A sus 77 años de creación, la Casa de la Cultura se distancia más de ciudadanos, artistas y gestores
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En el día Nacional de la Cultura, artistas y gestores culturales esperan una renovación de la gestión de la CCE.
Punto Noticias. Con este sueño, de ser un país pequeño, pero una potencia cultural, Benjamín Carrión promovió la creación de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, que se concretó un 9 de agosto de 1944. 77 años después, en medio de una pandemia, la institución ya no vive ni respira arte y cultura; ahora, sobrevive en cuidados intensivos ante un cuestionado proceso electoral en marcha.
“Orientar el desarrollo de la cultura nacional y universal, estimular su conocimiento y difundir los valores de la cultura ecuatoriana en el ámbito nacional e internacional”. Es una de las finalidades de la Casa de la Cultura, según reza en su página web. Pero ¿qué tanto lo aplican sus autoridades?
Miles de personas transitan por la avenida Patria y 6 de diciembre, donde se ubica el edificio de los espejos. Para Adrián Guerra, aficionado del cine, lamentablemente la gestión de la CCE se ha reducido a que sus instalaciones sean visitadas y utilizadas por un pequeño grupo de personas, pero no se ha democratizado aún este espacio.
Para Estefanía Manzano, si bien se desarrollan eventos importantes, aún hay una percepción únicamente de realizar encuentros artísticos y se deja a un lado muchos factores que engloban la cultura.
Zamantha Martínez destacó que la Casa de la Cultura haya sido un centro de resistencia, lucha y acogida para el movimiento indígena durante las protestas de octubre de 2019. Dijo que ese momento rompió con la visión foklorista que mantiene la CCE sobre los indígenas.
La escritora Gabriela Ruiz lamentó que se ha entorpecido la participación de los artistas para formar parte de esta institución, sobre todo, en este proceso electoral, que tuvo una acción de protección por la vulneración de derechos de quienes pueden ejercer su derecho al voto.
Las Plenaria de la Casa de la Cultura emitió un Reglamento que obligaba a quienes pertenecían al Registro Único de Artistas (RUAC) a emitir una carta de intención del voto para poder ser incluidos en el padrón, si así lo decidían las autoridades de cada núcleo.
Tras la acción de protección, las irregularidades continuaron. Una vez publicado el padrón electoral, los electores tenían su Recinto electoral en otras parroquias, incluso en otros cantones, del lugar de residencia. Otros, quedaron fuera del padrón electoral, pese a enviar la carta y cumplir con los requisitos.
Las restricciones de la pandemia han separado aún más la Casa de la Cultura de los ciudadanos, artistas y gestores. A sus 77 años de creación, con irregularidades en el proceso de elección de nuevos directores de sus núcleos, presupuestos irrisorios y una falta de atención de las autoridades nacionales, la Casa de la Cultura lucha por mantenerse en pie.