El presidente ruso, Vladimir Putin, se ha quedado solo a la hora de celebrar el aniversario 70 de la victoria sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial tras el boicot de los líderes occidentales.
Todos los mandatarios occidentales, desde el estadounidense Barack Obama, hasta el francés, Francois Hollande, y la alemana, Angela Merkel, han encontrado excusas para no acudir el 9 de mayo al grandioso desfile militar en la Plaza Roja de Moscú.
El Kremlin remitió invitaciones a todos los grandes líderes mundiales, pero, entre las potencias contendientes, únicamente aceptó China, que combatió contra el invasor Ejército imperial japonés en el Lejano Oriente.
Putin, cuyo padre fue herido en la guerra, disfrutará de la compañía de los líderes de Sudáfrica, India o Cuba, países que no participaron en la contienda.
El presidente ucraniano, Petró Poroshenko, declinó la propuesta por obvias razones, mientras el bielorruso, Alexandr Lukashenko, presidirá en Minsk su propio desfile castrense.
Incluso en el último momento se cayó de la lista el líder de Corea del Norte, Kim Yong-un, quien temía el escrutinio de la prensa occidental, según medios surcoreanos, y que envió en su lugar al jefe de Estado honorífico, Kim Yong-nam.
La canciller alemana rendirá tributo a los caídos en la guerra, pero no el 9 de mayo en la Plaza Roja, sino el día 10 en el Monumento al Soldado Desconocido, a los pies de la muralla del Kremlin, que no es lo mismo.
Mientras, su jefe de diplomacia, Frank-Walter Steinmeier, viajará el 7 de mayo a Volgogrado, antigua Stalingrado, donde murieron varios millones de soviéticos y alemanes en la batalla más cruenta de toda la guerra.
Esto contrasta con el 60 aniversario de la victoria en 2005, cuando al desfile moscovita acudieron los dirigentes norteamericano, George W. Bush; alemán, Gerhard Schroeder; francés, Jacques Chirac, y japonés, Junichiro Koizumi.
Entonces, a Bush no le importó presidir la parada militar sobre el mausoleo que acoge el cuerpo embalsamado de Lenin, lugar de peregrinación de los nostálgicos comunistas.
Mucho ha llovido desde entonces, desde la guerra ruso-georgiana por el control de Osetia del Sur de agosto de 2008, primera intervención militar rusa en el exterior, hasta la revolución ucraniana de febrero de 2014, condenada firmemente por Moscú.
El boicot occidental está directamente vinculado en primer lugar con el conflicto en Ucrania y, en segundo lugar, con la anexión de la península de Crimea, asuntos respecto a los que Rusia y Occidente mantienen «grandes diferencias», según admitió el domingo Merkel.
Tanto EEUU como los países europeos consideran que sería contradictorio mantener las sanciones económicas contra Rusia por su injerencia en el país vecino y, al mismo tiempo, asistir a una parada en la que Moscú hará alarde de su potencial militar, lo que incluirá misiles intercontinentales.
Aunque el Kremlin ha restado importancia a estas ausencias, la Cancillería rusa ha denunciado presiones por parte de EEUU para que el mayor número de países boicoteen los planes de Putin.
Rusia acusa a Occidente de querer minusvalorar el papel del Ejército Soviético en la victoria sobre las tropas hitlerianas, para la que murieron unos 27 millones de ciudadanos y soldados soviéticos, según cifras oficiales.
Aunque la URSS firmó el pacto Mólotov-Ribbentrop en agosto de 1939, el Ejército Rojo combatió desde junio de 1941 a la máquina de guerra alemana y fueron soldados soviéticos los primeros en llegar a Berlín, mientras el desembarco estadounidense en Normandía no tuvo lugar hasta junio de 1944.
Moscú tacha de desagradecidos a los países de Europa del Este -Polonia, Rumanía, Bulgaria, la antigua Checoslovaquia, Hungría y las tres repúblicas bálticas- que fueron liberados del yugo nazi por las tropas soviéticas.
Esa no es la lectura que estos países hacen de su historia, ya que consideran que el yugo nazi fue reemplazado por el estalinismo, que impuso regímenes comunistas que estuvieron en el poder hasta la caída del Muro de Berlín en 1989.
Varsovia abrió las hostilidades al no invitar en enero a Putin a la ceremonia con ocasión del 70 aniversario de la liberación del campo de concentración nazi de Auschwitz por soldados soviéticos.
En cambio, Putin sí fue invitado por París en junio del pasado año a los festejos por la efemérides del desembarco de Normandía, al que asistieron todos los grandes líderes europeos y occidentales, incluidos Obama y Poroshenko.
Los moteros nacionalistas rusos conocidos como «Lobos Nocturnos», amigos de Putin, han echado más leña al fuego al protagonizar estos días una polémica marcha por Europa con destino a Berlín para honrar a los soldados soviéticos. (I)
Colombia, Nicaragua, Honduras y El Salvador también aparecen entre las 10 primeras posiciones del Índice Global de Impunidad
Un total de 880 profesionales de 220 medios de comunicación cubrirán en el Santiago Bernabéu el partido de vuelta de los cuartos de final de la Liga de campeones que enfrentará, mañana miércoles, al Real Madrid frente al Atlético de Madrid.
El Real Madrid informa en su web que habrá además 49 comentaristas, trece de radio y 36 de televisión, y el máximo número de fotógrafos que está permitido, cien reporteros gráficos para cubrir el partido.
No es una bicicleta ni tampoco un monopatín, es la Halfbike, un triciclo hecho en Bulgaria, diseñado para ser montado de pie con el fin de trabajar los músculos que no se utilizan al montar una bicicleta convencional.
La rueda delantera es impulsada por pedales, mientras que el pivote y ruedas traseras funcionan con la energía cinética o impulso que aplica la persona con su movimiento.
El Halfbike pesa 7,7 kg, tiene estructura de aluminio y timón de madera contrachapada, y toma poco tiempo para aprender a montarlo. (D)
Los detenidos son allegados a Amedy Coulibaly, el autor de la toma de rehenes en un supermercado Kosher.
Todavía es menor de edad pero ya tiene tras de sí una carrera más completa que la mayor parte de los futbolistas profesionales en toda una vida: con 16 años, al joven internacional noruego Martin Odegaard se lo disputan los mejores clubes europeos.