Vulnerables no solo por edad: por carga viral, genes y males

“Era un hombre joven, no tenía ninguna enfermedad”. Mery Quijije dice esto al recordar la muerte de su cuñado Israel, de 38 años, víctima del COVID-19, a fines de marzo pasado, en el sector conocido como Cisne 2, en el suburbio oeste de Guayaquil.

Israel, cuenta ella, empezó con síntomas gripales: congestión nasal, dolor de cabeza y picor en la garganta. “Él pensaba que era una gripe cualquiera; no se cuidó, abría la refrigeradora, tomaba cosas heladas, andaba por la calle sin mascarilla…”, dice Mery, de 42 años, mientras relata los esfuerzos que hicieron para ingresarlo a un hospital cuando la tos, la fiebre y los ahogos ya no se pudieron controlar en casa.

Todo fue inútil, Israel no llegó a un hospital. Su corazón no resistió la falta de oxígeno, se paralizó, y falleció en casa en medio de la angustia de sus familiares. “Se me parte al corazón, su mamá no acepta su muerte, habla de él como si aún estuviera vivo”, dice Mery sorprendida porque la muerte tocó a su joven cuñado cuando toda la familia cuidaba a los padres y abuelos, los más vulnerables a la pandemia de coronavirus.

Israel, joven y saludable, no parecía vulnerable o tener mayores posibilidades de enfermarse y morir por el COVID-19. Sin embargo, 228 adultos jóvenes como él, de entre 20 y 50 años –tres veces más hombres (170) que mujeres (58)– fallecieron por el virus hasta el 23 de abril, según las estadísticas oficiales, pero no reales, del Ministerio de Salud Pública, MSP. Esta entidad no atendió una entrevista, pues señaló que la agenda estaba copada.

De ahí, la pregunta que inquieta a muchos: ¿cómo saber quién es más o menos vulnerable al coronavirus? Investigadores, infectólogos, virólogos y expertos en medicina crítica analizan las edades de los 1588 fallecidos en el país, 560 casos confirmados y 1028 probables. Con la experiencia de tratar a estos pacientes, algunos coinciden en que la vulnerabilidad depende de la edad, de los genes, de la carga viral, de enfermedades anteriores y de que se llegue pronto a un hospital que brinde atención especializada.

“Los jóvenes subestimaron el virus, pensaron que era una gripe fuerte y no creyeron que el virus mataba realmente, hubo una mayor exposición, recibieron más carga viral y por eso desarrollaron síntomas más severos”, dice Jhon Cuenca, médico intensivista de las clínicas Kennedy Alborada y Samborondón. Mientras que el genetista Milton Jijón agrega que a mayor carga viral hay más riesgo. De ahí que el 15 % (1667) de los contagiados corresponde al personal de salud, médicos, enfermeras y auxiliares.

A diario llegan varios féretros al Cementerio General, de Guayaquil.

Cuando los enfermos llegaron a los hospitales los encontraron colapsados. La falta de camas aumentó su vulnerabilidad en pleno pico de la epidemia. “Han pasado de un lugar a otro para conseguir internación y llegan con una enfermedad evolucionada”, señala José Luis Vergara, especialista en Terapia Intensiva en los hospitales Luis Vernaza, de la Junta de Beneficencia, y del Guasmo, del Ministerio de Salud. Ahí la mortalidad por COVID-19 es mayor en personas de 51 y 70 años, afirma. Según las cifras, el grupo de entre 50 y 80 años representa el 67 % de fallecidos, con 1065 casos de 1588, la mayoría hombres como Washington López Vera, de 78 años, quien murió el 19 de abril. Era hipertenso, pero muy activo.

“Él dijo: ‘ya no aguanto más’, recuerda con tristeza su nuera, Ericka Moreno. En el hospital del IESS Teodoro Maldonado Carbo le diagnosticaron neumonía y después de dos días este abogado jubilado falleció, mientras que su esposa, de 72 años, hipertensa, diabética, tratada por un cáncer y quien empezó primero con los síntomas del virus, se recuperó.

“El cromosoma X tiene algún efecto protector y como las mujeres tienen dos, por eso está en mejores condiciones que el varón”, explica la viróloga Aracely Álava, al analizar la mayor vulnerabilidad de hombres frente a mujeres; mientras que Hernán Aguirre, presidente de la Sociedad de Medicina Crítica, agrega que las enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión agravan a los enfermos, en especial de la tercera edad, otra condición vulnerable.

“Si se logra entender la vulnerabilidad se podrán sacar conclusiones como quién tiene más riesgo, una eventual vacuna y esquemas terapéuticos”, concluye Andrés Díaz, vicepresidente de la Sociedad de Infectología del Guayas. (I)