Identidad y turismo por la Diablada de Píllaro

Píllaro –

El lunes, en el último de los seis días de la Diablada Pillareña, desde los cuatro puntos cardinales de Píllaro salieron diablos, guarichas, capariches, parejas de línea, bandas de pueblo e incluso uno que otro chorizo para tomarse el centro de la ciudad y con sus bailes contagiar de alegría a los cientos de turistas que llegaron a disfrutar de las partidas o comparsas de esta celebración, que desde el 2009 es parte del Patrimonio Cultural Intangible del Ecuador.

Según el alcalde de Píllaro, Francisco Yanchatipán, la presencia de turistas entre el 1 al 6 de enero superó las expectativas de 8000 personas diarias.

Entre semana llegaron alrededor de 9000 turistas diarios y el fin de semana aumentó a entre 10 000 y 12 000 cada día. Por esas cifras, las autoridades dicen que la Diablada Pillareña tomó mayor auge, tanto en el país como en el extranjero.

Comentó que ante la presencia masiva de turistas nacionales y extranjeros, hay el compromiso de las autoridades para continuar el trabajo y fortalecer aún más la tradición cultural.

Mencionó que a través de campaña y acciones coordinadas con diferentes instituciones se trató de evitar el consumo excesivo de licor. Y en los próximos días se darán a conocer los resultados de esta tarea, pero anticipó que incluso se hicieron decomisos de alcohol.

Diana Mesías, jefa de la sección de Cultura, Deportes, Turismo y Recreación del Municipio de Píllaro, reconoció que se cumplió con los compromisos asumidos con los cabecillas de las partidas, porque ellos también formaron parte de la campaña de socialización y sensibilización cultural.

Comentó que por esa razón en cada comparsa se respetaron las funciones de cada personaje. Por ejemplo, el capariche (barrendero) iba abriendo el paso. Adicional, el número de parejas de línea aumentaron de las seis tradicionales a más de doce, lo que es importante porque constituye la columna vertebral de cada partida, destacó.

Mesías recordó que el chorizo o payaso no consta como uno de los personajes de la Diablada Pillareña en la declaratoria de esta celebración como Patrimonio Cultural Intangible de Ecuador, pero en recopilaciones orales se menciona que sí existió. Y por esa razón algunas partidas y colectivos lo han querido incluir, por lo que se trabajará con el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural en socialización, para retomar nuevamente a este personaje y recuperarlo, para que sea parte de las comparsas.

Con relación a las guarichas, que originalmente eran hombres vestidos de mujeres, pero que ahora también se disfrazan las damas, la funcionaria puntualizó que antes, en una sociedad machista, los varones tenían mayor espacio, pero que con la equidad de género los diferentes personajes se visten tanto chicas como chicos, con lo que se resalta que Píllaro es bastante inclusivo.

Píllaro, imán turístico

Juan Medina, de la operadora turística Sacha Yaku, reconoció que cada vez hay más turistas extranjeros que en las visitas a Ecuador incluyen a Píllaro como destino para observar la Diablada Pillareña.

“El año anterior estuve con un pequeño grupo de personas. En esta oportunidad llegaron dos grupos con doce norteamericanos cada uno, que además de disfrutar de los encantos del parque nacional Los Llanganates también quisieron asistir a la Diablada. Por esa razón tenemos que seguir trabajando para conservar esta tradición que trasciende fronteras”, agregó.

Luis Mayorga, propietario del local La casa de la guaricha y algo más, en el centro de Píllaro, reconoció que en este año aumentó entre el 20 % y el 30 % la venta y alquiler de disfraces y caretas para los diferentes personajes de las partidas.

Solo de guarichas y diablos alquiló más de 50 trajes diarios, a $5 cada uno. Para él esto es bueno porque en los seis días de la Diablada Pillareña se mejora la economía del cantón.

Fiesta patrimonial

Comparsa

Historia

La Diablada de Píllaro, una fiesta popular de este cantón de la provincia de Tungurahua, es Patrimonio Cultural Inmaterial del Ecuador desde el 2009. Se celebra siempre del 1 al 6 de enero de cada año. Cuenta la leyenda que a los indígenas de la colonia les daban un día al año para el descanso. Este lo aprovechaban para disfrazarse de diablos y distraerse. Fue también una forma de protesta. El ritual se realizaba primero en las grandes haciendas.(F)