Moradores golpearon a un hombre por supuestamente robar en una casa en Monte Sinaí
Su principal ‘arma’ para combatir a la delincuencia es el valor, aseguró Daysi Flores. La mujer junto a sus vecinos atraparon a un hombre que había ingresado a la casa de su hija, presuntamente para robar.
La señora recordó que cuando vio al hombre husmeando tomó un palo de escoba y con la ayuda de los habitantes del sector atraparon al supuesto malhechor.
“Mi hija estaba aterrada. Entre nosotras, las mujeres del barrio, le dimos cachetadas, puñetes, patadas, lo amarramos a un poste de luz y lo bañamos con agua helada, para que se le quite lo dañado”, explicó Daysi.
Su progenitora, Elvira Flores, de 80 años, dijo que a pesar de su avanzada edad, le sobraron fuerzas para “darle su merecido por meterse en la casa de mi nieta”. Esto ocurrió a las 12:00 del pasado sábado, en la cooperativa María Paidal, de Monte Sinaí, en el noroeste de Guayaquil.
El hecho fue grabado con celulares por los moradores, quienes aseguran “estar cansados de la inseguridad que ronda el sector”.
En uno de los vídeos se observa cuando el individuo es atrapado y llevado a rastras hasta el poste. Luego de ser golpeado lo amarraron a la columna de cemento. Allí una moradora lo agarra del cabello y le echó con una jarra agua helada que la sacó de un tacho blanco, mientras esto ocurre otros lugareños le reclaman por su mal proceder.
“Vienes a robar a personas pobres… Aquí te quedas. Trabaja… vende agua, colas, no seas vago. La próxima que te cojamos, hasta las orejas te las cortó”, son los insultos que escuchan en el vídeo, de los enardecidos vecinos. Posterior a la ‘tunda’ fue entregado a la Policía.
El miércoles un equipo de EXTRA acudió al lugar donde se suscitó el hecho. Una vecina que evitó dar su nombre por temor a represalia contó que los habitantes han colocados botones de pánico en sus viviendas.
“Con este hemos atrapado a seis tipos, primero le damos una paliza y lo bañamos con agua helada, después se lo entregamos a la policía, si sale libre por lo menos ha recibido su merecido y pensará dos veces antes de volver a robar”, aseguró la lugareña.
Aún indignada Dayse sostuvo: “si no se hace justicia, nosotros la hacemos con nuestras propias manos. Acepto que le quebré un palo de escoba”.
Ahora en este populoso sector porteño, quienes perturban la tranquilidad de los moradores deben estar preparados, porque sus habitantes no solo se arman con palos y cuerdas, sino de valor y coraje.