La esperanza no la mueve del malecón

Su rutina cambió radicalmente desde la noche del pasado miércoles 7 de febrero. La esposa de Gabriel Sotomayor, de 38 años, llegó a las 07:00 de ayer hasta el muelle ubicado en las calles Tomás Martínez y Simón Bolívar, en el malecón.

De allí no se movió hasta las 19:00. La señora, que prefirió la reserva de su nombre, dejó sus labores como enfermera para esperar noticias de su conviviente, que está desaparecido desde que la embarcación en la que viajaba naufragara en el río Guayas.

Él es el único, de nueve empleados que iban en la nave, que no fue rescatado del agua. Ellos son trabajadores de una empresa que fue a dar mantenimiento en una camaronera en la isla Puná, y cuando regresaban a Guayaquil se habrían impactado contra un banco de arena.

Con el paso de las horas su angustia aumenta. Sin embargo, esto no disminuye sus esperanzas de que su amado regrese vivo a casa. Sus cuñados, hermanos y amigos la acompañan y tratan de amenizar las horas recordándolo y llevándole agua o café para que mantenga las fuerzas.

Ayer fue el segundo día de búsqueda en el caudal a cargo del Cuerpo de Bomberos. En el operativo también se sumó la Marina, que rodeó toda la isla Santay, según comentó Glenda Sotomayor, hermana de Gabriel.

Ella se subió con los buzos y recorrieron el río durante cinco horas y media. Al mediodía fue a comer algo y regresó al muelle para acompañar a su cuñada, mientras los bomberos recargaban combustible para zarpar en la tarde.

Glenda sostuvo que, hasta ayer, nadie de la empresa donde trabajaba su hermano se ha hecho presente en el lugar. Reclamó que, supuestamente, ni el representante del negocio ni el capitán que tenía que haber navegado ese día acudieron a la Capitanía del Puerto de Guayaquil, en el sur de la ciudad, a rendir declaraciones sobre lo ocurrido.

“Yo sé que está vivo. Pido ayuda de las otras entidades para sobrevolar el área. Quien quita y él esté entre la vegetación de Santay”, comentó mientras observaba la marea alta del río.

Hallazgo incrementó sus esperanzas

Glenda comentó que la aparición de un cadáver en el río, cerca de Durán, no disminuyó su fe. Ella aseguró que desde que recibieron la noticia del hallazgo sabían que no se trataba de su ñaño. Y el confirmarlo solo aumentó su esperanza de que Gabriel aún continúa con vida y que se encontraría en algún sitio esperando a ser rescatado.

Erick Sotomayor, también hermano de Gabriel, contó que pidió permiso en su trabajo para buscar a su familiar. Ayer él no pudo cumplir esta diligencia por acudir hasta la Capitanía y exigir que los responsables del incidente respondan por lo sucedido.

Señaló que su familia es numerosa y unida. Eso los llena de fuerzas para seguir luchando hasta encontrarlo. “Mi mamá nos enseñó a ser fuertes. Ella no demuestra debilidad, pero sé que está afectada por la noticia”, expresó.

Erick comentó que su papá es profesor en Galápagos y que desde la desaparición de Gabriel llama día y noche a preguntar cómo sigue la búsqueda.

La noche del jueves, él se quedó hasta las 22:00 en el sitio, pues las autoridades pedían que testifique ante el fiscal que el cadáver encontrado no era el de su pariente.

Yo sé que él está vivo. Va a aparecer”, remarcó.