Niño Viajero recorrió barrios de Cuenca bajo protocolos de bioseguridad por la pandemia del COVID-19

Cuenca –

El Pase del Niño Viajero es una actividad tan esperada en Cuenca, que no podía suspenderse ni siquiera por la pandemia del COVID-19. Hasta el año pasado esta procesión convocaba a más de 10.000 personas en una sola calle, pero este año la imagen venerada por los creyentes católicos no se colocó en un altar, sino en una avioneta y un vehículo para recorrer diferentes barrios sin generar aglomeraciones.

Por la cantidad de gente que salía a la calle Bolívar el Pase el Niño Viajero es conocido como “el quinto río de Cuenca”, pero en esta ocasión este gran cauce se convirtió en vertientes que recorrieron de norte a sur.

La mañana del 24 de diciembre se inició con lluvia, eso generó que el sobrevuelo en la avioneta contratada por el Consejo Nacional de Laicos se retrase 30 minutos y empezó a las 07:30. La pequeña aeronave atravesó el cielo morlaco cubriendo diferentes parroquias, especialmente rurales, como Quingeo, Santana o Ricaurte.

Ya en la pista del aeropuerto Mariscal Lamar, el arzobispo de la ciudad, Marcos Pérez, levantó la imagen e hizo la señal de la cruz y partió rápidamente a la Catedral de la Inmaculada para presidir la primera misa.

En el templo todo transcurría con normalidad y en el momento de la homilía la principal autoridad religiosa de Cuenca hizo un comentario acorde con la fecha y a la coyuntura mundial: “Hasta este año a todos nos parecía haber descubierto la clave de la felicidad porque llenos de orgullo creíamos tener el mundo en nuestras manos, tantos adelantos científicos y tecnológicos. Todo lo podía el hombre, éramos una especie de dioses, pero resulta que apareció un virus tan pequeñito y nos mandó al suelo”, afirmó el padre.

Eran las 09:30 y todo estaba listo para iniciar el Pase con las modificaciones aprobadas por el Comité de Operaciones Emergentes (COE): no parar en ningún momento, evitar las calles del Centro Histórico y no ir cerca de los mercados.

Esto no para evitar que la gente observe la imagen del Niño Viajero, sino para que no se generen aglomeraciones y por ende posibles contagios del coronavirus. Solo en la salida desde la Catedral de la Inmaculada y el arribo al Monasterio del Carmen se notó una presencia importante de personas, pero durante el resto del trayecto el distanciamiento fue respetado por los fieles.

A cada paso el ‘Viajero’ generaba demostraciones de devoción. En las avenidas 12 de Octubre y Loja lo recibieron con juegos pirotécnicos, en la avenida Diez de Agosto la gente preparó altares y en otros lugares lo esperaban con papel picado, globos o pétalos de rosas. Hubo algarabía.

Lo que sí se evidenció con frecuencia fue el apego de los fieles que al verlo pasar alzaban las manos para santiguarse y seguir en sus actividades. Uno de los momentos más llamativos fue cuando la procesión motorizada atravesó por el redondel de Etapa y unos médicos salieron para arrodillarse y persignarse.

Isabel Arias, de 88 años, esperó en el parterre con flores e incienso. La acompañaron su hija, Ana Ramón y su nieto Pedro Cedillo, un joven con discapacidad mental que estaba un poco triste porque este año no pudo salir al Pase.

Su abuela contó que lo llevaban desde que tenía un año, pero comprendió que por la pandemia las cosas cambiaron. Aun así se mostraron alegres porque “Él (Niño Viajero) pasaba solo en el Centro y ahora nos visita a todos”, dijo.

En la parte final del trayecto en la esquina de las calles Octavio Cordero y Sangurima lo esperaba María Torres junto con sus hijos Millan y Dana.

También estaba su madre que vigilaba a los pequeños mientras ella sostenía una imagen familiar del Niño Dios que le acompaña desde hace nueve años, relató la mujer.

María Tigre, madre de Torres, también sintió emoción, aunque lo vio por escasos segundos, pero manifestó que con eso la Nochebuena del 24 de diciembre estuvo compensada. Con ojos llorosos, al ver pasar la imagen, solo le pidió un milagro antes de volver a su casa, “que termine de una vez la pandemia”. Ese fue el pedido de muchos feligreses durante la actividad en Cuenca. (I)