
Trucos de software para Windows Linux y Mac
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Si usas a diario un ordenador con Windows, Linux o macOS, seguramente sabes que, más allá de abrir el navegador y cuatro programas, hay un montón de trucos de software y ajustes ocultos que pueden marcar la diferencia en productividad, comodidad y hasta en seguridad. La mayoría de usuarios se queda en lo básico, pero los que quieren exprimir el sistema operativo tienen a su alcance muchas opciones potentes que casi nadie toca.
En esta guía vamos a recopilar y reorganizar, de forma clara y práctica, montones de consejos útiles para Windows, Linux (sobre todo Ubuntu) y macOS, además de ideas para trabajar con varios sistemas a la vez y hacer que convivan sin dramas. También veremos cómo «tunear» un Mac para darle un aire más linuxero, cómo entender mejor los cambios de Windows 11 y qué herramientas merece la pena instalar cuando saltas de un sistema a otro.
Windows 11: control de la privacidad y requisitos exigentes
En los últimos años, Windows 11 ha generado bastante debate porque, además del lavado de cara visual, ha endurecido los requisitos y ha cambiado la relación entre usuario y sistema. Por un lado, Microsoft exige hardware más moderno, como el famoso chip TPM 2.0, y por otro, está impulsando el uso de agentes de inteligencia artificial dentro del sistema.
Una novedad clave es que Windows 11 pedirá consentimiento expreso antes de que los agentes de IA accedan a tus archivos personales. Esto significa que, cuando una función de IA quiera revisar documentos, fotos o datos de tu usuario, tendrás la posibilidad de otorgar o denegar permisos de forma individual, controlando mejor qué se analiza y qué no.
En paralelo, Microsoft también ha sido criticada por obligar a contar con conexión a Internet durante la instalación de Windows 11, tanto en la edición Home como en la Pro. Esta exigencia, junto con los requisitos de hardware, se percibe como una pérdida de libertad respecto a versiones anteriores como Windows 10.
Aun así, se han ido encontrando métodos para evitar algunas de estas limitaciones, como saltarse la comprobación de TPM 2.0 o instalar sin conexión constante, aunque a medio plazo lo recomendable es contar con un equipo compatible para aprovechar todas las funciones de seguridad y rendimiento.
Atajos, teclado y flujo de trabajo entre Windows y macOS

Cuando saltas constantemente entre un PC con Windows y un Mac, uno de los mayores quebraderos de cabeza es que los atajos de teclado no son idénticos. Sin embargo, hay muchas similitudes que puedes aprovechar para que el cambio sea menos doloroso y el músculo de la memoria no se vuelva loco.
Para empezar, los accesos más básicos se pueden interiorizar muy rápido si asumes que en macOS la tecla Cmd hace de equivalente a Ctrl en Windows. Así, cortar, copiar y pegar quedan prácticamente igual:
- Ctrl + C en Windows se corresponde con Cmd + C en macOS.
- Ctrl + V en Windows equivale a Cmd + V en macOS.
- Lo mismo ocurre con otros atajos típicos como Ctrl + Z / Cmd + Z para deshacer o Ctrl + S / Cmd + S para guardar.
También puedes moverte rápido entre aplicaciones abiertas con Alt + Tab en Windows y con Cmd + Tab en macOS. Son gestos casi idénticos que te permiten alternar programas sin tener que ir a la barra de tareas o al Dock.
A la hora de buscar archivos, apps o funciones del sistema, Windows ofrece Win + S para abrir el cuadro de búsqueda, mientras que macOS recurre a Cmd + Espacio para activar Spotlight. Si te acostumbras a esta equivalencia, localizar programas y documentos será igual de natural en los dos sistemas.
Incluso con el ratón puedes conseguir sensaciones parecidas: en Windows puedes ajustar desplazamientos, velocidad y gestos entrando en Configuración > Bluetooth y dispositivos > Mouse, mientras que en macOS tienes un panel similar en Preferencias del sistema > Mouse y Trackpad. Con unos pocos ajustes, el scroll, la aceleración o los gestos multitouch se comportan de forma muy parecida en ambos.
Usar el mismo teclado y ratón en varios ordenadores
Si trabajas con más de un ordenador a la vez, por ejemplo un PC con Windows y un Mac, es un auténtico engorro estar cambiando de teclado y ratón constantemente. La buena noticia es que existe software específico para «fusionar» los periféricos sin necesidad de conmutadores físicos.
Una solución veterana y muy popular es Synergy, una aplicación que permite usar el mismo teclado y el mismo ratón en varios equipos al mismo tiempo, como si tuvieras una única mesa de trabajo extendida. Simplemente defines en qué posición virtual está cada monitor y al mover el puntero de un borde a otro saltas entre ordenadores.
Este tipo de programas están pensados justo para escenarios mixtos: funcionan tanto en Windows como en macOS, e incluso en Linux, y permiten controlar fácilmente hasta alrededor de 15 dispositivos, según el software y la licencia. Es ideal si tienes un sobremesa potente con Windows y un portátil Mac al lado, o si combinas un equipo Linux con otro sistema.
Sincronización entre Windows y macOS: archivos, portapapeles y apps
Más allá del teclado y el ratón, hay muchos usuarios que prefieren no elegir entre Windows y macOS y usar los dos en paralelo. Si es tu caso, uno de los puntos clave es mantener datos, documentos y flujo de trabajo sincronizados entre ambos entornos.
Para los archivos, lo más sencillo es apostar por uno o varios servicios de almacenamiento en la nube que funcionen bien en los dos sistemas. Puedes usar las opciones de cada plataforma (OneDrive en Windows, iCloud en macOS), pero también servicios de terceros como Google Drive o Dropbox, que se integran sin problemas en ambos. Así tendrás siempre tus documentos actualizados en todos los dispositivos.
El portapapeles compartido entre Windows y macOS no está disponible de forma nativa, pero se puede «simular» con aplicaciones de terceros. Algunas herramientas, como ciertas utilidades de portapapeles basadas en la nube, utilizan servicios como Google Drive para sincronizar el historial de copiado entre varias máquinas. De este modo, copias en un sistema y pegas en el otro como si fuera magia.
Otro truco importante es apostar por aplicaciones multiplataforma que existan para Windows, macOS, Linux e incluso móvil. Programas como Spotify, Slack, servicios de redes sociales de escritorio o herramientas de productividad en la nube te permiten seguir donde lo dejaste sin preocuparte por el sistema operativo. Lo que abras o configures en un dispositivo estará disponible cuando pases al otro.
Para compartir archivos en una red local tradicional, también tienes métodos sencillos. En Windows puedes compartir carpetas desde el Explorador de archivos con clic derecho > «Mostrar más opciones» > «Conceder acceso a» > «Usuarios específicos», mientras que en macOS lo haces desde Preferencias del sistema > Compartir, activando el uso compartido de archivos y añadiendo las carpetas que quieras exponer en la red.
Funciones que le faltan a un sistema y se pueden imitar en otro
Cada sistema operativo tiene detalles que enamoran y otros que echas de menos cuando cambias. Por suerte, en muchos casos se pueden replicar con utilidades externas para que la experiencia se parezca lo máximo posible a lo que te gusta.
En el lado de Windows, una de las funciones propias de macOS que más se echa de menos es Quick Look, la vista previa instantánea de archivos que se activa en Finder pulsando la barra espaciadora. Para tener algo muy parecido en Windows existe una utilidad llamada también QuickLook que, una vez instalada, permite previsualizar archivos al pulsar Space en el Explorador.
Al revés, en macOS muchos usuarios valoran la forma en que Windows permite acoplar ventanas a distintas zonas de la pantalla arrastrándolas a los bordes. En Mac se puede lograr algo similar con herramientas como Rectangle, que ofrece atajos y zonas de anclaje para ajustar las ventanas a la mitad, a cuartos o a otras combinaciones, ganando productividad cuando trabajas con muchas apps a la vez.
Otro frente interesante es el acceso remoto entre plataformas. Si quieres entrar al escritorio de macOS desde un PC con Windows, o controlar un equipo Windows desde tu Mac, una de las soluciones más sencillas es tirar de Chrome Remote Desktop. Instalando la extensión en ambos lados y siguiendo el asistente inicial, puedes conectarte a tus máquinas de forma bastante directa, sin configurar VPN ni puertos raros.
Convertir macOS en una experiencia más «linuxera»
Hay usuarios que vienen de Linux, especialmente de distribuciones como Ubuntu, que al pasarse a un Mac echan de menos el ambiente y ciertas costumbres del mundo GNU/Linux. Sin embargo, es posible darle a tu Mac un aire mucho más cercano a ese universo, empezando por el teclado y siguiendo por las herramientas.
En primer lugar, puedes adaptar el esquema de atajos de teclado para que se parezca al que usabas en Linux: remapear teclas, ajustar combinaciones para cambiar de escritorio, cerrar ventanas o lanzar el terminal con accesos directos familiares. Aplicaciones como Karabiner-Elements y las propias Preferencias de teclado de macOS permiten cambiar bastantes cosas.
También es buena idea instalar distribuciones de teclado y layouts pensados para entornos Unix, especialmente si estás acostumbrado a combinaciones concretas de símbolos, acentos o teclas modificadoras. Con esto, escribir en el terminal o usar aplicaciones de desarrollo se sentirá más natural.
En cuanto al software, hoy en día casi todo el ecosistema clásico de Linux tiene versiones o equivalentes de código abierto para macOS. Puedes instalar suites ofimáticas como LibreOffice u OpenOffice, navegadores como Firefox, editores como Vim, herramientas de mapas mentales como FreeMind y un amplio catálogo de utilidades gratuitas u Open Source: compresores de archivos, gestores de contraseñas, antivirus opcionales, etc. Incluso puedes usar editores de imagen como Photoshop si vienes del mundo del diseño.
Para rematar el «look & feel», puedes personalizar el aspecto con temas, iconos y pequeños ajustes visuales que acerquen el entorno de macOS a lo que estás acostumbrado en tu distro favorita. No tendrás la misma libertad extrema que con muchos escritorios Linux, pero sí un nivel de personalización suficiente para sentirte en terreno conocido.
Software imprescindible entre Windows, Linux y Mac
Quienes cambian de plataforma o trabajan con varias a la vez suelen preguntarse qué programas son realmente necesarios en cada sistema, sobre todo si vienen de un entorno Windows clásico y dan el salto a macOS o Linux con mentalidad «PCera».
En el caso del paquete Office de Microsoft, su presencia en empresas es prácticamente omnipresente, pero muchas personas lo utilizan para tareas muy básicas que podrían resolverse con soluciones más ligeras o gratuitas. En Linux y macOS tienes buenas alternativas ofimáticas abiertas que cubren sin problemas la mayoría de necesidades personales y profesionales, siempre que no dependas de macros o integraciones muy concretas.
En un entorno Mac o Linux que sustituya al típico PC con Windows, puedes montar un kit bastante completo con suite ofimática libre (LibreOffice u OpenOffice), navegador moderno (Firefox o similares), editores de texto avanzados (Vim, VS Code, etc.), compresores de archivos, lectores de PDF y herramientas de seguridad básicas. La mayoría de estos programas son gratuitos, multiplataforma y con versiones muy maduras.
Si además te preocupa la seguridad, no está de más añadir alguna solución antivirus o antimalware, incluso en macOS y Linux, aunque estos sistemas sean menos habituales como objetivo de ciertas amenazas. También conviene contar con utilidades para copias de seguridad automáticas, sincronización con la nube y cifrado de archivos sensibles.
Para quienes tienen un equipo viejo, como un ordenador doméstico con procesador poco potente que todavía corre Windows XP o Vista, puede llegar un punto en el que compense más invertir en un equipo nuevo o migrar a otro sistema con mejor soporte y rendimiento, antes que seguir parcheando. Ahí es donde muchos usuarios se plantean comprar una iMac o instalar una distro ligera de Linux para alargar la vida útil del hardware.
Trucos y ajustes esenciales para Ubuntu y otras distros Linux
En el mundo GNU/Linux, la diferencia entre un usuario básico y uno que exprime el sistema es enorme, porque prácticamente todo se puede ajustar, automatizar o personalizar. A continuación se reúnen varios trucos y consejos centrados en Ubuntu (aunque muchos valen para otras distros) que van desde lo más sencillo hasta pequeños hacks más avanzados.
Actualizaciones y controladores gráficos
Lo primero es revisar cómo se gestionan las actualizaciones del sistema. Desde la configuración de Ubuntu, en el apartado de «Software y actualizaciones» puedes elegir la frecuencia con la que se buscan actualizaciones, qué tipos de paquetes quieres recibir (normales, de seguridad, etc.) y cómo actuar cuando hay nuevas versiones. Ajustarlo bien te ayuda a mantener el sistema al día sin que sea un incordio.
Si juegas o utilizas aplicaciones 3D, conviene prestar especial atención a los drivers de la tarjeta gráfica. En la pestaña «Controladores adicionales» de esa misma herramienta puedes elegir entre el controlador libre (x.Org) o el propietario del fabricante (NVIDIA, AMD, etc.). Poner el propietario suele mejorar el rendimiento en juegos y algunas tareas pesadas, siempre que la versión sea estable.
Copiar y pegar más rápido: clic central y atajos
En Linux no sólo existen los clásicos Ctrl + C, Ctrl + X y Ctrl + V. El sistema también mantiene un «portapapeles secundario» que almacena cualquier texto que selecciones con el ratón y permite pegarlo con el botón central.
Si seleccionas una palabra o un bloque de texto y luego haces clic con la rueda (o botón central) en otro punto, pegarás directamente el contenido seleccionado, sin pasar por Ctrl + C. Eso sí, este comportamiento se pierde si haces otra selección o pulsas alguna tecla antes de pegar, pero para repetir un mismo texto en varios sitios es muy rápido.
Atajos de ejecución, consolas y áreas de trabajo
Ubuntu y otras distros incluyen un cuadro de ejecución rápido con Alt + F2, que sirve para lanzar comandos o aplicaciones sin abrir el terminal completo. Es un atajo universal en muchos escritorios Linux y viene genial para ejecutar órdenes simples al vuelo.
Además, los sistemas GNU/Linux ofrecen varias consolas virtuales accesibles con combinaciones como Ctrl + Alt + F1, F2, etc.. En una de ellas normalmente se ejecuta el entorno gráfico, mientras que las otras son terminales de texto. Jugando con estas combinaciones puedes alternar entre sesiones textuales y la interfaz gráfica (habitualmente con Ctrl + Alt + F7 o similar para volver al escritorio).
Las áreas de trabajo o escritorios virtuales son otro clásico: permiten organizar diferentes tareas en distintos escritorios. En Ubuntu puedes activarlos desde la sección de «Apariencia», pestaña «Comportamiento», y una vez habilitados puedes:
- Usar clic derecho en la barra de la ventana para moverla a otro escritorio.
- Navegar entre áreas con Ctrl + Alt + Flecha izquierda/derecha.
- Mover la ventana activa entre escritorios con Ctrl + Alt + Shift + Flecha.
Programas al inicio, sonidos y carpetas ocultas
Si quieres que ciertas aplicaciones se ejecuten automáticamente, Ubuntu incluye un gestor de «Aplicaciones al inicio». Buscándolo en el menú (tecla Super/Win y escribiendo el nombre) podrás ver la lista de programas que arrancan con el sistema, añadir nuevos, eliminarlos o editar sus parámetros, consiguiendo un arranque adaptado a tu forma de trabajar.
Dentro de ese mismo gestor, incluso puedes activar un sonido personalizado al iniciar sesión. Sólo tendrías que crear una nueva entrada con un nombre cualquiera (por ejemplo «Login Sound») y en el campo de orden meter un comando como /usr/bin/canberra-gtk-play — –description=»GNOME Login». Al volver a iniciar sesión, el sistema reproducirá el sonido correspondiente.
Para ocultar carpetas y documentos sensibles, Linux lo pone muy fácil: basta con anteponer un punto al nombre del archivo o carpeta (por ejemplo, .Carpeta o .Documento). A partir de ese momento quedarán ocultos en la vista estándar. En el gestor de archivos, pulsando Ctrl + H podrás mostrar y ocultar a voluntad todos los elementos marcados como ocultos.
Gestión del arranque, rendimiento y uso de memoria
Si tienes arranque dual con Windows, otra distro u otros sistemas, puede que quieras ordenar el menú de GRUB y cambiar el sistema por defecto. Para eso existe una herramienta muy práctica llamada GRUB Customizer, que se instala añadiendo su repositorio, actualizando e instalando el paquete. Desde su interfaz gráfica puedes reordenar entradas, renombrarlas, ajustar el tiempo de espera y cambiar el aspecto del menú de arranque.
También puedes jugar con el rendimiento redirigiendo ciertas carpetas temporales a la memoria RAM en lugar de al disco. Si tienes suficiente memoria (8 GB, 16 GB o más), montar /tmp y /var/tmp como tmpfs en RAM reduce escrituras en el disco y acelera algunas operaciones. Esto se hace editando el archivo /etc/fstab y añadiendo las líneas correspondientes para que se monten como sistemas de archivos temporales.
Relacionado con la gestión de la memoria, Linux utiliza una partición SWAP que actúa como extensión de la RAM. Aunque es útil, a veces abusa un poco de ella incluso cuando tienes mucha memoria física. Para indicar al sistema que use menos SWAP puedes editar /etc/sysctl.conf y ajustar parámetros como vm.swappiness y otros valores de caché, de manera que la prioridad se mantenga en la RAM y se descansen más los discos.
Personalización de Unity y mejoras de usabilidad
En entornos como el antiguo Unity de Ubuntu, la herramienta Unity Tweak permite modificar casi todos los aspectos visuales y de comportamiento: lanzar aplicaciones, comportamiento del buscador, panel, temas, iconos, áreas de trabajo o esquinas activas. Es una forma sencilla de dejar el escritorio exactamente como tú quieres, sin pelearte con demasiados archivos de configuración.
Entre las cosas curiosas que puedes hacer está mover el lanzador de Unity a la parte inferior de la pantalla en lugar de tenerlo a la izquierda, algo que puede resultar más familiar a usuarios de Windows. También puedes activar que al pulsar sobre un icono del lanzador se minimice la ventana de la aplicación si ya está abierta, de forma parecida a cómo funciona la barra de tareas en otros sistemas.
Otro truco interesante es activar el HUD (Heads-Up Display), una función que permite escribir directamente la acción que quieres realizar dentro de una aplicación (por ejemplo, «imprimir» o «guardar como») y que el sistema ejecute el comando sin que tengas que navegar por los menús. Con la tecla Alt, mientras tienes una aplicación en foco, se abre una barra en la que tecleas la acción y eliges el resultado con las flechas.
Terminal, historial y aplicaciones de Ubuntu Touch
El terminal de Linux puede intimidar, pero dominando unos cuantos trucos se vuelve mucho más amable. El comando history muestra el listado de órdenes ejecutadas, Tab autocompleta nombres de archivos y comandos y Ctrl + R permite buscar en el historial mientras vas escribiendo. Además, si escribes un espacio antes de un comando, éste no se guarda en el historial, y con history -c vacías todo el registro si quieres máxima discreción.
Para obligar el cierre de aplicaciones congeladas, en vez de ir al equivalente del Administrador de tareas, puedes definir un atajo para xkill. Configurando una combinación como Ctrl + Alt + X, cada vez que la pulses el cursor se convertirá en una «X» y podrás matar la aplicación sobre la que hagas clic sin tener que abrir ningún gestor adicional.
Incluso puedes llevar al escritorio algunas aplicaciones de Ubuntu Touch, pensadas originalmente para móviles y tablets, instalando los paquetes de su repositorio. Una vez añadidos y actualizados, basta con instalar los nombres de las apps (como sudoku-app y compañía) para tenerlas disponibles también en el entorno de escritorio.
Touchpad, kernel y más detalles
Si utilizas un portátil con Linux, conviene revisar las opciones del touchpad en el apartado «Ratón y panel táctil». Muchos modelos permiten usar gestos como deslizar por el borde derecho para hacer scroll vertical, usar la zona inferior para desplazamiento horizontal o pulsar en la esquina inferior derecha como si fuera un clic derecho. A veces llegan desactivados por defecto, así que merece la pena activarlos.
Por último, mantener actualizado el kernel de Ubuntu puede mejorar soporte para hardware nuevo y arreglar ciertos fallos. Antes de cambiarlo conviene comprobar con uname -m y uname -r qué arquitectura y versión usas, descargar las versiones estables desde los repositorios oficiales y luego instalar los paquetes .deb con sudo dpkg -i *.deb. Tras reiniciar, el sistema arrancará con la nueva versión del núcleo.
Con todo este conjunto de ideas y trucos, Windows, Linux y macOS dejan de ser «cajas negras» para convertirse en herramientas flexibles que puedes adaptar a tu forma de trabajar, combinando lo mejor de cada uno y minimizando sus carencias, tanto si usas un único sistema como si convives con varios al mismo tiempo.






