En Ecuador, alumnos y docentes se sienten muy angustiados por pandemia del COVID-19; cuatro de cada diez, tensionados
Tristeza o depresión, ansiedad, insomnio, estar demasiado inquietos, pérdida de apetito o, por lo contrario, comer en exceso son parte de las señales de alerta de problemas o trastornos en la salud mental que padres, parientes y conocidos pueden detectar en niños y adultos, según los expertos.
Las enfermedades en el ámbito de la salud mental han aumentado en este año por las consecuencias que producen la actual pandemia del COVID-19, como el aislamiento, la enfermedad y el fallecimiento inesperado de seres queridos. Y por ello es importante detectar a tiempo y tratar estas repercusiones adicionales o que se han intensificado en quienes ya las padecen, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y médicos consultados.
Cada 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, una de las áreas más desatendidas en la salud pública, enfatiza la OMS, donde antes de la pandemia 1.000 millones de personas en el mundo vivían con un trastorno mental; 3 millones morían cada año por el consumo de alcohol y una persona se suicidaba cada 40 segundos.
En Ecuador, en este año, personal médico y de primera línea que ha trabajado en la atención y manejo de casos de COVID-19, alumnos, docentes, desempleados, comerciantes, amas de casas y otros han visto afectada su salud mental.
En esta ocasión, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Ministerio de Educación realizaron una encuesta para preguntar a los padres cómo se sentían sus hijos con la situación actual, vivida por el COVID-19. Fueron 4.500 representantes los consultados, en julio pasado, en Ecuador. Y los resultados arrojaron que cuatro de cada diez estudiantes (niños y adolescentes, menores de 18 años) se sentían «muy angustiados» o tensionados.
Aquella situación fue más frecuente entre quienes estudian en educación básica superior o bachillerato.
Pero no son los únicos afectados. También están los docentes. En otra encuesta en la que participaron 1.200 profesores, en agosto último, el 22% dijo haberse sentido tensionado, irritado o que tuvo un cambio brusco de humor. También, el 18% de los maestros aseguró haber tenido problemas para dormir, expone, en un comunicado, Unicef.
Y tanto alumnos como docentes recibieron, en varios casos, apoyo emocional.
De los estudiantes que han sentido angustia o tensión, tres de cada diez tuvieron apoyo emocional de docentes y de los Departamentos de Consejería Estudiantil (DECE), se indica.
Los profesores dan el 20% de ese soporte emocional. Y de los maestros, tres de cada diez también han recibido ayuda, la mayoría de los DECE.
«La salud mental está relacionada con el bienestar emocional, psicológico y social y afecta la forma en que pensamos, sentimos y actuamos, determina nuestra capacidad para manejar el estrés, relacionarnos con los demás y es clave para que los niños, niñas, adolescentes y sus familias puedan salir adelante», cuenta Joaquín González-Alemán, representante de Unicef en Ecuador. Por ello, la necesidad de recopilar más datos al respecto y de priorizar el bienestar de niños y adolescentes, se dijo.
Las atenciones en el área de Salud Mental del hospital público de niños Francisco de Ycaza Bustamante, sur de Guayaquil, también han aumentado en esta emergencia sanitaria. Ahora hay entre el 5 y el 10% de nuevas atenciones en las diversas especialidades de esta rama, se indica.
«En esta emergencia sanitaria, a nivel mundial, ha incrementado las posibilidades de los problemas relacionados por el aislamiento, por la comunicación interrumpida que se ha tenido, por las situaciones que se han dejado de lado… todo esto ha permitido que los pacientes hayan aflorado más trastornos de ansiedad, preocupación, duelos inesperados que han generado una gran tristeza, ausencia de este familiar. Esta pérdida ha hecho que el impacto psicológico se haya presentado en la población», cuenta la doctora Silvia Cedeño Bravo, líder coordinadora de Salud Mental del hospital de niños Francisco de Ycaza Bustamante.
Ella dice que la afectación en la población es igual para niños, adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores.
Y en el caso de los pacientes que estaban en tratamiento, antes de la pandemia, han visto retrocesos por las diferentes circunstancias que surgieron como el aislamiento voluntario y otras restricciones que se dictaron para preservar la salud.
Por eso, agrega, a los padres se les pide no transmitirles a los niños y adolescentes las angustias o preocupaciones; ni decir, verbalizar o repetir mensajes negativos referentes a la mortalidad, a las personas enfermas, entre otros.
Parte de los cuentos gratuitos que tiene Unicef en su repositorio digital https://aquiporti.ec/ y que ayudan a canalizar las emociones y dudas de los niños, que surgen en la actual pandemia del COVID-19.
Unicef, por su parte, promueve en Ecuador diversas acciones que trabajan en el área de la salud mental, además de campañas con mensajes informativos para mitigar el estrés y la ansiedad; para prevenir la violencia en los hogares, así como la forma de abordar con un niño el tema del fallecimiento o de la enfermedad de un ser querido en estos tiempos.
En https://aquiporti.ec/ hay guías, herramientas pedagógicas y cuentos gratuitos que expone Unifec para ayudar a los niños y adolescentes a enfrentar las emociones que surgen producto de la emergencia actual por el COVID-19.
Recreación, incluso en época de pandemia
Hacer actividades que incluyan la comunicación familiar aun dentro de casa es posible y es una de las recomendaciones que sugieren los expertos como Silvia Cedeño Bravo, líder coordinadora de Salud Mental del hospital Francisco de Ycaza Bustamante.
Cuenta que se pueden compartir actividades que involucren exponer las emociones, como juegos familiares, el compartir una película, un documental y también el salir en familia con las medidas de seguridad obligatorias como el uso de mascarilla, el uso del alcohol o alcohol gel para la desinfección de manos, además del distanciamiento físico y otras.
«Los padres deben preguntarle a los hijos: ¿qué podemos hacer, cómo te sientes, en qué te puedo ayudar, cómo lo vamos a hacer, de qué manera te gustaría que hiciéramos esto», dice.
A la línea 171, opción 6, se puede llamar para pedir los primeros auxilios en el caso de afectaciones a la salud mental. Otra alternativa es ir a los centros de salud más cercanos. Y sobre todo, agrega Cedeño, no dejarse llevar por el estigma y buscar ayuda necesaria para detectar a tiempo los problemas y para que los niños y adolescentes tengan a futuro una buena calidad de vida. (I)