En cada esquina, en cada barrio hay temor por los robos y asaltos

Arranches, robos a mano armada, asaltos en la calle, en buses, en taxis, en domicilios, restaurantes y otros negocios; en algunos casos, asesinatos por robar un celular o una determinada cantidad de dinero.

Estos hechos delictivos han soportado en Guayaquil cientos y hasta miles de guayaquileños o visitantes. Se dan a toda hora, en cualquier sitio, aunque hay algunos puntos que son más críticos. Gran parte de esos casos no se denuncian, por ello no son parte de las estadísticas de la Policía o Fiscalía. Pero se dan. Este Diario movilizó a cinco equipos por diversas zonas de la ciudad y recogió testimonios, que los presentamos en esta edición y en la de mañana.

Las víctimas relatan lo vivido por ellas o sus conocidos.

Pulso del delito en Guayaquil

Sonia cuenta que salía de su trabajo en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), en la avenida Olmedo y Paulo Lavayen, en la Caja del Seguro, centro de la ciudad.

Eran las 18:30 y caminaba hacia la calle Rumichaca a coger un bus, pero fue interceptada por dos sujetos que le mostraron un arma y le arrancharon su celular. Alertó a policías e intentaron patrullar la zona, pero por la congestión vehicular todo quedó allí. No puso la denuncia por temor.

Ella asegura que esa zona del centro es peligrosa a toda hora, pues desde la calle Calixto Romero (atrás del IESS) hasta Febres Cordero (zona aledaña al parque Chile) deambulan consumidores de droga.

“Los hacheros están siempre en la zona, arranchan las pertenencias de moradores para venderlas en cachinerías y tener para su consumo. También piden dinero, es peligroso porque a ellos no los controla nadie, y es un sector comercial de la Bahía y los hurtos son constantes”, lamenta la mujer.

A dos cuadras de esa zona, Sara, una canillita de 56 años, relata que la mañana del viernes sufrió el segundo hurto de esta semana. “Me robaron, amigo. Me amenazaron y se me llevaron dos carritos y dos cuentos de los suplementos”, se lamentó con uno de sus compradores de periódico.

A. Frank dice que un sujeto con un cuchillo lo interceptó en las calles Cacique Álvarez y Febres Cordero para robarle su celular. “Aquí hay centros nocturnos en donde se concentran consumidores, prostitutas por las cuales suele haber peleas, tiroteos que afectan a los que vivimos aquí”, comenta.

En el norte del puerto

Lourdes, dueña de un asadero ubicado en Mucho Lote 1, menciona que tuvo que darles pollo “de yapa” a dos asaltantes para que se retiraran y ya no le siguieran exigiendo sus bienes.

“Llegan… ‘buenas tardes, señora’, se sientan y cuando uno da la vuelta, ahí lo cogen. A mi sobrino que me ayuda lo botaron al piso, le pegaron; una, nerviosa, dice: ‘Ya pues, llévense todo’, hasta pollo de yapa le pasé dando para que se fueran, porque si uno pone resistencia…”, relata ella, angustiada.

Asegura que en la parrillada que queda al otro lado de la zanja, cerca del Centro Municipal Polifuncional Zumar, también han asaltado a los dueños y a clientes. Y nombra la problemática del consumo de drogas, de los denominados hacheros que deambulan en el área y de operativos antinarcóticos con allanamientos.

En Las Orquídeas, Guillermo, joven universitario, reniega de la agresión verbal y empujón que sufrió su mamá de parte de dos sujetos que se movilizaban en una tricimoto, hace dos meses. Cuenta que era de noche, que los individuos le arrebataron el teléfono a su madre y que el episodio le afectó una herida poscirugía.

Guillermo sostiene que hace unas semanas, cuando iba a la universidad, fue asaltado en un bus de la línea 63-B, “en la subida al (colegio) Teniente Hugo Ortiz”. “Nos quitaron los teléfonos a todos”, cuenta.

En la etapa 5 de la Alborada, Juliana, odontóloga y habitante, asegura que los asaltantes los sorprenden en las peatonales, preferentemente entre 07:00 y 09:00 que es cuando salen a los trabajos, pese a que en la vía principal hay una Unidad de Policía Comunitaria (UPC), en la zona de locales nocturnos.

“Iba al trabajo y de pronto salió alguien que parecía cualquier peatón del sector que uno vive y de pronto me intercepta por la espalda, me coge, me amedrenta con una pistola y me dice: ‘Dame todo lo que tengas’. Me robaron el teléfono, $ 300, sí puse denuncia”, manifiesta.

Al sur de la ciudad

En el Guasmo norte, la cooperativa Los Ángeles, sobre la avenida Adolfo H. Simmonds, es otro de los sitios que los moradores identifican como peligroso por los casos de robos y arranches que se registran desde hace varios meses.

César, vecino del lugar, cuenta que hace poco su cuñada fue víctima de la delincuencia, saliendo de la parada de buses le robaron la cartera y el celular, alrededor del mediodía. “Pasaba un hombre en bicicleta, la amenazó con un revólver y le arranchó todo”, relata.

Él menciona que antisociales en bicicleta o en moto aprovechan los callejones como el 52 B (frente a la estación) para meterse por allí y escapar después de los robos.

Por eso, muchas madres y padres de familia, al igual que esposos acompañan a sus hijos y mujeres en la mañana y en la noche hasta que ingresen y salgan de esa parada.

“En la mañana y en la noche usted ve parada a la gente esperando que llegue su familiar. Hay quienes deben caminar hasta ocho cuadras para llegar a su casa. Eso es lo peligroso”, expresa el hombre.

En la ciudadela Valdivia, entre los moradores aún hay asombro por un asesinato que se registró el miércoles, entre las 18:00 y 19:00. El hecho ocurrió en el Segundo Pasaje 4, al pie de una vivienda.

Norma sostiene que la víctima no era conocida en el sitio, que caminaba por allí cuando apareció un automóvil negro del cual salieron detonaciones.

En este sector los vecinos tienen cierto recelo al momento de hablar de los hechos ilícitos que se cometen allí. No obstante, la mayoría coincide en que la causa es el microtráfico.

“Hay jóvenes que uno los ve que andan de un lado a otro, uno los ve inquietos, llegan carros, se suben, se van, vuelta regresan, y así pasan horas, más es en la noche”, señala un morador que pidió la reserva de su nombre.

Una vecina indica que en la cancha que está por los bloques de vivienda se reúnen varios jóvenes que después de hablar por un buen rato salen y se dispersan para diferentes lados, algunos roban.

Comerciante Ronald Mendoza: ‘Disparó al techo, rebotó y cayó al lado de mi espalda’

Siendo las 11:19 del pasado 28 de mayo, las cámaras de seguridad captaron a un hombre que saca un arma de fuego y amedrenta a otros tres que estaban retirando mercadería de un local en las calles Lorenzo de Garaycoa y Calicuchima. Otro asaltante llega en moto y lo apoya a desvalijar a tres personas. Se llevaron anillos, dinero en efectivo, documentos y llaves de autos.

Lamentó que casi fue herido en la espalda por un tiro, “Me dijo: ‘Esto es un asalto’ y apuntó a todo lado, disparó y si no me muevo, me cae”.

Al fugarse, los dueños del local buscaron a la policía, se los siguió por la calle Villavicencio, pero en la calle Venezuela acabó la persecución ya que no pueden pasarse de su perímetro de vigilancia, “lo perdimos todo, ahí quedó todo”, lamentó. (I)