265 ejemplares de fauna y flora salvaje fueron decomisados víctimas del tráfico ilegal de especies en Ecuador durante este año de pandemia
Un oso perezoso con trauma encéfalo craneal y abdomen abultado es uno de los últimos 500 animales que han llegado este año de pandemia a Mansión Mascota, en el norte de Guayaquil, para ser atendido como parte del proyecto Sacha. En 2019 fueron 489. Estaba golpeado y atado a un tronco en un terreno que iba a ser incendiado en Puerto Inca, en la provincia del Guayas, cuando fue rescatado la semana pasada.
“Y hay que considerar que estuvimos casi parados por dos meses (debido al confinamiento por el COVID-19 decretado el 16 de marzo pasado) en los que nos reportaban casos pero no podíamos atenderlos”, dice Eliana Molineros, directora del proyecto Sacha.
Una hembra de esa misma especie con cuatro extremidades quemadas y dos fracturadas no sobrevivió. Fue eutanasiada en octubre tras estar varios días sin moverse debido al dolor.
Y el 14 de diciembre, en el Día Internacional del Mono, una cría de aullador de la Costa fue hallada herida cerca de la Reserva Manglares Churute, en Guayas. Junto a ella yacían dos cadáveres adultos de su especie muertos por disparos. “De los actos más crueles del mundo”, dice Eliana, “matar a una madre y desprender a un hijo de su cuerpo inerte. Eso es el comercio de primates”.
Otro caso dramático fue el de una ocelote hembra de edad avanzada que no pudo escapar de un incendio. “Tuvimos que eutanasiarla. Es un trabajo frustrante. Pese a que el COVID-19 se generó probablemente en medio de la afectación de la fauna silvestre, la gente no ha cambiado su forma de vivir ni su influencia sobre los animales salvajes”, enfatiza.
El día que dispusieron el confinamiento, Molineros se encerró con 80 ejemplares que ya estaban en Mansión Mascota. Treinta tortugas charapa, veinte aves, tres ocelotes, osos perezosos y hormigueros, zarigüeyas, entre otros.
La atención de los casos, que se reportan a través del 911 o de los municipios, quedó suspendida al inicio. “No había como asistirlos porque implicaba la interrupción del encierro”, dice Eliana, pero las situaciones eran tan graves que rompió la cuarentena en abril pasado para atender a un oso perezoso de dos dedos presuntamente criado para ser consumido como carne de monte en Pedro Carbo, en Guayas. Estaba deshidratado y fue liberado tras su recuperación en el Bosque Protector Prosperina de la Espol.
El servicio se retomó ya de forma normal desde junio último, cuenta Eliana, con un ocelote que se escapó de una casa del Guasmo sur. “Era manso por lo que no era silvestre, seguramente se escapó de una casa del sector en la que lo tenían cautivo. Lo enviamos a un centro de tenencia, es casi imposible regresarlo a su hábitat”, afirma.
La rehabilitación de los felinos es particularmente compleja. Eliana cuenta que el proceso no dura menos de 18 meses con una inversión en comida de unos $ 500 al mes. Solo proyecto Sacha ha recibido 38 ocelotes desde junio del 2018. Atropellados, cautivos como mascotas y afectados o atrapados en incendios.
“El equipo técnico especializado para rehabilitación es limitado en el país y requiere, para que aprendan sus habilidades, de grandes extensiones de terreno cercadas que no hay disponibles”, dice.
Una de las causas de la fauna afectada es el tráfico ilegal de vida silvestre. El Ministerio del Ambiente y Agua retuvo 265 ejemplares víctimas de este delito entre enero y noviembre de este año: 204 ejemplares de flora, 27 aves, 24 reptiles y diez mamíferos. Entre las aves más retenidas en el primer semestre del 2020, indica la entidad, están los loros y pericos. En los mamíferos se destaca el mono ardilla y en reptiles, las tortugas motelo y charapa.
La cantidad decomisada en 2020 es menor a la de años anteriores, pero también se ha limitado el número de operativos. En 2019 fueron 1.222 ejemplares, incluyendo 411 invertebrados, 289 reptiles y 233 peces, entre otros; y en 2018, otros 963 en total.
“Debido a los recortes hay provincias que se han quedado con poco personal como Manabí”, afirma Eliana, que dirige una de las únicas opciones en la Costa para atender estas emergencias.
El proyecto Sacha se financia con donaciones privadas. Se puede aportar con depósitos a nombre de la cuenta corriente Fundación Proyecto Sacha del Banco Internacional #1400625249. (I)