Cómo Suecia llevó a las cloacas la lucha contra el terrorismo

A medida que nos adentramos en uno de los túneles, el hedor es abrumador: a través de estas cañerías fluyen los excrementos de 700.000 personas.

Pero el sistema de cloacas es objeto de un uso nuevo: la lucha antiterrorista se ha mudado bajo tierra.

«Tenemos un puñado de electrodos y los sumergimos en las aguas residuales», explica Hans Oennerud.

Él coordina el proyecto Énfasis, financiado por la Unión Europea, para diseñar una red de sensores de alta tecnología para cloacas.

Los dispositivos pueden detectar los químicos que se usan para hacer explosivos caseros, explica Oennerud, y que probablemente acabarán en el agua residual.

«Si produces explosivos caseros o bombas, necesitas un lugar para hacerlo, necesitas equipamiento y algunos químicos», enumera el experto.

«En el proceso puede hacer falta enjuagar el equipo o verterlo por el desagüe, y eso es algo de lo que queremos aprovecharnos».

Los sensores pueden detectar rastros insignificantes de los ingredientes de una bomba, pueden registrar su concentración, el momento en que fueron hallados y su localización.

Después, esta información se envía a la policía.

Pruebas explosivas

La Agencia de Sueca de Investigación para Defensa (FOI, por sus siglas en sueco) está en fase de pruebas de la tecnología de Énfasis y de dos otros proyectos llamados Lotus y Bonas.

El equipo de investigadores ha creado una réplica de un laboratorio de fabricación de bombas, donde están produciendo explosivos para poner a prueba los dispositivos.

Henric Oestmark es director de investigación de materiales energéticos, o, según él mismo lo explica, cualquier cosa que explota.

«Queremos probarlo de la forma más realista posible», dice.

«Si tienes un laboratorio normal, tienes un aire muy limpio, por ejemplo. Hace falta simular lo que ocurre en la vida real si quieres encontrar una fábrica de bombas».

Muchas de las bombas caseras tienen como base peróxido de hidrógeno o fertilizante, explica.

«Tienen sustancias químicas que se compran en un supermercado normal y los están usando para hacer bombas».

Drogas y armas químicas

Los científicos aquí no están sólo interesados en lo que acaba en el desagüe. Los gases del proceso de manufactura también se filtran al aire.

Así que además de los sensores para cloacas, también han colocado dispositivos en techos e incluso en automóviles.

Esta red, dice Oestmark, podría ayudar a localizar dónde se están desarrollando actividades ilegales.

Esta tecnología también podría usarse para encontrar laboratorios de producción de drogas o armas químicas, añade.

Los sensores aún están en fase de prototipo, pero ya han suscitado interés en de varios países, entre ellos Reino Unido.

Bombas caseras

Torbjoern Liwang, de la policía sueca, dice que el uso de explosivos caseros es una preocupación en aumento.

«Hemos visto ataques en Madrid, Londres y Oslo y en muchos otros lugares. Es un problema grande», le comenta Liwang a la BBC.

«Creo que una de las causas es porque los explosivos militares y civiles son más difíciles de conseguir, así que los terroristas los fabrican ellos mismos».