“Still Alice” y la sensibilización sobre una terrible enfermedad
Según palabras de la OMS, una enfermedad es “la alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y unos signos característicos y cuya evolución es más o menos previsible”.
Todos hemos estado enfermos alguna vez en nuestra vida, aunque sea un gripa que no nos deja salir de nuestra casa en tres días y nos hace sentir fatales. Sin embargo, al salir de esta enfermedad momentánea, nos sentimos como nuevos y podemos continuar con nuestras vidas.
Pero, ¿Qué pasa cuándo la enfermedad que te aqueja poco a poco borra quién eres y tus recuerdos? ¿Cuándo la evolución no es previsible y la alteración de tu cuerpo no se limita a lo estructural o funcional, sino que llega a tu psique? ¿Seguirías siendo tú a pesar de que no recuerdes nada, solo por vivir en la memoria de tus seres queridos o conocidos? Esto es lo que la cinta Still Alice narra en la pantalla.
Alice Howland (Julianne Moore) es una respetada y famosa lingüista de la Universidad de Colombia, con un esposo que la ama John (Alec Baldwin) y tres hijos que han ido construyendo su vida poco a poco: Anna (Kate Bosworth), Tom (Hunter Parrish) y Lydia (Kirsten Stewart).
Todo comienza con pequeños indicios de la enfermedad, olvida palabras, no recuerda el camino de regreso a su casa, sus alumnos comienzan a quejarse de sus clases sin sentido, entre otras. Su peor temor -un tumor cerebral- no es confirmado, sin embargo, es diagnosticada con un tipo de Alzheimer temprano, que ataca a personas menores a los 65 años (que es la edad promedio en la que esta enfermedad muestra los primeros síntomas).
En este punto de la película, las dudas e inseguridades del personaje de Alice salen. Después de verla en el papel de la intelectual centrada y exitosa, ahora la vemos como la madre preocupada por heredar esto a sus hijos, a la profesionista que ve cómo su carrera se desvanece. Surge un ser humano frágil, que sabe (o por lo menos sospecha) cómo serán los años venideros de su vida: vacíos, sin un sólo recuerdo que la ate a quién una vez fue, alguien que esta consciente que todo lo que construyó por 50 años, simplemente se desvanecerá.
Conforme avanza la cinta vemos el deterioro de Alice, los cambios en los personajes que la rodean influenciados por la enfermedad de ella y en algún punto, solo deseas que el sufrimiento de la protagonista termine, pero no lo hace, solo la ves caer aún más en esta oscura enfermedad que es el Alzheimer.
La actuación de Moore es increíble. Los cambios físicos y psicológicos que se requieren para el personaje, Julianne Moore los logra en un amplio espectro de emociones que trasmite a través de la pantalla hacia quien ve la película. Consigue crear un vínculo de empatía con cualquier persona que haya pasado por una situación similar, con algún conocido o familiar (no específicamente con Alzheimer, con cualquier enfermedad degenerativa) y al final esto es lo importante de la cinta, que te haga sentir algo.
Richard Glatzer y Wash Westmoreland son los directores y escritores (quienes adpataron el best-seller de Lisa Genova del mismo nombre). La cinta toma un tinte más personal, pues Glatzer fue diagnosticado recientemente con Esclerosis Lateral Amiotrófica, una enfermedad degenerativa de tipo neuromusuclar, que provoca una parálisis muscular progresiva de pronóstico mortal. A pesar de esto, él siguió con la filmación de la película, para lo cual tuvo que utilizar un iPad con una aplicación que transforma el texto en audio.
“The art of losing isn’t hard to master” esta frase de Elizabeth Bishop es citada por Alice al dar un discurso en una asociación en apoyo al Alzheimer y resume toda la película. Ella no tiene control sobre la pérdida de sus recuerdos, queda en quiénes la rodean mantener vivo la esencia de quién fue alguna vez y no permitir que se pierda en el vacío que produce su enfermedad.