Conoce qué ocurre si sólo comes sustitutos de alimentos como barras energéticas y batidos

Qué ocurre si sólo comes sustitutos

Los sustitutos de alimentos son actualmente un verdadero negocio en todo el mundo. La vida rápida y la comodidad han hecho que productos como barras energéticas, batidos, bebidas, comidas deshidratadas que están listas con sólo agregarles agua y un montón de otras alternativas, sean un verdadero éxito entre quienes no tienen tiempo para sentarse a comer «a la antigua», buscan bajar de peso o simplemente les da «lata» cocinar.

Pero, ¿son realmente una buena opción? El periodista freelance británico Nick Harding decidió ponerlos a prueba y durante siete días dejó su dieta “saludable” para reemplazarla sólo por sustitutos de alimentos. «Por supuesto, las marcas a menudo incluyen en los paquetes avisos que indican que sus productos sólo deben ser ‘parte de una dieta balanceada y saludable’. Pero quería saber si es que un hombre podía vivir sólo de ellos», explicó en un artículo que publicó en el «Daily Mail».

Para que su experimento fuera serio, antes de comenzar Harding se sometió a exámenes de sangre en un hospital londinense, con los que confirmó que no presentaba ningún problema de salud. Asimismo, una nutricionista le recomendó que mientras se alimentara sólo de sustitutos, pusiera atención en eventuales trastornos intestinales, cambios de ánimo y posibles deficiencias en nutrientes. Esto porque -según le explicó la especialista- en general ese tipo de productos son bajos en calorías y fibra, y altos en proteínas, azúcar y sal.

El primer día de su prueba, el periodista reemplazó su desayuno tradicional -fruta, yogurt, granola, pan integral y té- por una bebida láctea de chocolate y cuatro galletas. Al leer la información nutricional de los productos, le alarmó que la bebida tenía tantas proteínas como una pechuga de pollo, más fibra que un tazón de salvado y 44 gramos -o 10 cucharaditas- de azúcar.

«A las dos horas tenía hambre y comí una barra energética de 270 calorías, 20 gramos de proteínas y 30 gramos de carbohidratos», relató. Su almuerzo, en tanto, consistió en una sopa instantánea y otra barra energética alta en proteínas.

Para la cena optó por un batido que supuestamente contenía arroz integral, quínoa y linaza, entre otros ingredientes. «Tenía un sabor similar al de un estanque. Terminé el día sintiéndome deprimido», reveló.

Para comenzar su segundo día de experimento, Harding eligió una bebida para el desayuno alta en fibra, pero también en azúcar (20 gramos o cinco cucharaditas). Luego se fue al gimnasio, pero sólo pudo completar 30 minutos de rutina porque comenzó a sentirse débil y hambriento. Entonces se preparó un batido con avena en polvo y otros ingredientes, a pesar de lo cual confesó que se sintió cansado y hambriento durante toda la mañana.

El día continuó con una sopa de pollo instantánea de 230 calorías al almuerzo y una comida deshidratada para la cena.

«Me desperté gruñón», dice el periodista sobre el inicio de su tercer día de prueba, en el cual desayunó un batido de chocolate que tenía unos «asombrosos» 23 gramos de azúcar, por lo que tuvo que agregarle agua para bajarle un poco el dulzor.

Pero el mal genio no fue lo único que comenzó a afectar a Harding. También sufría de un persistente dolor de cabeza, temblores, debilidad, transpiración y problemas de concentración. «Estaba obsesionado con la comida y me sentía miserable», reveló.

Sin embargo, siguió adelante hasta completar los siete días, durante los cuales sufrió problemas digestivos, en especial gases y flatulencias, que estima se debieron a que muchos batidos y barras energéticas contenían inulina, un tipo de fibra.

Los resultados

El periodista cuenta en su artículo que durante su experimento gastó 98 libras (unos 94 mil pesos) en los productos que consumió, mientras que cuando lleva una dieta normal sólo desembolsa 60 libras (unos 57 mil pesos).

Pero consumir únicamente sustitutos de alimentos no sólo afectó a su bolsillo, sino que también a su salud, ya que sus niveles de fosfatos disminuyeron considerablemente, tal como revelaron los nuevos exámenes sanguíneos que se realizó.

«Phaedra Dihmis (la nutricionista) me explicó que bajos niveles (de fosfatos) usualmente son encontrados en pacientes con desnutrición, cuya dieta no contiene la cantidad adecuada de nutrientes para satisfacer las demandas del cuerpo», señaló.

Los exámenes también arrojaron una baja en los niveles de colesterol, pero ¡ojo! no del LDL o «malo», sino que del HDL o «bueno».

«Los productos me dejaron con sensación de insatisfacción, con niveles de energía bajos que, de acuerdo a lo que dijeron los especialistas, probablemente se debe a que a pesar de ofrecer una amplia gama de vitaminas y similares, son extremadamente azucarados», agregó Harding.

Así, su conclusión fue la siguiente: «Encontré la experiencia miserable y aunque los productos son convenientes, no hay nada conveniente en relación a los efectos de su consumo a largo plazo».

 

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