permanecer con la mascarilla puesta en todo momento y lavarse las manos varias veces al día.
La entidad tiene 900 alumnos entre la jornada matutina y vespertina. Pero los lunes y miércoles irán 10 estudiantes de secundaria y martes y jueves igual número de niños de inicial y primaria. Los niños fueron recibido con música.
El edificio escolar es el mismo, pero todo lo demás ha cambiado: en la entrada se les tomó la temperatura, se les desinfectó uniforme y zapatos, y se les colocó alcohol.
Estudiantes retornan a las aulas.
Nela Verdezoto, rectora del plantel, recordó a los niños que no pueden abrazarse ni agarrarse al jugar. Están divididos por aulas burbujas. Los horarios de clases se han acortado entre tres y cuatro horas, dependiendo de la jornada
En los pasillos, patios y baños se han colocado flechas adhesivas de circulación en el suelo y lavamanos, en varios colores, para que se cumpla con el distanciamiento físico. En el aula, los pupitres también estaban separados a casi dos metros de distancia.
Samuel Duarte, de 11 años, fue el único alumno que estuvo en el aula de octavo básico. «Estoy contento de regresar al colegio porque quiero ver a mis amigos», dijo emocionado, aunque reconoció que tiene un poco de temor de poder contagiarse.
Andrés Cevallos, de tercero de bachillerato compartió el aula con otro compañero. ‘Ya era hora de regresar al colegio, ahora tenemos que seguir las instrucciones de los docentes para continuar en la jornada sin problemas’ , manifestó.
Los profesores estaban atentos a cualquier movimiento. Los escolares estaban emocionados. Y aunque las mascarillas tapaban sus rostros no pudieron contener las carcajadas.
La pandemia sacó a 4,4 millones de estudiantes de las aulas en marzo de 2020. Entre agosto y diciembre del año pasado hubo algún simulacro de apertura, con el retorno en 77 planteles de la Sierra, a los que 10.000 niños estaban yendo con total normalidad; pero el COE suspendió la asistencia a clases presenciales porque los casos de COVID-19 estaban en aumento.
Las clases no presenciales han incidido negativamente en el bienestar y aprendizaje de los niños. Aunque no hay cifras oficiales divulgadas por el Ministerio de Educación, la Unicef estima que 90.000 estudiantes del país han abandonado la escuela, mientras que seis de cada diez alumnos consideran que está aprendiendo menos.