Jorge Barraza: Libertadores: ¿Un mano a mano entre Brasil y Argentina…?

El jueves terminó la fase de grupos de la Libertadores con un saldo abrumador (también inquietante): 12 de los 16 clasificados a octavos de final son argentinos y brasileños, seis cada uno, o sea el 75 % de los que definirán la Copa son de solo dos países. Completan: dos paraguayos –Cerro Porteño y Libertad–, un colombiano –Atlético Nacional– y un chileno –Colo Colo–, que con 8 puntitos arañó un casillero y se quedó con él por diferencia de gol. La multitudinaria presencia argentino-brasileña dispara una pregunta: ¿es casual o marca una tendencia…?

Sin necesidad de recordar la historia (entre ambos suman 42 de los 58 títulos), digamos apenas que el año pasado habían entrado también 6 brasileños y 4 argentinos. Y en 2015 fueron 5 argentinos y 4 brasileños. De modo que ya se puede hablar de una proclividad hacia la polarización.

No llegaron a la recta final equipos de Bolivia, Ecuador, Perú, Uruguay y Venezuela. Y no sorprende. Junto con las de Chile y Paraguay son las ligas menos poderosas económicamente. Lo de los representantes paraguayos tiene explicación: Cerro Porteño busca desde hace años, casi con desesperación, una corona internacional que lo aproxime al nivel de Olimpia, el llamado Rey de Copas Paraguayo. Y apela una y otra vez a la millonaria chequera de su presidente Juan José Zapag.

En tanto Libertad, el equipo del presidente de la República, Horacio Cartes (lo presidió por más de diez años e inyecta o acerca recursos importantes), ha armado un equipo inusualmente costoso para el medio guaraní.

Nacional de Medellín, a su vez, es propiedad del segundo grupo económico e industrial más grande de Colombia: la Organización Ardila Lülle, dueña de la cadena de radio y televisión RCN, de la bebida Postobón y más de ochenta empresas en diferentes rubros. Nacional es el ojito derecho del conglomerado y por ello siempre presenta excelentes equipos y entrenadores, capaces de competir con la máxima aspiración.

Colo Colo, por su parte, es una sociedad anónima –Blanco y Negro S.A.– perteneciente en alto porcentaje a Gabriel Ruiz-Tagle, riquísimo empresario y político. Como vemos, hay una fuerte razón financiera detrás de los pocos que intentarán derribar el cerco casi impenetrable que representan los equipos brasileños y argentinos.

En el caso de Colombia y Chile se da el caso, no siendo precisamente el de Nacional y Colo Colo, que los accionistas muchas veces están ávidos por tomar ganancias, de modo que, cuando surge una figura, rápidamente la venden, y tampoco invierten demasiado en conformar planteles competitivos, la fórmula esencial y primaria para lograr grandes objetivos.

La brecha inmensa entre Europa y Sudamérica a nivel de club puede tener ahora un correlato dentro mismo del continente entre los dos grandes y el resto. ¿Por qué se distancian del resto y monopolizan los éxitos…? No hay demasiados secretos, sí sólidas razones:

1) El potencial histórico de su fútbol, que siempre produce notables jugadores.

2) La tradición ganadora, que sin dudas genera una mística.

3) La inmensa grandeza y popularidad de sus clubes.

4) La fuerza del medio: los enormes ingresos que reciben por la televisación, las taquillas, las cuotas societarias, las transferencias de jugadores, etcétera.

5) La autoexigencia permanente por nuevas conquistas y la presión de los hinchas por el mismo motivo.

Un dato ilustrativo: River Plate posee 146.000 socios, de los cuales alrededor del 85 % es activo, o sea unos 124.000 pagan su cuota mensual. Boca tiene 139.000; Independiente 105.000. Corinthians 135.000, Gremio 115.000, Flamengo 101.000.

Los títulos no se compran, se consiguen. Por eso, una buena chequera no garantiza triunfos, pero ayuda. Días pasados compartimos una cena con el representante de Lautaro Acosta, la estrella y el símbolo de Lanús, comentó que tenían tres ofertas: una de China por 16 millones de dólares, otra de México por 6 millones y una de Lanús, para que renueve y se quede en el club, por 3,9 millones de dólares por tres años.

Es decir: Lanús, un club ordenado, aunque pequeño en comparación con los antes nombrados, le ofrece a su mejor futbolista 1’300.000 dólares al año de contrato, impensable en muchos otros países de la región. Esto da una idea de los valores que se manejan en Argentina, por ejemplo. Que son incluso bastante inferiores a los de Brasil.

Otro dato: Independiente está blindando a la mayoría de sus jugadores con una cláusula de rescisión de 20 millones de dólares. Obviamente, les tienen que dar a ellos una remuneración acorde a esa cotización. Pero quien quiera llevarle un profesional importante deberá realizar una oferta millonaria.

Los demás países están muy lejos de esas cifras. Los hinchas en todos lados piden que se hagan fichajes de categoría, pero sus clubes no pueden gastar más de lo que generan y de lo que les permite el medio.

Antiguamente un club ecuatoriano –digamos Barcelona– podía llevarse a Rubén Insúa o a Alfaro Moreno por 200.000 o 300.000 dólares. O Emelec conseguirse a Juárez y Graziani haciéndoles una propuesta de 15.000 o 20.000 mensuales, sin pagar por su pase.

Eso, hoy, no existe. Además, en sus propios mercados se les dificulta conseguir promesas porque el que tiene un buen elemento lo vende directamente al exterior (caso Independiente Del Valle).

Hasta los años 80, todos los clubes chicos de Uruguay sirvieron de semillero a Nacional y Peñarol. Mazurkiewicz, de Racing, iba a Peñarol; Victorino, de River, pasaba a nacional.

Todos así. Se terminó: ahora van de Danubio, Defensor, Bella Vista sin escalas a Europa. Es una de las razones por las cuales pasaron treinta años desde la última Libertadores ganada por un uruguayo.

Incluso cuando surge un buen futbolista en los ocho países restantes, lo más posible es que emigre hacia Brasil o Argentina, lo que viene sucediendo en estos tiempos. Eso los desarma aún más contra quienes deben competir. Lo mismo acontece con los técnicos.

Lo que se advierte, prima facie, es que los clubes de los otros países, de momento, deberán conformarse con interrumpir cada tanto la serie de títulos de las dos potencias continentales.

Boca, River, Independiente, Estudiantes, Racing, Corinthians, Palmeiras, Cruzeiro, Gremio, Santos, Flamengo… ¿Quién podrá levantar el entrañable y reconocido trofeo este año…? Son todas cartas bravas, apostamos dos dólares: uno a los pies de Gremio, el sólido campeón, y otro a mano de Independiente, acaso el que más lindo juega.

Antiguamente, un club ecuatoriano –digamos Barcelona– podía llevarse a Rubén Insúa o a Alfaro Moreno por 200.000 o 300.000 dólares. O Emelec conseguirse a Juárez y Graziani.

(O)