¿Cómo saber si tengo intolerancia a los antibióticos?
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A la resistencia de las bacterias a los antibióticos y a las alergias , se le suma un nuevo problema: las intolerancias a los antibióticos. No es lo mismo que una alergia y puede ponerte en peligro si no reconoces la diferencia.
Casi cien años atrás, en 1928, Alexander Fleming descubría la penicilina y comenzó una era nueva en la medicina. Gracias a este antibiótico se salvó (y salva) la vida de cientos de millones de personas. El problema es que desde entonces apenas si se han descubierto nuevos antibióticos. De hecho, desde 1987, cuando se descubrieron los lipopéptidos, no hemos conseguido desarrollar nuevas herramientas en la lucha contra las bacterias. Y el problema es que estas son cada vez más resistentes a los antibióticos y la medicina se encuentra cerca de un punto de no retorno.
El aumento de bacterias multirresistentes ha causado un incremento significativo de las enfermedades y muertes humanas. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC) estiman que aproximadamente 2,8 millones de personas en todo el mundo están infectadas con bacterias resistentes a los antibióticos, lo que provoca unas 700.000 muertes en todo el mundo.
Un informe conjunto de 2019 de las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud y la Organización Mundial de Sanidad Animal establece que las enfermedades resistentes a los medicamentos podrían causar 10 millones de muertes cada año a partir de 2050. Por si esto fuera poco a esto habría que sumarle la alergia y la intolerancia a los antibióticos de los humanos. Y no son lo mismo.
No es lo mismo alérgico que intolerante
Una alergia a un medicamento se produce cuando el sistema inmunológico genera una respuesta exagerada o inapropiada que normalmente no ocurre en la mayoría de las personas. Puede ser grave, generalmente es reproducible y también puede ocurrir con otros medicamentos químicamente relacionados. Las alergias pueden atenuarse con el tiempo o pueden persistir durante toda la vida. Los síntomas y signos suelen aparecer rápidamente, es decir, entre una y dos horas después de tomar el medicamento, e incluyen urticarias, hinchazón y problemas respiratorios.
Por otro lado, la intolerancia es una reacción de sensibilidad a un medicamento que no involucra al sistema inmunológico. Depende tanto de la acción farmacológica del medicamento como de los factores de susceptibilidad del paciente. Puede definirse en términos básicos, como un umbral inusualmente bajo para enfrentarse a los efectos adversos de un medicamento o como una expresión exagerada de sus efectos adversos. Y los signos pueden incluir reacciones dérmicas pero también malestar estomacal y hasta diarrea.
Tolerancia cero
Tanto la alergia como la intolerancia dificultan aún más la lucha contra las bacterias resistentes a los antibióticos. Los estudios científicos han demostrado la diferencia entre las alergias a los antibióticos autoinformadas y las alergias verdaderas. Básicamente: no es lo mismo que un medicamento nos provoque una reacción que tener una alergia.
Aunque una persona puede tener una reacción adversa después de la administración del antibiótico, una reacción adversa o hipersensibilidad no confiere una verdadera alergia al medicamento. Los problemas a la hora de determinar si de verdad se trata de una alergia o una hipersensibilidad son dos: la falta de conocimiento del paciente y las limitaciones de tiempo en los entornos de atención médica: realizar pruebas de alergia no siempre es posible o una opción rápida.
Lo que hay detrás de una intolerancia
La hipersensibilidad a los antibióticos a menudo puede ser el resultado de la muerte no selectiva de las bacterias objetivo. Algunas de las reacciones adversas más comunes incluyen síntomas como diarrea, náuseas, vómitos, erupciones cutáneas y malestar gastrointestinal. La gravedad se ve afectada por numerosos factores, como las características del fármaco, incluida el tiempo de uso y la potencia, así como factores ambientales, incluido el sistema inmunitario del individuo. Estas reacciones a menudo se clasifican en reacciones de tipo A y tipo B. Las reacciones de tipo A son predecibles en la mayoría de los casos y generalmente son causadas por efectos adversos farmacológicos e interacciones medicamentosas. Las reacciones de tipo B suelen ser impredecibles y pueden ser inmunomediadas o no.
Obviamente es un tema muy complejo ya que las hipersensibilidades a los antibióticos generalmente no se documentan de manera adecuada en las plataformas médicas oficiales. En muchos casos, la documentación incorrecta de las hipersensibilidades a los antibióticos impide que los pacientes puedan usar medicamentos antibióticos de primera línea. Estos a menudo son más efectivos, tienen menos efectos secundarios, tienen un rango más limitado y son más rentables. Por lo tanto, es fundamental para los médicos contar con una documentación precisa de las reacciones adversas notificadas a los antibióticos.
¿Qué podemos hacer?
Una opción para saber si somos intolerantes y no alérgicos es confirmar la alergia. O descartarla con un test. También podemos llevar un diario en el que se redacten los síntomas provocados por el medicamento, pero también otras rutinas o cambios de la misma: nuestra alimentación, si nos hemos ido de vacaciones, si ha llegado alguna visita de otro país… Todos esos factores pueden provocar reacciones similares a una hipersensibilidad y coincidir con la administración del fármaco. También hay que tomar el medicamento tal y cómo fue recetado: dosis mayores, menores o más frecuentes pueden causar reacciones no deseadas. Si tomamos una dosis doble porque nos salteamos una toma, se puede generar una reacción. Lo importante es recordar que intolerancia y alergia no es lo mismo y su tratamiento es muy distinto.