Rusia 2018: el trabajo colectivo venció a las individualidades y al tiki-taka
Durante un mes en que las jerarquías del fútbol fueron remecidas, la conquista de Francia de su segundo Mundial brindó algo de orden.
El último acto de Rusia fue la final con más goles en más de medio siglo, perfecto corolario de un torneo que archivará para el recuerdo una colección importante de vibrantes partidos.
Fue un gran Mundial, quizás uno de los mejores de la historia. Por sus resultados sorpresivos, por un cambio generacional, y por la importancia del esfuerzo colectivo en lugar de la dependencia respecto de las individualidades de las estrellas.
Quedarán grabadas las imágenes del festejo francés, luego de vencer 4-2 a Croacia el domingo, bajo un aguacero y la tropa de jugadores que se abrió paso en la rueda de prensa de su técnico Didier Deschamps, bailando sobre la mesa antes de bañarle con champaña y agua.
¡Vaya Mundial!
Lionel Messi y Cristiano Ronaldo a casa tras octavos de final en el torneo que había sido identificado como la última oportunidad que tenían para añadir el título que les falta a sus colosales pergaminos. Neymar llegó a una instancia más lejos con Brasil, pero ahora mismo es un imán de memes por ser demasiado propenso a simular faltas.
En Rusia, un seleccionado europeo se coronó por cuarta edición seguida y Sudamérica no apareció en el cuarteto de semifinalistas.
Alemania se convirtió en el tercer campeón defensor consecutivo en quedar eliminado en la fase de grupos. España saboteó su propia causa cuando despidió a su entrenador en la víspera del torneo por faltar a la ética y firmar con el Real Madrid, a espaldas de la Federación, cuando aún tenía contrato. Y claudicó por penales ante la anfitriona Rusia en octavos, poniendo con ello en entredicho el camino del tiki-taka.
Esa fue la apuesta táctica que les iluminó a proclamarse campeones en 2010. Pero la posesión del balón no es el único recurso.
En su marcha al título, Francia lo demostró con el 4-3 que le endosó a la Argentina de Messi en octavos, partido en que el nuevo fenómeno Kylian Mbappé, con 19 años, se destapó con su potente zancada y facilidad pasmosa para desmarcarse de los defensores rivales.
También se pudo apreciar cómo un delantero de los quilates de Antoine Griezmann no ponía pero alguno para colaborar en tareas defensivas.
Extasiado por una victoria que avalaba su propuesta conservadora, el técnico de Francia Didier Deschamps se explayó con su diagnóstico.
Los equipos con los niveles más altos de posesión fueron vapuleados por atacantes rápidos”.
“Cuando defiendes, tienes la garantías de dos o tres oportunidades al contragolpe”, señaló.
Su colega croata Zlakto Dellic apuntó al triunfo del colectivo cuando mencionó que los equipos dependientes de grandes figuras, como Argentina y el Portugal de Cristiano Ronaldo, ya estaban «en la playa» en la última semana del torneo. En cambio los que llegaron más lejos fueron los «unidos y compactos».
Ha sido la Copa del Mundo más extraña. El futbol ha avanzado tanto que cualquier equipo puede tener una defensa bien organizada, así que no hay grandes márgenes para ganar y el equipo lo es todo».
El trabajo colectivo fue la nota sobresaliente con los contragolpes perfectamente ejecutados por Bélgica. Todo el empeño para sacar provecho de las jugadas con pelota detenida, en boga al conseguirse 73 de los 169 goles del torneo por esa vía, con Inglaterra como el equipo modelo en ese renglón.
Francia es un campeón meritorio, pero uno que dio la impresión de que hizo el mínimo esfuerzo y siempre apostó a explotar el error rival.
Pese a ello, tiene a Mbappé, el segundo futbolista más caro del mundo y aún en la adolescencia apenas despunta. Su objetivo apunta desde ya a revalidar el título en Catar 2022.
“Siempre he estado preparado mentalmente para hacer cosas bellas”, dijo Mbappé. “Soy libre y, más que nada, lo disfruto”. (D)