Expectativa de ciudadanos afganos por ayuda humanitaria de Ecuador

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Se supo que 500 afganas serán recibidas en el país, en una primera etapa.

Punto Noticias. Que un hombre pueda rasurarse el bigote o una mujer viaje sola entre una provincia y otra son libertades comunes en Ecuador.

Pero en Afganistán estas acciones, bajo el régimen Talibán, pueden conllevar severos castigos físicos para las personas que las practiquen.

Hasibullah Habib y Yalda Hamidi, jóvenes afganos, de 27 años, residentes en Ecuador, explican con estos ejemplos el peligro al que están expuestos sus compatriotas que no comparten la ideología del grupo extremista.

Vienen a la mente de estos ciudadanos el irrespeto a los derechos humanos y las condenas en represalia por estudiar, escuchar música, vestir de modo occidental o simplemente jugar fútbol.

Ambos tienen una alta expectativa ante el anuncio del Gobierno ecuatoriano de dar refugio temporal a unos 5.000 ciudadanos afganos. Hasibullah vive en Quito desde 2015, es licenciado en Ciencias Políticas. Yalda, en cambio, reside en la ciudad de Cuenca. Llegó al país en 2017 y estudió Comercio y Negocios.

Contaron que los sorprendió la noticia que dio vuelta al mundo el pasado 15 de agosto. Ese día, los talibanes hicieron su ingreso a Kabul, la capital afgana, poniendo fin a la presencia de militares extranjeros tras dos décadas.

“Es muy extraño, nosotros estamos en ‘shock’ viendo que las cosas pasaron tan rápido, que no dieron tiempo para que los extranjeros evacuaran el país”, relató Hasibullah, quien vive junto a siete familiares y tiene el estatus de refugiado.

A su criterio, en 20 años de presencia extranjera se alcanzaron logros. Uno de los cambios más importantes fue que los jóvenes se prepararan.

Señaló que su familia en Kabul está traumatizada. “Mis primas son profesionales y no pueden salir de casa, tienen miedo de que los talibanes entren a la casa y se la lleven porque es soltera y la despose un talibán”.

En Quito, su hermana Zohra cursa su último año del colegio. Ella teme que en Afganistán con los talibanes muchas chicas pierdan la libertad de educación.

Yalda contó que en Ecuador encontró libertad para hablar de temas que en su país están prohibidos, entre ellos política, pensamiento y religión. Deploró que en Kabul hay dificultades: los bancos están cerrados, por lo que no se pueden concretar remesas.

Ella no es refugiada, pues llegó a Quito como turista, luego fue voluntaria educativa y ahora trabaja vía telemática para empresas de Estados Unidos. Hasibullah, en cambio, trabaja en un negocio familiar dedicado a la gastronomía.

Con la ayuda humanitaria anunciada por el Ejecutivo ecuatoriano, Yalda aspira a poder traer a su mamá, dos hermanos y un amigo traductor. Ellos ya están en Pakistán. “Queremos que vengan a Sudamérica, pero luego queremos ir a Canadá”, dijo.

Cree que muchos afganos tendrán problemas, porque “algunos quieren salir y no tienen documentos”.

En cambio, Hasibullah está tratando el tema con el Gobierno ecuatoriano, a través de reuniones con Cancillería.

No se conocían más detalles sobre la aplicación de la ayuda humanitaria, hasta ayer. No obstante, se supo que unas 500 afganas serían las primeras en llegar al país y serían ubicadas en una zona rural del Guayas. Las autoridades analizaban instalarlas en la parroquia rural guayaquileña de Tenguel.

Para Luis Gallegos, excanciller ecuatoriano, el gesto de Ecuador es positivo y pidió a la ciudadanía no crear preocupaciones, pues en el país no se recibirá a radicales sino a un segmento de la clase media afgana, con altas capacidades profesionales y educativas.

A criterio de José Iván Dávalos, jefe de Misión de la Organización Internacional de las Migraciones, esta es una acción que atenderá temas “de vida o muerte”, en un escenario complejo. “Tenerlos de forma temporal acá va a hacer, imagino yo, que se generen mejores posibilidades en Estados Unidos para que después sean ­movilizados allá”, apuntó.

Hasta el pasado 20 de agosto, la oficina de la Acnur en Ecuador registró 27 solicitudes de refugio de afganos.

Fuente: El Comercio.

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