Han pasado tantos años desde la última vez que el ecuatoriano Mariano Pérez tuvo un contrato de trabajo que está a punto de olvidar la fecha. “Cuatro o cinco años”, responde con una mezcla de rabia e indignación. Su caso no es ajeno a la realidad del colectivo de inmigrantes que en un 51 por ciento se ha visto afectado por el desempleo de larga duración, frente al 35% de los autóctonos. Su recalificación laboral e integración en el mercado laboral será aún más compleja tras la pérdida de competencias profesionales. Es lo que se desprende del estudio “Crisis, Empleo e Inmigración en España.

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