Votos nulos, blancos y válidos ¿Qué implica cada uno?
Los votos blancos y nulos no son válidos, por lo tanto no se suman a ningún candidato. Los ganadores de las elecciones se escogen solo con los votos válidos. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página. También puedes participar en el WhatsApp. Si usas Telegram ingresa al siguiente enlace.
La dispersión electoral entre los 16 aspirantes a Carondelet hace que un sector de la ciudadanía mire al voto nulo como una opción para el 7 de febrero. Esto, sumado a los indecisos, puede impactar en la cantidad de votos válidos que diriman las elecciones.
En el sistema electoral ecuatoriano los votos se dividen en blancos, nulos y válidos. Y solamente los válidos, es decir los que se asignan a un binomio o lista, son tomados en cuenta al momento de declarar vencedores.
Tanto la Constitución como el Código de la Democracia mandan que para que un candidato gane las elecciones requiere la mayoría de los votos válidos.
¿Qué implica votar nulo?
El ciudadano puede anular la papeleta de varias formas, intencionales o no. Por ejemplo, de ahora en adelante la votación para asambleístas y parlamentarios andinos es por listas cerradas. Es decir, que si alguien marca a candidatos de diferentes listas, como se podía hacer hasta 2017, anulará su papeleta.
También están las formas tradicionales de demostrar la inconformidad con las opciones en la papeleta: escribiendo las palabras “nulo” o “anulado” o tachando la papeleta.
Cualquier signo que atraviese la papeleta o no tenga la intención de favorecer a determinado candidato o lista también hace que la papeleta sea anulada al momento del escrutinio.
Los votos nulos no se asignan a ninguna opción electoral ni se cuentan para declarar ganadores. Y la única forma de que el nulo ‘gane’ una elección es que este número de votos supere a todos los votos válidos, no solo a los del candidato vencedor.
Para ello, si el 7 de febrero todos los empadronados ejerciesen su derecho al sufragio serían necesarios 6.549.576 votos nulos (el 50% de electores más uno) para que el proceso se vea truncado y la autoridad electoral declare la nulidad de las elecciones.
Sin embargo, este escenario es prácticamente imposible de alcanzar, ya que en ninguna elección en los últimos 20 años el voto nulo ha superado el 12% del total. Además, esto implicaría que las elecciones se repitan, en medio de la pandemia y de la crisis económica y tampoco hay jurisprudencia específica para ese escenario político y administrativo.
Pese a esto, hay actores políticos que llaman a votar nulo a la ciudadanía. El principal caso es el de Fabricio Correa, quien fue precandidato a la Presidencia hasta el 21 de septiembre por el movimiento Justicia Social, que se quedó fuera de la papeleta.
Otra figura política que anuncia una campaña a favor del nulo es Fernando Balda, quien también anunció su candidatura presidencial por Libertad es Pueblo, el 9 de julio de 2020.
Sin embargo después cambió de opinión y se presentó como candidato a la Asamblea Nacional. Aunque al final el movimiento quedó anulado y fuera de la contienda, al igual que Balda.
¿Qué pasa con los votos blancos?
Al igual que los votos nulos, los votos blancos tampoco se asignan a ningún candidato o binomio en ninguna parte del proceso electoral. Pero, esta opción suele ser menos popular: en los últimos 20 años el mayor porcentaje de votos blancos se dio en 2009, con el 6,7%.
Para que el voto se considere blanco, el elector debe depositar la papeleta en la urna sin marcarla de ninguna manera.
El impacto del nulo y el blanco en los resultados
Si solo los votos válidos se cuentan para ganar elecciones, esto implica que el porcentaje de votos que un binomio necesita no depende del total del número de electores empadronados.
Para este febrero existen 13,09 millones de votantes. Y para ganar la Presidencia en primera vuelta un binomio requiere la mayoría absoluta de votos válidos, es decir, superar el 50% de apoyo. Aunque también lo puede hacer si obtiene el 40% y a la vez supera el segundo más votado por 10 puntos.
Por ejemplo, en la segunda vuelta de 2017, el presidente Lenín Moreno obtuvo el 51,16% de los votos válidos (5.062.018). Pero el padrón electoral constaba de 12,8 millones de votantes. Es decir, el 39,5% del total de electores lo apoyaron.
Esto sucede porque el ausentismo (2.180.690), los nulos (670.731) y los blancos (69.436) no se toman en cuenta, como lo manda la ley.
Así que a menos de que el nulo supere a todos los votos válidos, el binomio ganador requerirá menos votos individuales para alcanzar el 50% necesario para ganar la elección.